Home Un Infierno Bonito Un Infierno Bonito

Un Infierno Bonito

0

“EL CHICHARRÓN”

Pedro “el Chicharrón” era un cuate a toda madre, siempre disparaba el pulque a cualquier gorrón que se le acercaba, era un chaparro, flaco, bigotón… Un día le dijo a su vieja:

-Mañana mismo quitas todas esas chingaderas que tienes en la cocina porque voy a pintarla, lavas los jarros y cazuelas que queden rechinando de limpios, y al tinajero le das una manita de pintura que quede a todo dar.

La señora se quedó sorprendida y le preguntó:
-¿Ora por qué?
-No te hagas pendeja, el sábado es tu cumpleaños, te voy a hacer una pachanga de pelos, voy a mandar matar la puerca y la hacemos en carnitas, también les vamos a dar cuello a las gallinas, haces un arroz con un mole como tú sabes hacerlo, voy a comprar cervezas, pulque, y unos pomos, ponemos el estéreo y bailamos hasta que las pinches patas se nos hagan planas. A todos les vamos a dar de tragar hasta que queden como chinchitas, voy a pedir un préstamo en mi trabajo, sacaré mis ahorros voy a contratar un mariachi para que te canten la Martina.
-No mames viejo ¿Qué te pasó? Si todavía ayer me diste de madrazos, me arrancaste mis greñas cuando me arrastraste en el patio.
-¡Oh! Chinga… el que te quiere te pega, además, a las viejas de vez en cuando hay que darles de madrazos para que no rebuznen. Haz lo que te digo.
-Está bien, viejo. Cuando termine voy a invitar a mi familia.
-No pierdas el tiempo a lo güey, avísale a tu mamá y como es bien chismosa la vieja, ella se encargará de avisarle a toda su raza. ¿Sabes a quien no voy a invitar a la fiesta’
-¿A quién?
-A mi compadre “el Catarrín? Que Dios me lo perdone pero es re gorrón, aparte de traer a su familia es capaz de invitar a la de su vieja y a sus cuates como si fuera su fiesta. La otra vez que lo invitó mi jefa, llevó a un diputado del PRI, llegó con un chingo de cabrones, se acabaron todo el chupe y querían más, entre mis carnales y mi jefe los sacaron a empujones porque no se querían salir.
-¡Hijole! Pero ¿qué le voy a decir a mi comadrita cuando me pregunte de la pachanga?
-Córtale la vuelta, si la ves te pasas como mula y no la peles.

La señora Nicolasa se fue a sentar a la orilla de la cama, estaba muy triste, estimaba mucho a su comadrita y le dio harto sentimiento lo que le dijo su viejo de no invitarlos. Subía y bajaba el moco. En eso entró el Chicharrón y le preguntó:
-¿Qué te pasa, calabaza? Hace un ratón estabas bien y ahora te achicopalas.
-Es por lo que me dijiste de mi compadre.
-¡Chitón! Eso no se discute y cállate el hocico porque me puedes hacer encabronar y en lugar de hacerte una fiesta, te hago un velorio.
La señora hizo pucheros como niño cagón y soltó el llanto, eso conmovió a Pedro y le dijo:
-Está bien, los vamos a invitar, pero voy a poner un letrero en la puerta que diga “No se admiten Hojaldras”, para que mi compadre entienda el mensaje y no lleve a sus amigos.

La señora limpiándose los ojos le dijo a su señor.
-Quiero que invites a Juanito, se acaba de juntar con mi hermana “La Chata”-
-¿Al que trabaja en el Panteón Municipal como enterrador?
-Ese mero. Hay que tener buenas relaciones, para cuando te mueras te rasque el hoyo.
-¿Qué pasó vieja no me amueles? Le habías de decir a tu jefa que te venga a echar la mano para hacer el mole, lo que sea de cada quien lo hace muy rico.
-Le voy a decir, ojalá y la encuentre de buenas, si no me va a decir que la queremos agarrar de gata, luego me echa sus truenos cuando se enoja, me vaya a reclamar que porque no le dices a tu madre.
-Me voy a llevar la puerca con el carnicero para que la mate, se la llevo unos días antes para que no la extrañes, ya que la quieres como una hermana.
-¡No mames! Me da mucha tristeza que la puerca se vaya señorita a la muerte, la quisimos cruzar con el puerco que tiene el zapatero pero le salió mayate.
-Ni hablar, a ese pinche puerco y su dueño les gusta el aguayón.

