Muere decano de la promoción cultural en NL

Falleció el decano de la promoción cultural en Nuevo León Francisco Zertuche González

El decano de la promoción cultural en Nuevo León Francisco Zertuche González falleció el día de ayer a las 3:00 horas debido a complicaciones del Parkinson. Tenía 95 años.
Le sobreviven su esposa, Blanca Rosa González, sus hijos Blanca y José Francisco, y cinco nietos.
Nacido en Lampazos de Naranjo, fue el mayor de seis hijos que tuvieron el ganadero Francisco Zertuche Tamez y Carolina González.
Cursó administración de empresas en el Tec de Monterrey, cuando estaba por la calle Abasolo, gracias a una beca que le dio Eugenio Garza Sada. Trabajó en una mueblería ya desaparecida, Ancora y Lankenau, y en Salinas y Rocha, lo que le permitió viajar. Más tarde, le dieron la oportunidad de ir a Nueva York para trabajar en Macy’s.
Con estudios de publicidad en la Universidad de Columbia, Zertuche volvió a Monterrey y, con su hermano Ricardo, abrió en agosto de 1956 la mueblería que lleva su apellido y que ha trascendido por su calidad.
Apasionado de la historia y de la difusión de nuestra cultura, son pocos los hombres de su dimensión: como socio de la Canaco condujo la edificación del Faro del Comercio para celebrar el centenario de la Cámara y fue presidente del consejo cultural del municipio de San Pedro con los ediles Raúl Rangel Hinojosa y Alejandro Chapa.
Ahí vivió su gran época como promotor: impulsó la construcción del Auditorio San Pedro, el Centro Cultural Plaza Fátima y el Museo El Centenario
En el 2016 Perfiles e Historias publicó la historia de Zertuche, héroe cultural de Nuevo León. Ahí indicó el museógrafo Carlos Velázquez, uno de sus aliados: “No se puede hablar de desarrollo cultural sin don Francisco, doña Romelia (Domene de Rangel), José Emilio Amores, el arquitecto Eduardo Padilla en su giro, doña Márgara (Garza Sada), desde luego. Son estandartes”.
Las aportaciones más queridas de Zertuche fueron el Museo de Historia y Armas Nacionales y la Casa de la Cultura en su pueblo.
Lamentablemente, el museo fue abandonado por las administraciones municipales, algo que el promotor no alcanzó a ver resuelto.
Francisco, su hijo, describió entonces en aquella entrevista el compromiso de su padre con su pueblo natal:
“Todo su amor es para su pueblo, su gente, y le mortifica que no haya educación, cultura, que la gente no se supere”, afirma y se le corta la voz al dimensionar al humanista: “Papá es de otro planeta, es generoso e intachable. Él quisiera hacer más cosas”.
Ganador de la Medalla al Mérito Cívico Presea Estado de Nuevo León, su amigo Eusebio González Quiroga lo definió como héroe cultural. Por su parte, Blanca Rosa González definió así a su esposo: un Quijote.
“Siempre se lo he dicho, un idealista, un soñador. Un Quijote que no se detiene cuando se trata de dar a los demás”.
Todavía hace unos meses, don Francisco acudía a su oficina y no dejaba de estar atento a sus obsesiones culturales. Humanista por donde se le vea, ciudadano ejemplar, no dejaba de soñar con una comunidad distinta, rica en cultura.
“La siento, siento la cultura”, dijo en aquella entrevista del 2016 al intentar definir la razón de su labor. “Sólo por eso”.
Ese mismo año EL NORTE le rindió un reconocimiento al incluir su historia en la antología de Perfiles e Historias, a la que asistieron otros homenajeados y sus familiares.
Para la despedida hubo únicamente una misa de cuerpo presente el día de en las Capillas Valle de la Paz y, hoy a las 13:00 horas, un nuevo servicio en la Parroquia de Nuestra Señora Reina de los Ángeles.

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