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Un Infierno Bonito

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“EL MEMIN”
Beto el “Memín”, era un chaparro, muy peleonero, estaba trompudo porque un día en una pelea le dieron un piedrazo en el hocico, se lo cosieron y le dejaron la piedra adentro.

Vivía en el barrio de la Palma, estaba casado con Juana, la hija del “Bigotes”, vivían en la casa de su mamá, en una vecindad en el callejón de Manuel Doblado. Su jefa era una viejita, se había quedado viuda, porque su viejo se mató en la mina.

El “Memín” cuando se emborrachaba, se le botaba la canica, desconocía a sus amigos, aventaba madrazos a lo loco, los vecinos corrían a avisarle a su jefa doña Mariquita, y a su vieja, se llevaban un garrote para calmarlo, al otro día no se acordaba de lo que había hecho. Tenía un gallinero arriba de la azotea para que no le robaran las gallinas, temprano subía por los huevos para que le hicieran una polla. Un día su mamá estaba lavando y le dijo:
    •    Déme champú jefa, voy a subirme a la azotea.

    •    Hazlo con cuidado, vas muy tembloroso.

Cuando iba a bajar se le atoro una pata, se vino de choya, cayendo encima de su mamá, del madrazo, sonó como claxon y perdió el sentido. Se levantó el “Memín”, le gritaba en la oreja:
    •    ¡Jefa despierte por favor!

Salió su señora, al ver a su suegra tirada, le preguntó:
    •    ¿Qué le pasó a tu jefa?

    •    Se me atoró una pinché pata, me caí encima de ella.

    •    Se me hace que le quebraste los huesos, hay un chingo de polilla.

    •    No mames, ayúdame a meterla a la casa.

    •    Mejor habías de llamar una ambulancia.

    •    Llámala mientras trato de volverla en sí.

La señora Juana bajó al barrio, a pedir ayuda a la Cruz Roja, pasó el tiempo y regreso:
    •    ¿Dónde andas pinché vieja?

    •    Estaba esperando a la ambulancia, pero no llegan.

    •    Saca el alcohol para darle a que lo huela.

    •    Si quieres voy a llamar al señor Vallarta. Es muy bueno para curar huesos.

    •    Ve por doña Chole, primero que la haga reaccionar y nos diga que le duele.

    •    Pobrecita de doña Mariquita, a lo mejor ya se peló de este mundo, por el madrazo que le diste. Voy por el señor.

Al poco rato llegó el señor, vivía en la vecindad y le hacía de tocho morocho, y les dijo:
    •    Déjenme solo con ella sálganse por favor.

Juana, se iba a salir el “Memín” le dio un jalón, le dijo en voz baja.
    •    Este pinche viejo, es muy mañoso, le va a meter mano a mi jefa.

    •    Déjalo, con tal de que despierte nada le hace.

Don Trinidad Vallarta, presumía de ser todo un curandero de huesos, les dijo que le explicaran como había estado lo de la señora, Juana le dijo.
    •    La señora estaba empinada lavando este pendejo, se cayó de la azotea encima de ella, solo escuche un quebradero de huesos.

    •    A lo mejor le quebraste la Espina Dorsal, por eso no despierta,

    •    ¿Se va a morir?

    •    No, pero puede quedar inválida, esta desmayada el dolor es muy fuerte, parece que no tiene un hueso roto.

Cuando salieron la señora del Memín le dijo.
    •    Sentí re gacho cuando nos dijo, que nos saliéramos y no quisiste.

    •    Es que tu no conoces al viejo, es muy lujurioso, cada que ve a una mujer la encuera con la vista, el otro día doña Esperancita, se torció una pata, y le sobo las nalgas, le dijo a su señor cuando le reclamó, que hasta ahí llega el hueso.

    •    ¿Cómo sabes eso?

    •    Me lo dijo su viejo, el Chicote, que salieron a madrazos.

    •    Pero qué quieres que le agarre a tu jefa, las nalgas ya se le acabaron.

    •    ¡Cállate babosa!

El señor le dio a oler amoniaco la señora, despertó gritando como la llorona, trato de levantarse, no pudo tenía las piernas tiesas. Llegó la ambulancia, los socorristas cuando la revisaron le dijeron que estaba fracturada de la Columna Vertebral, era necesario llevarla al Hospital General. Ahí recibió una noticia de parte de los médicos, le dijeron al “Memín” que tenían que operarla y era costosa, salía en 10 mil pesos, de lo contrario estaría de por vida en una silla de ruedas.
El “Memín”, lloraba subiendo y bajando el moco, se recargó en el hombro de su vieja y le dijo:
    •    Me tienes que ayudar para pagar la curación, desde este momento vas a lavar ropa y planchar de día y noche.

    •    No la chingues, tengo mucho trabajo en la casa, con los escuincles.

    •    No seas gacha, me caí que cuando le pase algo a tu mamá, yo te voy ayudar sin respingar.

    •    Tú tienes la culpa, por pendejo, quien te dijo que te subieras a la azotea, si estabas todavía borracho. Si le hubieras caído otro poquito más arriba, le hubieras enderezado la joroba, pero le desmadraste la cintura.

    •    Fui por los huevos.

    •    Pus ahora esos son los que necesitas para sacar a tu madre de la barranca, muchas veces sale más caro el caldo que las albóndigas.

El “Memín” se fue a llorar en un rincón del hospital, espantó a los que estaban cuando grito:
    •    ¡Perdóneme jefecita!, fue sin querer.

Su vieja del “Memín”, daba vueltas y le dijo.
    •    Pobrecita de doña Mariquita, bien dicen que al perro más flaco se le cargan las pulgas, no va a poder caminar.

Salieron tristes fueron a conseguir dinero, para la operación, de ir en casa en casa lograron juntar 5 mil pesos, les faltaban otros cinco, pero ya estaba cabrón para conseguirlos. Esa noche celebraban el Día del Minero, y entre las actividades, de box y lucha ofrecían 5 mil pesos a quien le ganara al campeón de los Guantes de Oro, el “Memín” lo reto, doña Juana sabía que para el pleito callejero era muy bueno, pero no para boxear, valía madre. Se salió y compró una botella de aguardiente, cuando estaba en la esquina en lugar de agua se fue a empinar. Cuando sonó la campana el Memin, ya estaba borracho, se le aventó a campanazos como loco, logrando darle uno que lo noqueo, le entregaron el dinero fue a pagarlo, con el tiempo su jefa, quedo bien, y se sacaron la foto del recuerdo, el Memín, su vieja Juana, sus 15 hijos, y doña Mariquita.