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Las mujeres cambian la política en Estados Unidos en la era Trump

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    •     La mayor presencia de mujeres, pero también de latinos (41 personas de este grupo forman ya parte del congreso), musulmanes e indígenas permitirá que los intereses de estos grupos tengan más atención en el gobierno federal norteamericano




Las elecciones intermedias de los Estados Unidos del pasado día 6 de noviembre pueden ser parte de un cambio más importante que el control del congreso por los partidos republicano o demócrata. En este ejercicio democrático las mujeres se convirtieron en el gran triunfador y con ello, muestran el creciente papel que este grupo ocupan en la vida pública. Existe varios datos que permiten señalar esto:
1) En esta elección, llegó el mayor número de mujeres al congreso; 22% del total de representantes, 95 mujeres a la cámara de representantes y 13 al senado.
 2) Fueron elegidas las dos primeras congresistas musulmanas.
 3) Una mujer de 29 años alcanzó el congreso (la más joven de la historia).
4) Las dos primeras congresistas pertenecientes a una etnia americana.
5) Las dos primeras congresistas latinas para el estado de Texas.
6) La primera congresista negra para el estado de Massachusetts.
7) La primera senadora en Tennessee.
Estos resultados generan una fotografía más completa sobre la composición social y racial de los Estados Unidos, donde las minorías, los afroamericanos y las mujeres están subrepresentadas en los puestos de toma de decisiones. La mayor presencia de mujeres, pero también de latinos (41 personas de este grupo forman ya parte del congreso), musulmanes e indígenas permitirá que los intereses de estos grupos tengan más atención en el gobierno federal norteamericano.
Por otro lado, resulta fundamental tomar en cuenta el contexto en que se producen estas elecciones. Dos elementos resultan centrales. Por un lado, la presidencia de Donald Trump. Este personaje, se ha caracterizado desde su campaña por una retórica y actitud de desprecio hacia las mujeres. Desde las cintas hechas públicas donde él detallaba su manera misógina de trata a las mujeres gracias a su fama, hasta la defensa de Trump al juez Brett Kavanaugh frente a las acusaciones contra este último, por un ataque sexual en sus años de universidad.
Todo ello generó una renovada indignación por el poco interés del actual presidente por los derechos de las mujeres ante actos de violencia. Creo que no es exagerado decir que la presidencia de Donald Trump ha sido un detonante para la movilización feminista norteamericana en una de sus variantes: el de un movimiento defensivo. En otras palabras, las mujeres se están levantando porque algunas piensan que de no hacerlo pueden sufrir un grave deterioro en sus derechos y participación en lo público.
Es una especie de protesta social de sobrevivencia ante el machismo de Donald Trump. El partido demócrata supo leer esta indignación al postular un creciente número de mujeres a puestos de elección con resultados positivos.
Un segundo elemento, ligado directamente a lo anterior, es el movimiento #Me Too (Yo también), que inició en redes sociales para denunciar las agresiones sexuales del productor norteamericano de películas Harvey Weinstein. La frase de “yo también” se convirtió en un vehículo de solidaridad entre todas aquellas mujeres (pero posteriormente hombres) que han sido objeto de abuso sexual.
Esta protesta ha tenido resultados concretos en la forma de juicios y despidos de actores, empresarios o funcionarios que incurrieron en este tipo de conductas abusivas. El movimiento se ha extendido a 85 países, entre ellos Inglaterra, Vietnam, India, Italia, México y Rusia, entre otros. La visibilidad que el movimiento #Me too dio a la problemática de género un impulso fundamental en las campañas de las mujeres que se postularon para puestos de representación popular.
Esto puede ser interpretado como una muestra de la buena salud de la democracia norteamericana: los reclamos populares, -en este caso por los abusos sexuales, – son canalizados a las instituciones públicas por medio de la elección de personas que buscan solucionarlos. Las mujeres están reclamando un mayor protagonismo político que por el bien de todos, debe mantenerse y consolidarse.