Tendrán fundamento los cuestionamientos al plan de seguridad

 

Los medios han acaparado la atención sobre el Plan Nacional de Paz y Seguridad del presidente electo. Más que acuerdo, en los medios se han registrado desacuerdos, rechazo y cuestionamientos a la propuesta de seguridad del futuro presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fundadas en la permanencia de la presencia del ejército en las labores de seguridad interna del Estado mexicano, en esta ocasión a través de la creación de la Guardia Nacional, figura que aparece en la Constitución de 1917.

Desde hace varios años atrás, y más de dos sexenios, en esta columna había señalado que la única forma de erradicar el crimen organizado y la inseguridad era eliminando las raíces que le dan sustento: la pobreza, la marginación y la exclusión social. El nuevo gobierno que terminará de instalarse en México el próximo 1 de diciembre, ha venido señalando lo mismo después de sus dos últimas campañas presidenciales y lo ha ratificado este miércoles al presentar el Plan Nacional de Paz y Seguridad.

Si vemos el México de los años setentas y lo comparamos con el que existe hoy, podemos constatar que hemos avanzado en la democratización del país, en su modernización, pero esos logros, paradójicamente, han estado marcados por un incremento de la pobreza y de mayor violencia en el país. La apertura de la economía al exterior y su liberación no ha traído grandes beneficios para la mayoría de los mexicanos ni creado los millones de empleos que se esperaban, por el contrario, significó la quiebra de cientos de empresas en 1994, la venta de tierras en el campo y el incremento en la emigración de millones de mexicanos, que sin los Estados Unidos como válvula de escape bien habrían hecho una revolución hace tiempo.

La globalización y las políticas neoliberales seguidas por los últimos 5 gobiernos en México han provocado la concentración de la riqueza y el aumento de las desigualdades. Mientras que en el país había 27 millones de pobres en 1994, cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) e inició el camino de México para firmar 16 tratado comerciales, para crear igual cantidad de zonas de libre comercio, en el 2015 la CONEVAL daba cuenta de la existencia de 55.3 millones de pobres en el país; mientras que en 1917 Credit Suisse Research Institute señalaba que había en México 84 mil millonarios, los cuales representaban menos del 1% de la población y 570 personas con fortunas mayores a 50 millones de dólares, además de 50 personas con más de 500 millones de dólares, según howmuch.net.

La falta de oportunidades de empleo, de acceder a un salario digno, de tener acceso a la educación, a la salud y una casa decorosa, han empujado a millones de mexicanos a emigrar o a delinquir para sobrevivir. Es esa polarización de la sociedad la que ningún gobierno ha querido ver ni eliminar, la cual ha alimentado los carteles de la droga, la delincuencia organizada y es responsable de la inseguridad que vive el país.

¿Se puede neutralizar y extirpar la delincuencia organizada y la inseguridad en México sin la participación del ejército? La respuesta es no; en un país como el nuestro donde la delincuencia organizada está presente en el seno del gobierno y dentro de las instituciones policiacas; donde incluso entre el ejército y la marina existe desconfianza por la penetración de que han sido objeto; es preciso que la creación de la Guardia Nacional se haga con la colaboración de las Fuerzas Armadas del país, a fin de darle el mando de garantizar la seguridad interna del país en el futuro y que puedan regresar los soldados a sus cuarteles, a ocuparse de salvaguardar la soberanía nacional.

Pero más que la fuerza y la guardia nacional, para poner fin al crimen organizado y la delincuencia, se requerirán millones de pesos para crear los millones de empleos que reclaman hoy, por lo menos, 34 millones de personas que sobreviven en la economía informal, borradas de las estadísticas gubernamentales gracias al arte de construir las cifras o de realizar encuestas, la mayoría de ellos sin calificación alguna.

Es probable que los cuestionamientos a la propuesta de seguridad del nuevo gobierno se hagan más por oficio que por convicción, como la muestra de lo que sucederá en el próximo sexenio, donde todo parece ser que será sometido a burlas y cuestionamientos, no para construir un país mejor sino para denostar un proyecto que pretende cambiar el rostro de un país que ha sido administrado durante años, sin intentar modificar las políticas públicas que se han venido aplicando hasta hoy.

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