UNA FAMILIA TEME POR SU VIDA
Les dicen los habitantes del municipio de El Arenal que no teman, solamente Judas temió.
Acusan a los parientes de la presidenta municipal por amenazas, y hay que tenerles miedo porque son bravos. Una familia se siente en peligro luego de que su hermano de la alcaldesa Adelfa Zúñiga Fuentes los amenazara de muerte; les apuntaba con una pistola que llevaba en la mano. Dijeron que como dice su partido, van con todo y que no les tiemble la mano, que aguanten vara.
Dijeron los miembros de una familia que tienen mucho miedo por su integridad así como que les quiten también sus bienes. Se cuenta por las malas lenguas que es por viejas rencillas que tenían y que se las iban a cobrar. Todo comenzó por la derrota para comisariado ejidal de Fortino Zúñiga Fuentes, hermano de la alcaldesa.
Llegó a Pachuca un grupo de campesinos temblando pero no de miedo, sino de frío, porque ayer cayó un buen chubasco que los mojó de la cabeza a las patas; se presentaron a un periódico muy conocido a exponer la situación en busca de que intervenga la autoridad del Estado, porque se trata de una vaca gorda. Joel Zúñiga Fernández dijo a los cuatro vientos: “No somos familiares de los revoltosos (mejor burro)”
Explicó con detalle y a gritos para que toda la gente se entere, que tiene un terreno en la comunidad de Bocja, colindante con el camino inter parcelario justo en esa zona, donde hace dos años el ex alcalde Adolfo Zúñiga fuentes, hermano de la mandamás Adelfa Zúñiga, adquirió un predio y desde ese entonces el ex presidente municipal impide el paso libre a Joel Zúñiga hacia su parcela, lo que también perjudica a su familia.
Pareciera que quiere echar para abajo el decreto presidencial del 2000 que marca ese camino y también está marcado en los planos ejidales de El Arenal, simplemente porque no le gustan las medidas del camino. Acompañado de sus parientes, dijo que la agresión más peligrosa se realizó hace unos días: “Mi hijo Joel Zúñiga Bernal estaba con toda la familia, su esposa, su suegra, sus hijas, sus cuñadas, cuando llegó una máquina pesada a excavar el camino, eran las 12 del día.
“La excavadora la conducía Francisco Zúñiga, actualmente presidente de la Unión de Riego que se llama La Corona del Rosal. El hijo Joel Zúñiga comenzó a grabar con su celular la excavación. Al verlo el Presidente de la Unidad de Riego, se bajó hecha la mocha y se dirigió al joven ofendiéndolo, pero no lo peló.
“Con puras mentadas de madre hablaba, tuvieron que taparle las orejas a los niños para que no se las aprendieran y luego las repitieran; como tampoco hizo caso, Francisco sacó la pistola y cortó cartucho, no dejaba de apuntarle a su muchacho pero luego se le arrugó y no disparó.
“Al ver eso las mujeres se acercaron al lugar, Francisco Zúñiga al ver que estaba rodeado de damas, se bajó los pantalones con todo y calzones, ofendiendo a las señoras y señoritas que estaban, lo abuchearon y le dijeron que se tapara sus miserias”.
El papá de Joel Zúñiga dijo “Yo, ni mi hijo, ni el resto de mi familia tenemos problemas con nadie, somos gente de paz. Consciente de lo que pasó, hago responsable a Francisco y Adolfo Zúñiga de cualquier daño que les cause a mis familiares”.
Dijeron que desconocen la actitud de los hermanos Zúñiga Fuentes, que a lo mejor fue por que no lo apoyaron en la elección para comisario ejidal. De tal forma se inició la averiguación previa.
Dijo Francisco Zúñiga que a él se la pelan todos los de gobierno, incluyendo a los diputados que entraron. La alcaldesa le hizo segunda a su carnal, y dijo lo mismo, que no le anden buscando tres pies al gato “porque para nosotros no hay poder que nos detenga, y si quieren que vayan de chismosos con la Procuraduría o con Paco Olvera”.
LE SUDÓ LA COLA AL VER A SU SUEGRO
Francisco Juárez Alcántara, de 30 años, mejor conocido en el bajo mundo como “Pancho Pantera” era un verdadero machín que no le tenía miedo ni al diablo, era el hay nanita del barrio de La Surtidora, en Pachuca; se daba en la madre con cualquiera y tenía un genio de todos los diablos, por cosita de nada explotaba, y la que pagaba el pato era su vieja, le daba de madrazos continuamente.
