“EL SANCHO”

Una vez se encontraban en el comedor de la mina de Santa Ana, en el nivel 370, Antonio “El Loco”, Jesús “El Cuervo” y Bardomiano “El Baldo’’, quien a pesar de taparse la cara se le veía muy hinchada, tenía un ojo cerrado y todo el cuerpo con heridas abrasivas, parece que lo había arrastrado un caballo de frente, de lado y de cola. “El Loco’’ era su mejor amigo y le rogaba de que comiera, le decía que desde que llegaron no había probado la comida y le contestó.

  • Si pudiera ya lo hubiera hecho, tengo mucha hambre.
  • Hazle la lucha, ten, bébete este caldito de pollo.
  • Ya pinche ‘‘Loco”, te dijo que no puedo.

Juan, el encargado le dio un sape en la cabeza y le dijo.

  • ¿Qué no entiendes, pinche “Loco”? no quiere, es mal agradecido todavía de que se preocupan, te pones pendejo
  • Si no quieres tragar, sácate a la chingada.

Lo que había pasado era que el Baldo, andaba de “Sancho”, le cayeron y le partieron toda la madre. Le dieron una madriza que lo dejaron chimuelo, desfigurado de la cara y cuando terminaron de comer le preguntó uno de ellos que fue lo que te paso.  

El Baldo les platicó.

Hace unos días baje al centro como a las dos de la tarde, por la calle de Galeana, frente al kinder, encontré a Petra, la mujer del “Carrizo”, ella siempre me había gustado pero no me pelaba, esa vez que me vio descanso sus bolsas de mandado y me habló.

  • ¿A dónde va tan guapo “Baldo”? no se lo vayan a robar y después yo que hago.

Al escuchar aquella flor me quede todo pendejo, y solo le dije

  • Usted es la paseadora y nunca invita.

Ella me contestó sonriendo.

  • Me gustaría pasear pero no tengo quien lo haga.
  • Me pongo a sus órdenes
  • ¿ A poco?

Levantó sus bolsas de mandado y me dijo muy coqueta.

  • Todos los días a estas horas paso por aquí a ver si el destino nos junta.

Se alejó caminando como yegua fina que me dejo con el hocico abierto, varias veces fui a esperarla y le invitaba su helado, o alguna golosina que le gustara, a mi vieja le llegaron los chismes y se me puso al tiro.

  • Óyeme cabrón, ¿a donde vas todos los días a la misma hora?, me dijeron un chisme y ten mucho cuidado porque se te vaya a presentar el diablo encuerado en un callejón sin salida.

La verdad me agarro en un momento de pendejo que me puse muy nervioso y no supe bien que contarle.

  • Es que corrieron a un compañero del trabajo y nos hemos juntado todos para ayudarlo en el sindicato.
  • A chinga, hasta líder te has vuelto.

No le hice caso, y me salí de la casa, ese día cuando encontré a Petra me dijo.

  • Mañana pasan en el cine alameda una película de Pedro Infante ¿me invita?

En el cine la agarre su mano y ella no protesto, poco a poco le fui echando el brazo al cuello, luego juntó su cabeza con la mía, cuando Pedro Infante beso a su novia en la película, yo también hice lo mismo y a Petra le gusto, a cada rato cerraba sus ojitos y paraba la trompa y ella me besaba, que le digo que si quería ser mi novia y me dijo que sí, de ahí en adelante andábamos como jóvenes agarraditos de la mano y nos dábamos unos besotes, que hasta el hocico se nos estaba haciendo como el Pato Donald.

Un dia que me dice.

  • Quiero que me lleves a Pachuquilla, va haber un baile donde va a tocar la Sonora Santanera.

Le dije que sí, aunque no sabía de dónde iba a sacar para las entradas y los pasajes. Total que pido dinero prestado y que me compro unos zapatos bien padrotes, que voy a ver a la señora que fía perfumes y que le pido uno, me puse un saco y compre una corbata que le hiciera juego y quede al tiro, sabía que me la iba a pasar a toda madre.

Varias veces me mire en el espejo, porque no quería llevar un pelo suelto y al salir en la puerta estaba mi vieja parada y muy burlona que me dice.

  • Uy, uy, uy, que bonito hueles, ¿a donde vas Conejo Blas?  
  • Voy con el comité del sindicato para arreglar un asunto.
  • Que bien, tu paseándote y tus hijos muriéndose de hambre.

