EL CAMPO BRAVO AJACUBA (II)

#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO
    •    En la actualidad los hermanos don Bonifacio y don Francisco Castro Serrano, así como los herederos de don Luis Castro Ramírez, continúan con la tradición de la cría del toro de lidia en Ajacuba


Estimado amigos saludandolos con afecto desde este espacio de Plaza Juárez. La crianza del toro de lidia en México, se inició, invariablemente, con poniendo vacas criollas con sementales españoles, que la mayoría de las ocasiones fueron toros traídos para la lidia desde la madre patria y que por alguna circunstancia no fueron estoqueados.
Así ganaderías como Atenco, considerada la más antigua del mundo, Santín, San Diego de los Padres, Piedras Negras, San Mateo, Venadero, entre otras, tuvieron su origen en la selección de vacas criollas que mostraban bravura y los toros ibéricos, que al paso de tiempo generaron los primeros encastes mexicanos.
De igual manera, como lo comentamos en la pasada entrega, el origen de los hatos ganaderos de bravo en el municipio de Ajacuba, tuvieron su inicio con vientres criollos. Don Bonifacio Castro Serrano, quien con su hermano Francisco, heredaron la ganadería de su señor padre don Anastasio Castro Vega, refiere que éste en su rancho “Rincón de Teguendo”, poseía un rebaño de vacas y toros criollos que por su bravura le eran solicitados para lidiarse en fiestas de los poblados circunvecinos a Ajacuba, más adelante con el deseo de depurar su hato y por la amistad que lo unió a don Manuel Sierra Ortega, conocido en el medio taurino como “El Botas” adquirió de este un lote de veinte becerras de tienta y un becerro para refrescar sus empadres, más adelante don Anastasio pidió a Sierra Ortega, quien fuera ahijado de don Juan Aguirre García “Conejo Chico”, que interviniera para que don Juan le vendiera un becerro puro de la línea de San Mateo, siendo Ramón Ávila, caporal de “Conejo Chico” quien le seleccionó un becerro cuya “reata” fue checada en los libros de registro de la ganadería, y una vez cerrado el trato y pagado el becerro el ganadero le obsequio a la vaca; así Don Anastasio seleccionó 30 vacas de su rebaño criollo y las puso con ese semental al que nombró “Conejo” en honor al criador poblano.
A base de paciencia, afición y esfuerzo, don Anastasio fue depurando su ganadería, predominando el encaste Llaguno, por diversas vías, con sementales como “Centenario”, “Tlaxcalteca” y “Jardinero”, así como el toro “Cuervo” que fue indultado en Ajacuba, procedente de la ganadería de Huixcazdha, de Huichapan, Hidalgo, propiedad del fallecido criador don José López Lugo, quien se lo cediera, y que les ligó extraordinariamente.
Como hemos señalado antes al fallecimiento de don Anastasio Castro Vega, son sus hijos quiénes Bonifacio y Francisco Castro Serrano, quienes llevan la ganadería y actualmente cuentan con ciento once vacas y tres sementales, dos de ellos, los números 23 y 43, son nacidos en la propia ganadería.
Por otra parte, don Luis Castro Vega, hermano de don Anastasio, animado por este último, decidió también iniciarse, en forma, en la crianza de ganado de lidia para lo cual le vendió un semental de la línea de “Juan Aguirre” y le prestó al semental “Conejo” para que padreara con vacas criollas que ya tenía Don Luis.
Al fallecimiento de éste su hijo don Luis Castro Ramírez llevó la ganadería, se hizo cargo del ganado de lidia, continuando con la línea del encaste Llaguno, al adquirir un semental de Ernesto Cuevas, así como de otras procedencias. Don Luis Castro Ramírez cultivó estrecha amistad con el taurino, empresario y ganadero don Gonzalo Martínez quien le cedió un lote de vacas las cuales fueron puestas con el semental número 40, de procedencia Jesús Cabrera, vía La Paz, adquirido a don Arturo Velázquez, así don Luis logró criar un toro que además de bravura, acusa buen estilo y nobleza, pero a los que hay que poderles.
Desgraciadamente don Luis Castro falleció el día 6 de junio de 2015; siendo ahora su viuda doña Sofía Gómez y sus hijos Luis, Mirna y Hugo Castro Gómez, quienes han quedado al frente de la ganadería, la cual llevan con entusiasmo y afición, lidiando con frecuencia han obtenido frecuentes triunfos por la bravura y buen estilo de sus astados, en los que predominan los pelajes, negros entrepelados, bragados, mulatos y cárdenos, astados de encornaduras cómodas.
La Familia Castro es un ejemplo de esfuerzo, amor, afición y pasión en la crianza de toros de lidia, actividad que como manifiesta Luis Castro Gómez no representa un negocio rentable, sino que se realiza por mera afición y tradición familiar, sobre todo en estos tiempos difíciles para la fiesta brava
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO si Dios lo permite.

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