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UN INFIERNO BONITO

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LO ACUSAN POR INTENTO DE VIOLACIÓN

Juan Pérez Morales, de 34 años, jura y perjura, besando la cruz, que él no fue, y hasta llegó a decirle al agente del MP que se muriera su jefa si era verdad lo que decía la vieja loca de su suegra. Él trataba, a toda costa, de defenderse como gato boca arriba de la acusación, muy grave, que le hace la mamá de su vieja. Les dijo que verdad de Dios que se equivocó, porque él ni borracho ni loco le llegaba a la señora.

 

Jerónima Sánchez Ramírez, con domicilio en la calle de Observatorio 113, en los barrios altos de Pachuca, no quitaba el dedo del renglón, y le dijo a las autoridades que ya no le buscaran, si ella decía que la birra es parda, es porque llevaba los pelos en la mano.

En la averiguación se anotó que Juan Pérez, a quien apodan “El Mollejas”, llegó por la noche a su casa, se encueró y se metió a su cama, pero cuando comenzó a trastear a su vieja, resultó que era su suegra, y ésta le puso en la madre; sin dejarlo vestir, lo llevó ante las autoridades acusándolo de intento de violación.

La primera que se tiró al ruego fue la esposa de Juan, que dijo que se llamaba Martha Hernández Ramírez, de 34 años de edad, que lleva 10 años de juntada con el susodicho, que es un borracho común y corriente, parrandero, mujeriego y jugador, que es el hijo del Juan Charrasqueado. Llegó el sábado por la madrugada, y le pegó sin deberla, dejándola toda madreada, con los ojos morados, el hocico roto; la señora le dijo que lo iba acusar con las autoridades, pero le contestó que a él se la pelaban, y le volvió a pegar y puso tierra de por medio.

Por el escándalo, los perros no dejaban de ladrar, y salieron los vecinos, le ayudaron a curarla porque estaba toda desmadrada, llamaron a la Cruz Roja pero no llegó, y varios de los inquilinos de la vecindad se la tuvieron que echar de paramédicos; fueron a llamar a doña Jerónima pero no la encontraron porque se había ido a una pachanga, pero le dejaron el recado de que cuando llegara, fuera a ver a su hija, a ver si la alcanzaba viva.       Al mediodía del domingo, llegó la mamá de Martha, o sea dona doña Jerónima, a paso veloz, al entrar a su casa, al verla pensó que la había atropellado un camión de los de la ruta Centro- Providencia, porque estaba toda desmadrada, con un ojo cerrado y el otro no lo podía abrir, y le salía sangre de la cholla, y apenas se podía mover, de las patadas que le dio en todo el cuerpo y en las nalgas.

Le contó con todo detalle a su jefa, que el que le había dado en la madre fue su marido porque no se paró, a la una de la mañana, a darle de cenar. Eso enfureció a doña Jerónima, que se puso como jitomate, se aventó un rosario de maldiciones y mentadas de madre en contra de su yerno; y juró que cuando lo encontrara, lo iba a hacer calabaza. Y no le paraba el hocico de tanta amenaza.

Con calma, la curó y se quedó a esperarlo para darle su merecido; la señora cerraba sus puños, hacía sombra meneándose como una boxeadora profesional, pero como no llegaba, le dijo a su hija que se fuera a dormir en la cuarto con sus hijos, y ella se quedaba en su cama a esperarlo.

Por la madrugada llegó Juan, y con mucho cuidado, abrió la puerta, caminó de puntitas hasta su cama, como estaba oscuro no prendió la luz, él estaba arrepentido y pensaba pedirle perdón a su señora, y hacer una buena reconciliación.

Se quitó los zapatos, la camisa, el pantalón y los calzones, se metió encuerado, en medio de la cobijas, pero cuando quiso acariciar a su mujer, sintió un soplamocos por un ojo, que le dejó como la gallinita ciega, y luego de una patada, lo tumbó de la cama, prendió la luz; Juan por poco se desmaya al ver a su suegra, que era la que estaba acostada en lugar de su señora. Ya no pudo hacer nada cuando se quiso vestir, la señora Jerónima le hizo manita de puerco y así, en traje de rana, lo sacó a la calle, pidió ayuda a una patrulla, quien lo llevó al bote.