No le hice caso, la moví a un lado para pasar y que le puse una patada al perro para que viera que estaba enojado. Con Petra me la pase a toda madre, bailando de cachetito pegado, de cartón de cerveza. Regresamos a Pachuca en la madrugada y cuando la deje en su casa que me dice.

  • Quédate a dormir un rato.

De ahí en adelante me quedaba muy seguido en su casa, Petra cada día me gustaba más, me estaba enamorando perdidamente de ella, a mi vieja le encontraba defectos, las patas flacas y chuecas, la veía panzona y una nalga mas arriba que otra.

Una vez que dormía a toda madre en la casa de Petra, escuche que abrieron la puerta de abajo, luego pasos que subieron las escaleras y alguien toco la puerta de la recamara.

  • ¡Petra! ¡Petra!

Ella se enderezó como resorte.

  • ¿Quién?
  • ¿Cómo quién pendeja? abre la puerta o la tumbo a patadas.

Me dijo espantada.

  • Es mi marido.

Que me visto rápido, aunque por lo oscuro meti las dos patas en los calzones, me costaba trabajo sacarla, Petra me hablaba en voz baja y me enseñaba una ventana que daba a la calle. Petra me hacía con los dedos que me apurara y me volvió a señalar la ventana, porque los toquidos eran más fuertes al igual que las groserías.

  • Abre con una chingada.

Abrí la ventana y tenía como cuatro metros de altura, pero al ver la angustia de Petra que me echo el brinco, al caer me torcí una pinche pata y ya no pude caminar.

Ahí me quedé sentado, escuche los gritos de Petra cuando le estaban pegando, luego vi al ‘‘Carrizo’’ que se asomo, cuando trataba de pararme sentí un jalón de greñas y después madrazos en todas partes, luego patadas, para que ya no me pegara me hice el muertito, como pude me paré y caminé agarrado de la pared, iba escurriendo de sangre por todos lados. Cuando me vio mi vieja se moría de risa y me dijo.

  • Que bueno cabrón, eso es lo que andabas buscando haber si asi se te quita lo cuzco.

Me metí a mi cuarto y me vi en el espejo, que chinga me habían dado, tenía un ojo cerrado, el otro a punto de hacerlo, sangraba de nariz y boca y le dije a mi vieja.

  • Calientame tantita agua por favor.
  • Que te la caliente esa pinche vieja, yo no soy tu gata.
  • Ya vieja, vamos a dejar las cosas como están.
  • Eso es lo que quisieras, pero el dia que vea a esa puta, le va a pasar lo mismo que a ti.
  • Ella no es ninguna puta.

Que se voltea y que me grita.

  • ¡Desgraciado infeliz!

¡Bolas¡ que me da con el sartén en el mero hocico, “El Carrizo” me había aflojado los dientes y luego mi pinche vieja que me los tumba.

‘‘El Cuervo’’ preguntó

  • Qué no sabías que era la mujer del “Carrizo”?
  • Si pero pensé que ya la había dejado, nunca hablamos de eso.

‘‘El Loco’’ le dijo.

  • Ten cuidado porque “El Carrizo’’ es cabron, se va a cobrar con la ley del talión.

Dijo Juan el encargado.

  • Ya vámonos a trabajar.

En el camino “El Cuervo” le preguntó al “Loco”.

  • ¿Quién es ese ‘‘Carrizo’’?
  • Es un grandote flaco que trabajó en la mina de Paricutín, un dia le dio un balazo a un perforista, luego en el barrio le dio de cuchilladas al “Morrongo”, siempre lo anda buscando la policía.
  • Crees que le vuelva a dar en la madre al ‘‘Baldo”
  • Tenlo por seguro, no va a parar hasta que lo mate.

Pasaron días y “El Baldo” no se presentó a trabajar, sus compañeros pensaron que se había incapacitado, pero un dia le preguntaron a uno de sus cuñados y les dijo.

  • Antier lo apuñalaron, estuvo grave en el hospital y ayer lo pasaron a la Clínica Minera.

Cuando salieron de trabajar sus compañeros fueron a ver al “Baldo”, lo encontraron en una cama todo descolorido, le habían dado 15 puñaladas.
“El Loco’’ se sentó junto a su cabecera haciéndole los cabellos para atrás y le dijo.

  • La próxima vez para que no te pase esto hazle como los gatos cuando van a casa ajena.
  • ¿Cómo le hacen?
  • Nada más cogen un ratón y se salen.

Related posts