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Jóvenes de responsabilidad distraída…

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PIDO LA PALABRA
En antaño nos decían que nadie escarmienta en cabeza ajena; hoy día las nuevas generaciones lejos de pretender controlar el margen de error, pareciese que hasta se inducen a su comisión

Muchos jóvenes han perdido el rumbo, o tal vez hasta este momento no se los hemos mostrado; niños que  juegan a ser hombres pero que al primer vendaval se espantan; cigarro en mano, auto del año –cualquier año, lo importante es traer auto-, y ropa a la moda, es la única preocupación en su vida; se han olvidado del valor que tiene el respeto, la lealtad, la tolerancia y sobre todo, el de la perseverancia; sus propósitos de vida no encuentran la firmeza indispensable para la consecución de sus metas.

Jóvenes de responsabilidad distraída, se les ha soltado un poco la rienda y ya pretenden cabalgar solos; la emancipación es un tesoro que no se han sabido ganar y por ello la tiran por la borda; la libertad la convierten en libertinaje, y el resultado muy frecuentemente y en el mejor de los casos, lo tienen que bautizar, o sacar del “torito” si les fue bien en los retenes del alcoholímetro; otros no corrieron con la misma suerte, de hecho, ya no volverán a tener suerte, pues ésta fue enterrada con ellos.

En antaño nos decían que nadie escarmienta en cabeza ajena; hoy día las nuevas generaciones lejos de pretender controlar el margen de error, pareciese que hasta se inducen a su comisión, pues lo vinculan con emociones fuertes y se ven tentados a probar todo aquello que les produce un estado de satisfacción efímera; su felicidad consiste en vivir un constante placer.

Al día siguiente vienen los remordimientos, duran muy poco, pero al fin y al cabo son remordimientos; y es entonces en ese preciso momento cuando les viene a la mente ese chispazo de responsabilidad y se acuerdan que tenían tarea para “ayer”; demasiado tarde para reaccionar; el pasado, imposible de recuperar, los arroja nuevamente en ese lugar que es el cómplice de sus frívolos devaneos: la cama, pues es su amiga que todo se los perdona pero que en nada les ayuda. ¿La escuela?, no hay problema, ya llegarán a la segunda o quizá hasta la tercera clase, más vale llegar tarde “pero sin sueño”.

Por fortuna, estos jóvenes cuyo camino no los conducirá a Roma, no son representativos de la verdadera juventud mexicana, ésta sí, formada con jóvenes cuyo nivel de compromiso los hace entender que estudiar es un privilegio y no una obligación; profesan lealtad a sus padres que sustentan sus estudios; lealtad a sus maestros que en la mayoría de los casos se afanan para transmitirles sus experiencias profesionales; lealtad con la sociedad a la que pertenecen, pues se están preparando para ser verdaderos profesionistas y servir a las causas nobles que todo humano desea; pero sobre todo, lealtad a sí mismo, pues no está traicionado sus  ideales que lo llevaron a comprometerse con su destino.

Nadie está exento de cometer errores, es nuestra naturaleza, pero también esa misma característica nos ha ayudado a reconocer cuando estamos equivocados y corregir el camino; solo los obstinados con cabeza hueca se aferran a la vida fácil de la holganza, y por ello se están perdiendo la magnífica oportunidad de crecer en todos los sentidos.

Crecer físicamente es inevitable, el tiempo no perdona; y ese mismo tiempo algún día nos llevará a ver en el espejo al sujeto en que nos hemos convertido; algunos estaremos en paz con la vida pues juntos habremos hecho lo suficiente para llegar con las manos llenas de proyectos, algunos logrados, otros no, pero con la satisfacción de haber luchado por ellos.

Otros, los epicúreos de hoy, se despertarán con un amargo sabor en la boca, síntoma de la infertilidad de su vida; habrán derrochado energía en juergas, dirán que lo bailado nadie se los quita, pero eso es solo una frase hecha a la medida de los que jamás podrán aceptar que por muchos años perdieron miserablemente su tiempo.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.