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LAGUNA DE VOCES

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   •    Arena unida por el mar 


La civilización humana ha descubierto que no existe, que nunca ha existido y por lo tanto es un oficio sin sentido creerse vivo. A través de la física cuántica, de pronto nos dicen que de tener el tamaño necesario, podríamos confirmar que los espacios vacíos son más que los que ocupan un lugar determinado, y estamos condenados a una eterna soledad en un diminuto planeta que navega a la deriva en un monstruoso universo que crece y crece sin sentido alguno.
    Incluso tienen la solución para explicar de dónde venimos y a dónde vamos: de la nada y a la nada. La nada, con todo y que es nada, dio como fruto una explosión que luego llevó al surgimiento de galaxias y más galaxias.
    Es decir que bajo ninguna circunstancia podemos tener el atrevimiento de creer con seguridad, que ocupamos un espacio real en el lugar donde nos encontremos; sucede que en realidad no hay realidad, que todo tiende a ser un punto de vista sin sustento, donde nos ilusionamos con dominar el significado de vida y muerte. Ni uno ni otro pueden existir.    
    De alguna forma el ser humano logró entretejer una serie de pensamientos en que se otorgaba un lugar en el universo, con una historia en que vivía con ansias sin igual por la posteridad, hasta que moría. Los ciclos siempre nos han gustado, al grado de que está de moda cancelar la palabra muerte, fallecimiento, por el anuncio de que la persona cumplió su ciclo vital, su ciclo necesario, su ciclo en la tierra.
    Si somos parte de un simple ciclo, entonces existen la vida y la muerte, porque de otro modo no hay ciclo, y los ciclos se repiten como primer requisito, así que en una de esas resultamos eternos y podemos repetir si así nos lo piden, sin necesidad de consultas o algo por el estilo.
    El gran problema son los espacios vacíos, que incluso al simple nivel de los que hoy habitamos la tierra, es un problema grave, y por eso las frases al que se adelanta  en el viaje eterno: “dejó un espacio vacío que nadie puede llena”.
    Nos asustan los espacios sin llenar, y nos ilusionamos con la idea de que podemos ocuparlos con un mueble, una pintura, una lámpara.
    Sin embargo nosotros mismos estamos saturados de vacíos, insisto solo visibles a nivel micro-micro-micro, pero que todos los físicos, cuánticos y no, aceptan como una realidad que no permite reclamos.
    Cada uno lleva, desde que nace o despierta, cavidades a las que les hace fala algo, el alma, el amor, que dicho sea de paso son lo mismo.
    Si aceptamos que somos algo así como un mar de puntos, y que a la menor provocación se pixelan para mostrarnos que no hay unión de ningún tipo en cada uno de ellos, y que es un verdadero milagro que no se nos caiga la cara, una pierna o el corazón. Si aceptamos que el vacío ocupa buena parte de nuestro cuerpo, es posible que un día cualquiera entendamos que es bueno que nos miremos desde distancias infinitas, porque solo sí tenemos características determinadas, y una vocación absoluta por conservar un rostro.
    ¿Luego entonces, qué une a cada punto de lápiz ultra fino con el que alguien nos dibujó?
    Seguramente el amor, una especie de pasta fina que como en las operaciones de cerebro, une los huesos del cráneo y evita el uso de grapas que suelen sujetar con tanta fuerza el casco que guarda el cerebro, que tarde o temprano se convierte en razón para el desenlace fatal.
    El amor une con paciencia, permite que huesos fragmentados se hagan uno, queden soldados y como nuevos.
    Hay vacíos terribles en el universo, en nosotros, pero también mecanismos de unión que a la fecha nadie ha podido explicar. En los que habitamos la tierra a manera de personas, es el amor el mecanismo único y vital  que impide que un día cualquiera nos fragmentemos en diminutos granos de arena sin saber la razón de haber pasado por estos rumbos. El amor da razón de ser a todo y en resumidas cuentas es la razón de todo.
    Eso, aseguran algunos teóricos de la física cuántica que con todo y eso, insisten en sostener que el origen de todo es la nada, lo que por supuesto yo no creo.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Hay vacíos terribles en el universo, en nosotros, pero también mecanismos de unión que a la fecha nadie ha podido explicar. En los que habitamos la tierra a manera de personas, es el amor el mecanismo único y vital  que impide que un día cualquiera nos fragmentemos en diminutos granos de arena sin saber la razón de haber pasado por estos rumbos. El amor da razón de ser a todo y en resumidas cuentas es la razón de todo.