Juan declaró, y jura por su madre, que se equivocó como cualquiera lo puede hacer, nunca pensó que su suegra estuviera de metiche en su casa, y pide libertad de inmediata porque es inocente, nunca trató de faltarle a la señora, además no se la echaría ni aunque le pagaran. De todas formas, quedó encerrado hasta que se resuelva su situación legal, pidió una cobija prestada porque lo iban a meter a la galera, y no faltaría quién se quisiera pasar de listo.

 

AGARRARON AL CHANGO

Por fin, después de tanto buscarlo, por cielo mar y tierra, cayó en las manos de la policía, José Armando, mejor conocido en el bajo mundo como “El Chango”, quien andaba a salto de mata, dicen que se puso una borrachera y le dio en la madre a su compañero de parranda, Martín Garduño.

Esto fue en el barrio de San Miguel del municipio de Ixmiquilpan.

Ya le andaban pisando los talones y sólo esperaban que se descuidara para echarle el guate y ponerlo en la sombra. Comentó que el asesinato lo cometió en San Antonio. Dijo que su amigo ya le había llenado el buche de piedritas, se picaron, se aventaron un trompo afuera de la pulquería, se lavaron las manos para pelear a mano limpia.

Su enemigo Martín, al verse perdido, agarró un tanque de gas, y le advirtió que lo iba a hacer explotar, acercando un cerillo prendido; fue cuando “El Chango” echó mano a su cintura y sacó un cuchillo, y le dijo que soltara el cilindro de gas, pero como no quiso, le dejó ir el cuchillo y se peló; anduvo cascareando por todos lados, regresó a su casa, en Ixmiquilpan, y fue cuando lo agarraron.

 

SEMBRABA MARIHUANA EN SU CASA

A Alfonso Hernández se lo empinaron los del Ministerio Público federal, le cayeron que sembraba marihuana en el patio de su casa. Les dijo que como hay muchos que quieren legalizar la droga, él la iba dar al precio porque pertenece a gente honrada.

Además, la sembraba para que se la diera a su abuelita, pues con el cambio de clima se le hacen las patas como de bolillo, y también, él siempre ha votado por el partido verde y le gusta cultivar las plantas; no le hicieron caso, y se lo llevaron de las greñas, los uniformados de Tula de Allende.

A los comandantes les llegó el pitazo, que en una casa cultivaban marihuana. Se trasladaron al lugar y localizaron en la parte de atrás de la vivienda de Alfonso, 5 plantas de regular altura, con un peso de 4 kilos 245 gramos, por eso se lo llevaron a enfrentar su proceso penal.

 

LO AGARRARON ARMADO

Miguel Hernández, acompañado de un abogado que se llama Ernesto Cevallos, pidió que se aclare que en ningún momento quiso darle en la madre a nadie, y menos a uno de sus parientes, como se publico en un periódico.

Dijo que el 29 mayo, por la noche, se le descompuso su Volkswagen Jetta, con placas de circulación HJE-4857, en la esquina que forman las calles Piracantos y Constituyentes, donde llegaron los uniformados y en lugar de echarle la mano, lo primero que buscaron fue algo que lo comprometiera, y debajo del asiento encontraron una pistola calibre .22; les mostró sus papeles y su permiso, pero no le hicieron caso y se lo llevaron, de las greñas, a la comisaría.

Pero, por coincidencia, ese mismo día detuvieron en la comunidad de Cerro Verde en el municipio de Cuautepec de Hinojosa, a Ángel Arista, de 63 años de edad, quien trató de darle de plomazos a un familiar suyo. Pero, por cosa del destino que le jugó una mala pasada, los fotógrafos del periódico retrataron a Miguel y publicaron que él atacó a un pariente.

Se confundieron con la fotografía, y los de la Coordinación de Investigación le cargaron la bronca. Por eso se presentó con su abogado, a aclarar que sí llevaba pistola, pero no se llama Ángel, sino Miguel, y ahora se lo quieren torcer.

