“EL CHÚTARO”
Un domingo, como a las 9 de la mañana, en una de las vecindades del barrio de La Palma, se escuchaba un verdadero desmadre, los escuincles corriendo, gritando como apaches, los pinches perros ladrando y para acabarla de chingar, al otro lado de la casa de Nacho “El Chútaro” se escuchaba el radio a todo volumen del vecino, que le gustaba escuchar la Hora de Vicente Fernández.
Nacho se movía en su cama, de un lado a otro, con una almohada se tapaba la cara, como estaba bien crudo, sus nervios le iban a estallar. Se levantó y le dijo a su vieja:
• ¡Por favor, vieja, calla esos malditos escuincles, o les retuerzo el pescuezo, y dile al pendejo del vecino que le baje a su radio, parece que está en el monte!
• Mejor lávate la cara y péinate, vamos a misa para que se te salga el diablo, anoche llegaste echando madres, me daba ganas de lavarte el hocico con creolina, iba a llamar a tu madre para que te diera unas cachetadas, me desconociste, cabrón, me aventaste de madrazos, que por lo pelito, me hubieras noqueado, para mi suerte no me diste ninguno, para que te calmaras te tuve que dar un palo en la cabezota, que caíste con los brazos en cruz, con el hocico abierto. No sé que les da de tomar el pinche cantinero, que los vuelve locos. Así te vas a quedar un día, y me cay que te llevo a la Castañeda.
• Cállate el hocico, que me da todo vueltas, tengo ganas de cantar la Guácara, ahora si me dio en todita la madre la cruda, lo que debías de hacer es ir por una cerveza, y le dices al cantinero que me prepare una piedra, para que me componga, me cay que me siento morir.
• Con una piedra, es la que te voy a azorrajar en el hocico, con esa misma te voy a dar en la madre, ayer que me correteaste me tropecé, me fui de cuernos y me hice un chipote, apenas te podías sostener, hable y hable como pinche cotorro, no te entendía nada, y mejor me fui a dormir con los muchachos, dame para la cerveza.
Nacho “El Chútaro” metió la mano a la bolsa y no encontró ni un centavo.
• ¡Ah, cabrona! Hasta ratona me resultaste, me diste en la madre con mi lana, me volaste.
• Tan bueno que fueras para dejarte robar, si no eres tan pendejo, cada que vienes borracho te duermes con las manos en las bolsas y no las sacas hasta que amanece.
• No exageres.
• Verdad de Dios, parece que estoy durmiendo con un pinche soldado en posición de firmes, y me sales con la mamada de que te falta dinero.
• Bueno ya, no me la hagas de tos, y dame de almorzar, dile a don Trini que apague su radio, parece que está sordo, el cabrón, yo me siento muy mal, me pesan las patas, y siento como si me cortaran la cabeza con un serrote sin filo.
• Le voy a decir al pinche viejo, pero también está como tú, es muy grosero, me vaya a faltar al respeto, la otra vez le dijo Juanita que apagara su radio porque su chamaquito estaba estirando la pata, y en lugar de hacerlo le subió todo el volumen, le mentó la madre y le gritó que estaba en su casa, y que ninguna pinche vieja, por muy brava que fuera, le ordenaba que apagara el radio.
• Tú dile, si te mienta la madre, se la regresas, y si se te pone a brinco y no quiere, tendré que salir y aventar madrazos a lo loco y quebrarle su radio en la mera cholla, para que se enseñe a respetar el dolor ajeno, ándale, y no te tardes con mi Chela, que me estoy quemando por dentro.
La señora no se atrevió a decirle nada al vecino, porque le fuera a mentar la madre, como los switch de la luz estaban a la entrada de la vecindad, lo bajó y se echó a correr, fue a la cantina y le dijo a don Ramón:
• Deme una caguama bien fría, y dígame un remedio para que se componga mi viejo de una cruda, porque como lo veo, a lo mejor no amanece mañana.
• ¿Qué le pasa a don Nachito?
• Tiembla como perro, arquea como si tuviera atorado un hueso en el gañote, anda como león enjaulado, de un lado a otro, camina con los brazos abajo, mirando al suelo, como si le pesaran las nalgas. Tiene los ojos rojos como de cuyo, y siente que le revientan las orejas, le preparé un chilito y me lo vomito.
• Su caso está duro, pero es muy necio, el cabrón echó una apuesta con “El Canelo”, a que se tomaba una botella de tequila sin limón ni sal, parecía charro, se la aventó sin despegar la botella del hocico, cuando se la acabó, las patas se le doblaron y dio el mulazo en el suelo, no se pudo parar, lo dejamos dormir en el suelo por mucho tiempo, trataba de decir algo, pero no le entendimos, por las dudas, le contestaban botellita de vinagre.
• Yo pensaba que usted era el culpable, porque luego cuando ya están borrachos les vende cubas con alcohol del 99, la vez pasada llegó loco y por poco le apachurra el gañote a su jefa, que la confundió conmigo.
• Le voy a dar un remedio, a ver si se compone, si no llévelo al Hospital General para que le limpien la sangre con suero; le va a preparar una cuba, en un vaso jaibolero le echa dos caballitos de tequila, le pone Vermut Vernetti, le echa un chingo de hielo, le mueve bien, y que se la tome de madrazo. Y veré cómo con eso va a quedar very fine.
• Muchas gracias, don Ramón, cada quien sabe el remedio para el veneno.
Doña Chencha le compró la cuba preparada, y caminaba con cuidado para que no se le cayera ni una gota; a la entrada de la vecindad vio a don Trini, que arreglaba su luz, y no dejaba de echar madres; con mucha rapidez la señora, le descompuso su radio y se metió a su casa. Encontró muy mal a su viejo borracho, con medio cuerpo en la cama, haciendo ojitos de borrego, echaba espuma por la boca, lo movió para acomodarlo, y le dijo:
• Orale, viejo, con esto te vas a poner al tiro.
Como no le hizo caso, corrió a la casa de su suegra, la señora Ramona, que vivía a unas cuantas calles.
• Suegra, suegra, venga pronto a la casa, su hijo está a punto de irse al Valle de las Calacas.
• ¿Qué le pasó?
• Como siempre, llegó hasta la madre, dice el cantinero que se tomó una botella de tequila de a litro él solito, y apesta a pura marranilla, le sale el tufo por todos lados.
La señora llegó a su casa acompañada de su suegra, y encontraron al “Chútaro” hablando solo:
• Vieja, llegó la hora de entregar el equipo, me estoy muriendo, ya veo la muerte que está junto de ti.
• No mames, es tu jefa, que viene a ver en qué te puede ayudar. Ten, tomate esto, siquiera que te vayas borracho, y no le tengas miedo a los diablos.
Nacho se lo tomó de un jalón, y quedó quieto, hizo los ojos al revés, se fue para el otro mundo, se murió de una cruda, pero contento.