El Chicharrón se llevo jalando a la puerca con un lazo y amarrada del pescuezo, cuando pasó por la cantina, salió “el Pelón” y le gritó:
-¡Chicharrón! Ven.
-Espérame un momento, nada más llevo a tu novia con el carnicero, pinche puerca no quiere caminar.
Cuando regresó se metió a la cantina, se empujó una cerveza e hizo invitaciones a lo cabrón, hasta al “Chicharo” el de la peluquería invitó.
Los días pasaron y llegó el famoso sábado a las cinco de la mañana. El Chicharrón fue a despertar a los músicos que vivían en la vecindad, eran unos mariachis, les estuvo tocando con una piedra la puerta porque no le querían abrir. Cuando lo hicieron les dijo muy enojado:
-¡Órale, pinches músicos rasca tripas! Ya mi chancluda se va a levantar y ustedes durmiendo, bien dicen que músico pagado toca mal son.
-Es que acabamos de llegar carnal, tuvimos un chingo de chamba, mira mis dedos de tanto tocar la guitarra, mi carnal quedó cachetón de soplar la corneta, déjanos descansar y mejor le tocamos las nochecitas.
-¡Ni madre! Agarren sus instrumentos o los saco de las greñas. El que hayan trabajado toda la noche es su pedo, yo les adelanté una lana y ahora me cumplen.

El Chicharrón no se movió de la puerta hasta que salieron todos chinguiñosos y los llevó a la ventana del cuarto donde dormía su vieja.
-¡Órale, chinga! Comiencen a tocar, parecen músicos de pueblo en afinar y en miar se les va el turno, ahora canten o les apachurro el buche.
De momento el silencio fue interrumpido por la música y los mariachis cantaron las mañanitas. Los perros no dejaban de ladrar.
“Que linda está la mañana en que vengo a saludarte, venimos todos reunidos, con placer a felicitarte…”
Varios vecinos salieron y comenzaron a cantar, parecía una estudiantina. Doña Nicolasa salió por la puerta grande muy contenta soltando una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Muchas gracias viejo, muchas gracias a todos!
La señora chilló de gusto, limpiándose los mocos con la manga de su suéter, los vecinos y familiares le aplaudieron y el Chicharrón fue a abrazarla y todos en coro gritaron.

Desde ese mismo minuto comenzó la fiesta, cerca del mediodía llegaron un chingo de gorrones, sin llevarle regalo a la festejada, sólo le daban un abrazo. Sirvieron el arroz, el consomé, el mole, las carnitas, para que no les hicieran daño se aventaron sus caballitos de tequila, tomaron todo lo que quisieron; algunos, bien pedos, se salieron como burros sin despedirse. Los familiares le pedían el taquito a doña Nicolasa, otros se aventaban la camionera. El Chicharrón bailaba de a cartón de cerveza con su vieja, que estaba súper feliz, luego su viejo comenzó con las cruzadas y valió madre, se emborrachó y se quedó dormido en una silla.

Cerca de las ocho de la mañana se terminó el reventón. Cuando la señora Nicolasa fue a despertar a su viejo que tenía la cabeza colgando, se llevó una sorpresa al ver que tenía el hocico chueco.
-¡Ay cabrón! ¿Ya ves? Por comer mole y salir al baño sin echarte sal se te fue la boca de lado.
Pedro, el Chicharrón, al ver en el espejo que su boca le llegaba a la oreja, le dijo a su vieja que le metiera el dedo y la jalara hasta que quedara como la tenía. La señora hizo la lucha por enderezarle el hocico, pero lo acabo de madrear. Lo llevaron con un medico pero no lo pudo curar al Chicharrón; no pudo soportar que su vieja le diera de comer por una oreja y se suicidó, se tomó el veneno para las ratas. Y como dijo un tapado…

gatoseco98@yahoo.com.mx