LA GENTE CUENTA
Han pasado algunos años desde que la colonia tuvo una fiesta, en la que congregara a tantas personas, cada una poniendo un poco lo que estaba a su alcance y a su disposición, ver a los niños corriendo alrededor de la manzana, correteando una pelota o compartiendo dulces, mientras que el resto de los vecinos cantaban letanías, en compañía de José y María.
Esos años, la mayoría de nosotros éramos unos pequeños que solíamos frecuentar la escuela, más allá de aprender la composición de las oraciones, la conjugación de los verbos o las operaciones básicas; era un tiempo en que los niños de la colonia salíamos a jugar en las calles, con gis y ladrillos, gritando “declaro la guerra en contra de mi peor enemigo”.
Las vacaciones decembrinas era el pretexto para que don Luis, el de la tienda, ofreciera su casa para las posadas, mientras que doña Mary y sus hijas trajeran algo de comida; don Pepe y su familia con la música; doña Josefina ayudando el algunas labores, y claro, mi familia, aportando en lo que hacía falta.
Cuando el ocaso tocaba la bóveda celeste, era la señal perfecta para que todos los vecinos, algunos con sus vehículos, cerraran parte de la calle, dejando un espacio para los residentes, mientras que los varones subían a los postes para colgar una cuerda, la cual serviría para las piñatas, todas llenas de dulces, que quizás solo existan en nuestra memoria.
¡Vamos, Raymundo! ¡Sal de la casa, ya va a empezar la posada! Karen, Edgar, Marcos, ya casi vamos a romper las piñatas. Oye, Gatito, ¿vas a salir o todavía te regañan tus papás? Ya casi, solo voy por un suéter.
En ese momento, la típica letanía resonaba por toda la calle, aunque no con las mejores voces afinadas, y después de eso, la música acompañaba los gritos y las burlas por no romper la piñata: “ese niño es muy tonto, es muy tonto, se parece a su papá”; y al final de cuentas, el niño más ladino se encargaba de que las paletas y caramelos cayeran del cielo.
Han pasado muchos, muchísimos años de aquellos tiempos. Lástima que una tragedia sea lo único capaz de volver a reunir a los vecinos de nuevo a revivir viejas glorias…