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La sociedad de los aprendizajes diarios

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25 de noviembre
Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer

Resulta ya una costumbre encontrar en los distintos medios que existe una conmemoración para cada día, por supuesto dependerá del medio y de la celebración el alcance que el mensaje llegue a tener.
En la mayoría de los casos nos entretiene algunos minutos oír la idea, mensaje o reflexión, que se acompaña a veces de datos, vivencias y quizá algún recuerdo. El solo acto de oír o escuchar no siempre asegura una asimilación, menos si no va acompañado de un elemento de refuerzo por lo que empezaremos a pasarlo de frente o dejarlo pasar en algunos minutos.
El caso concreto del 25 de noviembre, solo el título de la celebración lleva una fuerte carga tanto conceptual como significativa, ya que retoma una condición normalizada que es el hecho de la violencia, que en la mayoría de las veces vivimos, experimentamos, provocamos, generamos, aprendemos, reproducimos y reforzamos, por lo que el tema es ampliamente conocido y referenciado, no hay opinión sobre la violencia que no se acompañe de un peso específico en la experiencia o recuerdo, es decir “hemos aprendido sobre la violencia, hemos reaprendido con la violencia y hemos generado aprendizajes desde la violencia”.
Ha sido tan integrada la violencia a las experiencias, que se le ha dejado de reconocer, ha tomado un lugar importante en las conductas, es ahora un medio para o entre las relaciones interpersonales, es utilizada en distintas direcciones como en contra, como a favor, es evidente o sutil, ha transitado de los actos, al lenguaje, al pensamiento, a la conciencia, ha escalado entre los individuos, a las sociedades y hacia la naturaleza.
El producto de este, al parecer único, gran aprendizaje ha sido un amplio y complejo abanico de condiciones que se intensifican, beneficiando a pocos y afectando a muchos, en especial a los que no utilizan a la violencia como una herramienta (en formas concretas) los cuales son etiquetados como no aptos, débiles, ignorantes, utilizables, desechables, es decir marginados, vulnerables, excluidos, prescindibles.
En este circuito formado por los que aplican la violencia y por aquellos a los cuales les impacta, no se encuentra otra peor distinción más la que alguien genera y otro recibe, esto se expresa en condiciones desiguales en las relaciones personales por parentesco, por condiciones físicas, relaciones e intereses, que se incrementan provocando diferencias, riñas, discusiones, peleas, conflictos, violaciones, asesinatos, imposiciones, impunidad e injusticia.
Ejemplos de la combinación e incremento en las condiciones de violencia sobran en la observación diaria, desde el trato desconsiderado o déspota al vecino, al otro conductor, al compañero de trabajo, al usuario; el incumplimiento o sobre paso de las funciones, maltrato verbal, comentarios sin fundamento, subestimaciones hacia el otro, sobrestimación propia, egocentrismos, autoritarismo, fallas en el autocontrol, cosificación de los sujetos, uso de la fuerza, de la autoridad y de la capacidad económica y del PODER.
Desafortunadamente esto se ha enfocado más en grupos de la población que es el enunciado, pero cuesta trabajo etiquetar a todas las mujeres como solo receptoras de la violencia, se debe reconocer que también son generadoras hacia otros grupos también de mujeres (empleadas-compañeras, usuarias, madres de familia, hijas y familiares), así como a los adultos mayores y niños ya sea por omisión de cuidados o por el uso de la fuerza, lo que permite reconocer el aprendizaje de los cuadros de violencia en el que se ha desarrollado la vida de la sociedad moderna.
La argumentación no pretende ser sexista o parcial por que estas conductas de clasismo, discriminación, rechazo, etc. se dan en todos los niveles, al parecer es conductual y esta violencia de las mujeres hacia las mujeres no tendría atenuantes sino todo lo contrario, por la conciencia y por el hecho en sí mismo. La escala mayor de violencia es siempre definida en el circuito hombres – mujeres, por roles y capacidades, entre los que destacan los feminicidios, las violaciones y combinaciones entre ambas, siguiendo los actos en escenarios domésticos hacia la madre o pareja sin omitir a las adultas mayores y niñas, por cuestiones económicas, de labores y cuidados. En un espectro contrario hay mujeres que no permiten que se omitan o transgredan sus nuevos roles y expectativas de vida, buscan alternativas para realizarlas, pausan roles e irrumpen en otros escenarios, donde se les aplica otras escalas y dimensiones de violencia, laboral o institucional.
Al reconocer otras condiciones para el aprendizaje que estén fuera de este hilo conductor de la violencia, se abre la oportunidad para otro tipo de relaciones, se trata en especial del diálogo, el reconocimiento de emociones, de sensibilidades, de necesidades, la empatía, la apertura, la disposición, la asimilación, la conciencia, el respeto propio y a la personalidad del otro, el identificar la desigualdad pero más allá se trata de ver la igualdad, sin prejuicios, así todo lo anterior en conjunto funcionan como el límite o disminución a la violencia. Interesante será equilibrar los dos aprendizajes entre hombres y mujeres en esfuerzos diarios para experimentarlos,  de registrar los resultados que se dan en otra dimensión personal y nivel de apreciación hacia la sociedad.
Con un equilibrio entre los aprendizajes y en las condiciones cotidianas en el hogar el trabajo y espacios públicos podríamos estar en el siguiente paso, que sería disminuir la violencia estructural, que está integrada en la columna social y que es en la que se desarrolla la vida moderna. Tampoco se trata de plantear en un escenario de tranquilidad inmediato, se trata de reconocer que existen opciones que buscan evitar la violencia, es contra corriente, los mensajes reales son pocos, irreconocibles, e insubstanciales, sin embargo contamos con los ejemplos de solidaridad, apoyo y respeto, es vital para una vida social reaprender y resignificar los medios y eventos para la solidaridad, el apoyo y el respeto, reconocer y valorar la sensación o emoción que se tiene por recibir una respuesta directa, positiva de una mirada o expresión, de alegría, confiable y espontánea; o ¿Cuáles son los aprendizajes diarios que buscamos como sociedad?