La señora andaba siempre con gafas negras para que no se le vieran los ojos de cotorra, con la trompa hinchada, caminaba como cangrejo porque una vez le dio una patada su viejo y le descuadró el chasis. La señora María de la Luz Morales no tenía ningún familiar en Pachuca, su familia era de Guadalajara y su padre tenía años que se había ido de mojado a los Estados Unidos.
Había levantado varias actas y no le hacían caso, es por eso que Pancho decía muy burlón, que las autoridades se la persinaban. La señora tenía que aguantar las madrizas diario, las amenazas de su viejo borracho, si trataba de dejarlo se quitaba a sus hijos y a ella le sacaba las tripas.
La pobre mujer cuando salía al mandado, se pasaba a la iglesia y le pedía de todo corazón a San Judas Tadeo, que le echara una mano, él se las sabe de todas, todas para resolver los casos difíciles; le pedía de todo corazón, que le trajera a su padre porque se sentía como Anita la huerfanita. Pasaron las horas, días, semanas y meses, y como pedía lo mismo le hizo el milagro.
Su padre pero no de ustedes, sino de María de la Luz, llamado Pedro Morales estaba en los Estados Unidos, tenía años de no saber de su hija y regresó a buscarla; al verla muy flaca y dada al catre, le preguntó cuál era su problema. La señora se explayó llorando, le contó la vida de perro que le daba su marido, y le echó algo de su cosecha, diciéndole que su señor andaba de chismoso contándole a todo el mundo que el padre de su mujer era un migrante balín, andaba de basurero en el otro lado y nunca podría venir a verla porque a lo mejor se había muerto en el desierto.
Las palabras de su hija le cayeron como si le dieran una patada en el cuajo, lo enfureció de tal manera, que sus sentimientos de hombre bueno se le fueron dejándole el corazón hecho de piedra, surgió un odio jarocho, que nada más esperaba que llegara el yerno para desmadrarlo. Padre e hija lloraron a moco tendido, y cada cosa que le contaba a su papá parece que le daban un faul.
El señor se puso negro africano; por la madrugada llegó borracho el borracho del marido, abriendo la puerta a patadas mentándole la madre a su vieja. Pero a Francisco se le presentó el diablo sin calzones, y hasta la briaga se le bajó cuando vio al suegro.
Un viejo grandote y bien mamado, sin decirle nada, lo agarró a madrazos, lo tumbaba y lo levantaba, hasta que ya no aguantó y quedó desmayado, Pedro lo levantó en brazos, abrió la puerta y lo aventó a la calle, cayendo de nalgas, que pujó y rodó a media banqueta, se quedó en el suelo como cualquier animal.
Horas después, todo madreado, se levantó; el suegro de las greñas lo metió a su casa, y le dijo que había regresado para quedarse a vivir en la ciudad y en su casa, y si le volvía a poner una mano encima a su hija, lo despedazaba, ya que si las autoridades no hacían caso, él lo iba a estar vigilando.
Pancho se metió a dormir con la cola entre las piernas, y no dijo una sola palabra; tiene un mes que se dedica a trabajar sin tomar una copa, llega a su casa temprano, barre, trapea, lava los trastes y los calzones de su vieja. Trato de escaparse y no llegar a su casa, duró dos días escondido en la casa de su jefa. Su suegro fue a buscarlo y lo sacó a madrazos, se lo llevó a su casa y lo tuvo 15 días arraigado dentro del cuarto de los trebejos.
Fue a quejarse amargamente con las autoridades, les contó que su suegro es negrero, lo tiene a pan y agua, y les contó lo del arraigo pero no le hicieron caso; le dijeron que estaba dentro de la Reforma del Código Penal, que hay que aguantar vara porque el señor es nacionalizado norteamericano y tiene las dos nacionalidades.
HORROROSA TRAGEDIA EN UNA CANTINA
De un empujón mataron a una ancianito que se estaba saboreando su chinguere, al tirarlo dio de maromas y se pegó en su pelona y no se levantó, ni supo del hijo desobediente que se lo dio. Los hechos ocurrieron en un a cantina de San Antonio el Grande, municipio de Huejutla, al mediodía del fin semana.
La víctima de 78 años de edad, llevó el nombre de Fidencio Pérez quien andaba deambulando en el pueblo porque le gustaba el trago; cuando entraba a una cantina se ponía a bailar o hacia payasadas con tal de que se pusieran parejos y le invitaron una copita.