 

UN CONDUCTOR RETÓ A MADRAZOS A LA POLICÍA

Los uniformados de la Policía que hacían su recorrido de rutina sobre la carretera estatal Tlaxcoapan-Atitalaquia, pararon una camioneta Nissan blanca, sin placas, que transitaba a toda velocidad; se le solicitó al chofer Rogelio Rodríguez, de 39 años de edad, que saliera del vehículo con las manos en alto, y que lo hiciera poco a poco, porque con cualquier movimiento en falso, lo rellenarían de plomo. No se quiso bajar, desde la unidad les preguntó por qué lo paraban, le contestaron que no llevaba placas de circulación y además, corría como loco. Les dijo que todos los papeles y las placas las tenía la dueña de la camioneta y que por lo tanto, que se hicieran a un lado o se los llevaba de corbata.

El comandante le dijo que no lo iba a dejar que se fuera si no le entregaba o le mostraba sus documentos y su licencia de circular; se bajó y se puso agresivo con los uniformados, como los vio chaparros, los quiso apantallar, a uno de ellos le dio un aventón que lo mandó de nalgas, se subió en la camioneta y le metió la pata, se dio a la fuga por el municipio de Atitalaquia donde, metros más adelante, fue detenido y ya no le pidieron que se bajara, ellos lo hicieron a madrazos, y se lo llevaron a la barandilla y se quedó encerrado hasta que arregle su situación legal.

 

UN COMERCIANTE LO ECHÓ DE CABEZA

Sucedió en el municipio de Apan, Hidalgo; un sujeto quiso pagar un pomo con un billete de 500 pesos falso, el encargado del changarro llamó a la policía y sin darle tiempo de montar a su caballo, a madrazos, se lo llevaron y se corrió la noticia entre los uniformados, que no recibieran mordida porque llevaba billetes falsos.

Esto sucedió en Reforma y Rayón donde el cacomiztle, casi logra su propósito, sin embargo el que lo despachó, miró el billete como 100 veces, hasta que se dio cuenta que era pirata. Juan Ramón Ramírez González, de 28 años de edad, fue capturado y llevado ante el diablo mayor del MP, luego que el dueño dijo que no decía cómo se llamaba porque le podían dar en su jefa, pero aseguró que llegó como en su casa, compró varias cosas y al pagar, le cayeron en la movida.

Por lo mientras, está bajo investigación para saber a cuántos ha amolado, porque confesó que cada 8 días iba a Tepito, a la ciudad de México, a comprar billetes de 200 y 500 a mitad de precio.

 

TRATARON DE ASALTAR A UN TAXISTA

A unos adolecentes les faltó práctica para robar a un ruletero, por lo que los agarraron y ahora chillan sus fallas; todo pasó como sueño de ser unos maleantes profesionales, porque les pasó como al perro de la tía Cleta, la primera vez que ladró le rompieron el hocico. Eso sucedió en el Fraccionamiento San Fernando de Mineral de la Reforma.

Los de la Policía Municipal recibieron un pitazo por parte de un velador callejero, que en la caseta tenían detenido a un ladrón que había tratado de robar a un taxista; cuando llegaron los uniformados al lugar, encontraron al velador Hugo Israel, así como al taxista, quienes tenían agarrado de las greñas al ladronzuelo balín.

Dijo el ruletero que minutos antes, el que tenían detenido, junto con un menor de edad, lo habían abordado en la colonia Tulipanes y le solicitaron un servicio a San Fernando. Durante el trayecto los supuestos pasajeros le preguntaban insistentemente, cuánto llevaba de cuenta, y comenzó a sospechar de ellos.

Cuando llegaron al lugar, a la altura de la glorieta, el taxista les dijo que le pagaran, pero le contestó uno de ellos: “No te vamos a pagar nada”. El más muchacho se bajó y corrió a una puerta que trató de abrir pero no pudo; al ver esto, el otro se le aventó al taxista sonándole un madrazo por una oreja que lo dejó chorejo, y luego le dio otro en el hocico; como el taxista se quiso defender, le puso un derechazo en el ojo izquierdo que lo dejó como la gallinita ciega. Buscó el dinero entre sus ropas.

El chofer del taxi le metió la pata y dio un arrancón y quedó cerca de una caseta donde estaba durmiendo el velador, que se salió a echarle la mano y agarraron Arturo Castillo Trejo, de 18 años de edad, y luego se dio la captura de Luis Alberto Valencia Hernández, quienes fueron puestos a disposición del MP.

gatoseco98@yahoo com.mx