Un Infierno Bonito

EL ÁGUILA NEGRA

“He venido de muy lejos, y ahoritita voy llegando, pues traigo dentro del pecho muchas de ganas de llorar y brindar con mis amigos, a salud de las mujeres, a quien tanto adoramos y que siempre pagan mal.

Aquí está “El Águila Negra” para lo que ustedes gusten mandar amigos, soy de los hombres y de las hembras, pues ya ni hablar…”
“El Águila Negra” era un cabrón soñador, le gustaba de amadre la charrería, las peleas de gallos, y las carreras de caballos. Era todo un tipazo para esos detalles.
“El Águila” era un naco, grandote, alto fornido, que no dejaba su sombrero negro, que por el uso con una espátula se le podía quitar la mugre, vivía en el barrio del Arbolito junto a una carbonería, y como seguido cernían el carbón, sus chavos y su vieja estaban negros como pinacates, un día entró a la cantina “La Veta de Santa Ana” y ahí encontró a Enrique el lechero, en la plática le ofreció venderle un burro.
    •    Me cae de madre “Águila” el burro te va a quedar a la medida, es grande de zancada y no vas arrastrar las patas, eso te sirve para que cuando te compres un caballo, ya seas un auténtico jinete.

    •    ¿En cuanto me lo vas a dar?

    •    Casi regalado, dame 300 pesos, hace rato un leñero me daba 500 pero no se lo vendí, porque este burro no es para cargar, es para que lo monten, además no quiero deshacerme de el porque cada que lo veo me recuerda a mi vieja.

    •    ¿Me dejas montarlo?

    •    ¡Caray hermano eso ni se pregunta! vamos.

“El Águila Negra” se subió en el burro de un salto como lo hacen los vaqueros del oeste, le metió las patas en las ancas, el burro respingo y lo tiró al suelo sumiéndole el sombrero hasta las orejas, todos los que lo vieron se morían de risa, “El Águila” se volvió a subir.
    •    ¡Quieto burrito! quieto. ¿Como se llama el burro?

    •    “El Palomo” ¡ya lo domaste! bájate para que hagamos el trato.

Se metieron a la cantina dejando al “palomo” amarrado en un poste.
    •    Te lo voy a pagar de una vez.

    •    Es muy económico, se come todo lo que encuentra en la calle, no esta muy usado déjame bajarle los botes de leche y el burro ya es tuyo.

Pasó el tiempo, Enrique se despidió y se dieron un fuerte abrazo, “El Águila” estaba feliz por su compra, entró “El Borrego”.
    •    ¿De quién es ese burro, que está allá fuera? Se lo quiere llevar la policía. Salió “El Águila” arreglándose el sombrero y les dijo.

    •    ¡Buenos días! ¿les gusta el burrito? No está en venta.

    •    Nos lo vamos a llevar, está a media calle estorbando ¡mire! todo el cagadon que ha dejado.

    •    Son sus necesidades jefe, les voy a dar para un chesco y ahí muere.

    •    Está bien, pero si dentro de una hora pasamos y lo encontramos lo jalamos para el consejo.

“El Águila’’ les echó una sonrisa y les cerró un ojo, se metió a la cantina y el cantinero le preguntó.
    •    ¿Qué pasó?

    •    Eran unos policías que se querían llevar a tu hermano, pero ya todo está bajo control.

Pasaron las horas y al “Águila” lo echaron fuera porque ya era noche, como iba borracho, con trabajos desató a su jumento, se montó en el, pero el burro no le obedecía, caminaba del lado contrario. De momento el burro corrió y no paró hasta que llegó a la casa de Enrique,  que vivía en el barrio de “La Palma”, se enojó y lo agarró a patadas, lo jalo con el lazo hasta llegar a su casa. Al subir el callejón, los perros ladraban y más cuando entró a la vecindad. El perro de doña Juana, que vivía a la entrada de la vecindad era muy bravo y le dio una mordida al burro, que comenzó aventar patadas y volvió a correr espantado arrastrando al “Águila” que quedó raspado, con las nalgas de fuera porque se rompió todo el pantalón, quedando tirado a media calle, cuando se repuso, fue otra vez a la casa de Enrique, y al burro lo agarró a patadas.
    •    Pinche burro, ora si me sacaste de onda cabrón, te voy a madrear para que me vayas  conociendo.

Entró a la vecindad jalando al burro, haciendo mucho ruido y trataba de meterlo por la angosta  puerta de su casa, “Chencha” su vieja prendió la luz y le preguntó.
    •    Y ese pinche burro ¿qué?

    •    Lo compre vieja para hacer prácticas de charro, pero le vamos a sacar provecho, lo vamos a ocupar para acarrear agua, para que lo monten los muchachos, sirve de que cuando haya feria ya no los montamos en los caballitos, y el día que tu quieras ir al mercado te vas en el burro. Me lo vendió Enrique el lechero.

    •    ¿En cuánto te lo dio?

    •    En 300 pesos, me cae que fue una ganga.

    •    ¡Te vio la cara de pendejo el lechero! hoy en la mañana estuve platicando con su señora María, y me dijo que el burro tenía 20 años de edad, y lo iban a vender a un circo para darle de comer a los leones.

“El Águila” escuchaba todo lo que le decía su vieja, miraba al burro y le iban encontrando defectos.
    •    Pinche burro está chimuelo, nada más tiene dos muelas, ya ni rebuzna y en las patas no tiene herraduras, a ver vamos a quitarle el costal. ¡Ujule! tiene muchas matadas, ¿cómo lo vas a curar? Las heridas parecen mapas.

“El Águila” se sentó triste mirando al burro, y la señora seguía hablando.
    •    Esos 300 pesos nos hubieran caído a toda madre para comer, y de a jodido para pagar una parte de la renta, que ya debes seis meses, ayer vino el dueño de la vecindad a echar madres porque no pagas.

    •    No le tengas mala fe al burrito, ¡míralo! con lo que estás diciendo parece que quiere chillar.

    •    También dijo María la vieja del lechero, que un burro joven vale 200 pesos, ¡ay san pendejo! ¿cómo te fue a enredar ese güey? vendiéndote un burro de la tercera edad.

“El Águila” se levantó muy enojado:
    •    ¡Bueno ya! el trato fue de bigote a bigote, ya ni modo, sabes muy bien que soy amante de los animales cuadrúpedos, y si digo que el burro se queda, se queda.

La señora lo vio tan enojado que ya no dijo nada, sabía que sí seguía alegando “El Águila” la podía dejar igual que al burro de chimuela, se acostaron y se durmieron, al día siguiente cuando se levantó la señora por poco y se desmaya, despertó al “Águila”.
    •    ¡Viejo, viejo! el burro amaneció muerto.

    •    ¡En la madre! ¿ahora como lo sacamos de la casa?

“El Águila, buscó a todos sus cuates, para que le echaran una mano, y lo sacaran de su casa, lo bajaron al barrio y tuvo que alquilar una camioneta de mudanzas, el carro de la basura no se lo quiso llevar. “El Águila’’ se quedó con las ganas de tener un cuaco, pero demostró que sabe montar bien, porque tiene muchos hijos.                

gatoseco98@yahoo.com.mx

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