De acuerdo con las versiones de los lugareños, al llegar a una cantina que se encuentra en el centro del pueblo le cayó gordo a Gerardo Paulino que estaba iguanas ranas de borracho; este último aprovechando su fuerza física, que parece gorila, le dijo que se saliera o lo sacaba de un madrazos. El ancianito se le puso en guardia y de un aventón fue a dar al suelo,
Varios de los parroquianos lo quisieron levantar, pero las patas se le hicieron de hilacho y al verlo, estaba muerto. Avisaron al delegado, que dio parte a las autoridades que el señor había muerto. Mientras lo revisaban el que lo mató se escapó entre la gente y corrió rumbo al cerro; más tarde llegó el agente del MP e inicio las averiguaciones. El cuerpo del difunto fue llevado al Servicio Médico Forense para la necropsia de ley.
Los familiares de la víctima llegaron furiosos buscando a Gerardo, le mentaron la madre por encajoso. El señor no lo pelaba, sin embargo, lo aventó. Dijo uno de sus nietos del septuagenario, que saldrá con sus hijos a buscar al que mató a su abuelito y no regresaran hasta que en la misma forma se lo echen al plato.
LE SALIÓ LO VALIENTE Y LE PEGÓ A LOS CUICOS
Jesús Escamilla Morales maneja una colectiva y por ir tragando camote, se pasó un alto frente a Plaza Perisur, en el boulevard Felipe Ángeles. Ahí se encontraban despiertos los oficiales, y lo detuvieron para ejecutarlo con una infracción.
El chofer les dijo que ni madres que él no se había pasado nada, y cuando sacaron su block de infracciones se les fue a madrazos; a uno de ellos le rompió el uniforme. Pidieron ayuda y llegaron varias patrullas, se lo iban a llevar a huevo, por ponerse a las patadas con la autoridad.
Al chofer no le paraban el hocico de estar amenazándolos, que no se la iban acabar, que no saben con quién estaban tratando, que él es el más chicho de su barrio, y que se dieran por muertos. Pero los policías saben muy bien que chillidos de puerco, orejas de carnicero, y se iban a llevar la combi.
En un descuido el chofer se subió a la unidad, la puso en marcha y se las echó encima, que tuvieron que brincar como chapulines para que no les fuera a quebrar una pata. Lo alcanzaron y lo bajaron de las greñas, le acomodaron sus puñetazos, pero Juan Carlos estaba furioso, les tiraba patín y trompón, al que se acercaba le daba un tope. Enojados los policías, que los había sacado de onda, le echaron bola, lo tiraron, unos lo agarraron de los brazos, otros de las patas, y lo metieron a la patrulla para llevarlo a la Policía Municipal; y dijo en el Jurídico que sólo se pasó la luz amarilla, que los iba a demandar con Derechos Humanos porque le fracturaron el brazo y se pasaron de lanzas dándole con el tolete en la choya, que le dejaron varios chipotes.
YO SE LOS JURO QUE YO NO FUI
La semana pasada, el 2 de julio, un jovencito de nombre Guadalupe Fernández Martínez, fue acusado por el chofer de un tractocamión, quien dijo que lo encontró dentro de la cabina de la unidad cuando trataba de echarlo a andar para llevárselo.
Ante el MP de Atotonilco El Grande, el menor declaró: “Soy inocente de los cargos que me hiso el chofer Carlos Javier Hernández Soto, vengo a que se limpie mi nombre porque nunca estuve dentro de la cabina de su pesado camión, soy una persona honesta, trabajadora, tengo 17 años de edad, se hubiera fijado bien en lo que decía.
“Yo pasaba por una gasolinera para llegar a mi casa, y vi mucha gente, con policías, eso me llamó la atención y fui a ver qué pez, en esos momentos el chofer me señaló, y les dijo a los uniformados que yo había sido el que trataba de robarme la unidad; los gendarmes no me dejaron hablar, me esposaron y a jalones me subieron a una camioneta patrulla, cada que quería hablar me decían que me callara el hocico, y me pusieron un madrazo en la frente, se me hinchó y quedé como el hombre elefante, me bajaron de las greñas y me pusieron ante el MP; cuando estaba declarando, llegó uno de mis familiares y les dijo que no era posible que me fuera a robar un camión, si no sé andar en bicicleta.
“Se dieron cuenta que decía la verdad y me dejaron salir, para mí hubiera sido mejor que hubieran encerrado al que me acusó, por chismoso, pero se salió antes que yo y no lo encontré para mentarle la madre, aunque sí lo hice con el que me pegó en la cara”.
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