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RETRATOS HABLADOS

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    •    65 años no es la edad de un viejito necio


Andrés Manuel López Obrador, Presidente electo de México, nació un 13 de noviembre de 1953. Ayer cumplió 65 años de edad, de tal modo que no, de ninguna manera puede hablarse de que es un viejito necio o algo por el estilo. Enrique Peña nieto tiene 52 años y está por dejar el cargo de máxima responsabilidad en el país.
    AMLO llega en un momento de profunda madurez, pero no senilidad. Terminará su sexenio a los 71 años, si es que no decide convocar a una consulta para decidir quedare como Presidente vitalicio, aunque esto es más un chiste que una posibilidad siquiera.
    A los 65 años, luego de una lucha que le ha llevado prácticamente toda la vida, el futuro Jefe de la Nación puede decidir con calma cada una de sus acciones, de tal modo que lo visto hasta la fecha queremos creer que simplemente fue la apuración por afianzar el poder antes que otra cosa suceda.
    Hay incertidumbre en el país sin duda alguna, porque se trata de un cambio radical en todo lo que se había visto a la fecha, y luego que el PAN no fue sino una continuación, mal hecha por cierto, de los gobiernos priístas.
    De tal modo que nadie en su sano juicio podrá afirmar que todo luce espléndido, maravilloso, único, como dice el Presidente gringo. Hay temor porque el cambio genera miedo. La rutina es una maravilla para dejarse llevar en el río de la vida sin rumbo alguno, o con un rumbo que se sabe no llevará a ninguna parte que resulta cómodo.
    López Obrador es pues un hombre maduro pero no viejo y que hoy, a la luz de los hechos, nos hace entender que la juventud no siempre representa garantía de aciertos, sino todo lo contrario.
    Algunos de sus futuros colaboradores sí pueden entrar en esa clasificación de ancianos en plenitud, que pueden generar querellas generacionales con los que no rebasan los 40 o 50 años. En ello AMLO tendrá que estar muy atento, porque con todo y lo que se quiera pensar, la forma de ser hace de quien rebasa los 70 y está próximo a los 80, es diametralmente opuesta a quienes tienen la mitad de esa edad.
    Sin embargo intentemos ser optimistas, y no ver en el futuro inmediato un caos nadamás porque así lo queramos ver.
    En Hidalgo por ejemplo, desaparecieron todos los barruntos de enfrentamiento con el gobernador Fayad, cuando ambos se reunieron y descubrieron que, después de todo, hay mucho más elementos que los unen que los que podrían enfrentarlos.
    Esos elementos tienen que ver con la preocupación cierta por tener un mejor Estado, con más empleos, con más oportunidades para sus habitantes. De tal modo que ese camino sin duda es el que deberá imperar en todo el país.
    Con todo y los grupos que se le pegaron como sanguijuelas, y que en Estados como el nuestro han insistido en querer apostar por un conflicto Hidalgo-Presidencia de la República próxima, el hecho es que López Obrador sabe de las alimañas que se echó encima, y lo peor sin ninguna necesidad.
    Ya los puso en su lugar y eso puede ser una buena noticia.
    Pero, le insisto, no se trata de ningún viejito necio. A los 65 años, apenas cumplidos ayer, sería lamentable colocarlo en ese espacio y achacarle todo tipo de calificativos. No, el asunto no va por ese rumbo.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
De tal modo que nadie en su sano juicio podrá afirmar que todo luce espléndido, maravilloso, único, como dice el Presidente gringo. Hay temor porque el cambio genera miedo. La rutina es una maravilla para dejarse llevar en el río de la vida sin rumbo alguno, o con un rumbo que se sabe no llevará a ninguna parte que resulta cómodo.