LA GENTE CUENTA
-Vivir una vorágine de frustraciones, errores sin enmendar, amores fallidos, un trabajo que da muy poco, un amigo ausente… así me he pasado en los últimos tres años.
Felipe repasaba la mirada de un lado a otro, con una cierta preocupación en su rostro, mientras que su interlocutora, Laura, lo escuchaba con suma atención, sentados en una terraza, tras una tarde lluviosa y fría.
-¿Y qué piensas hacer? –inquirió Laura. Felipe, cabizbajo, trató de esbozar una respuesta.
-Vaya… No lo sé, me dan ganas de desaparecer por un momento, pedir vacaciones en el trabajo y largarme a retirarme. Al menos a que todo cobre un poco de normalidad, y el estrés baje. ¿Sabías que he pensado en fumar?
-¿Y piensas que fumando puedas resolver algo? Digo, quizás se te baje el estrés, pero tus pulmones se volverán un problema más para ti.
-Lo sé, no creas que si lo pienso –respondió inmediatamente Felipe-. Pero no creo que sepas lo que siento cada vez que llego a casa, con unas terribles ganas de llorar hasta quedarme dormido. Todo para que despierte y vuelva a mi realidad.
Un muchacho con mandil se acerca a la mesa donde estaban sentados, Laura toma la carta y le hace una indicación. El mozo se aleja posteriormente.
-Mira, no te culpo por lo que estás pasando. No en vano te conozco de hace mucho tiempo. Pero me da mucha tristeza, y hasta cierto punto enojo porque sigues arrastrando eso. Un día te vas a matar…
-El suicidio es algo que tampoco contemplo –interrumpió Felipe-. Bueno, en algún momento lo pensé, pero hasta para eso soy muy cobarde.
Silencio breve.
-Escucha: no busco hacer un drama de mi vida, lo único que quiero es sacar todo este cúmulo de emociones. No lo sé, me siento como atado de manos…
El mesero de hace unos momentos trae una charola con dos tazas humeantes, un frasco con azúcar y unas cucharas. Laura agradece con un gesto.
-Quizás deberías tomar un poco de esto.
-Felipe miró la taza. Sin ánimo, la toma, agrega un poco de azúcar y la mezcla. En cuanto da el primer sorbo, la tranquilidad comienza a apropiarse de él.
-Al final de cuentas, creo que era todo lo que necesitaba. Solo una taza de café.