HOMO POLITICUS
Lo hemos sabido siempre, nada nuevo bajo el sol. Por teoría económica conocemos que las economías capitalistas se encuentran estructuradas en una interdependencia que genera, en la mayor parte de los casos, un juego de titanes, donde el pez grande se come al chico, que normalmente, es raquítico.
Todos conocemos el caso icónico de la crisis de 1929, que evidenció las contradicciones del sistema capitalista y que dio paso a diversos tipos de control económico como las medidas anti cíclicas, el control monetario, el manejo del déficit de deuda pública y externa, en fin, una serie de recovecos que se vuelven en indicadores de la “salud” económica de un país, pero que en realidad no deja de estar sujeto a las presiones políticas de las potencias.
El caso griego no es icónico ni mucho menos, evidencia que aun los países desarrollados experimentan procesos de recesión y crisis, donde la insolvencia es utilizada por las grandes potencias para seguir explotando y oprimiendo a los países menos desarrollados. Empero, la contracción económica de una país es un camino de dos vías, el que no puede pagar, puede provocar un pasivo al acreedor y en los hechos lo provoca, por lo que el efecto de la crisis en Grecia ya es resentido, inclusive, en México, donde el precio del dólar se ha incrementado.
Inviable políticamente, resultan las amenazas de la Comunidad Económica Europea de expulsar de este enclave transnacional a Grecia, cuestión que no será concretada porque debilitaría las fronteras europeas. El análisis transita no sólo por las implicaciones económicas del caso, sino también por sus dimensiones políticas, por lo que echar a Grecia del capitalismo desarrollado implicaría proscribir al capitalismo mismo, mensaje no aceptable ni para la ECU, ni para la estabilidad internacional de los países desarrollados.
Por ende, los reajustes económicos y las negociaciones que se hagan sobre la realidad de Grecia, serán reencausadas para asegurar que los estragos y penurias por las que hoy atraviesa, no se constituyan en un lastre para la viabilidad de esta mancomunidad. Por ello, nunca una amenaza se concreta ante la mesa de negociaciones, países de tercer mundo como México que han vivido en las penurias de la deuda externa o el Perú, son ejemplos de que los amos del sistema te aprietan pero no ahorcan, empobrecen a la población, pero saben que eres destino de sus inversiones y de su explotación.
¿Cuándo en la Grecia helénica los esclavistas sacrificaron a sus esclavos?, sabían que no podían prescindir de su fuerza de trabajo, lo mismo sucede hoy en Grecia, sólo que ahora prima un neoesclavismo de nación a nación.