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Chililicos de Huejutla, tradición artesanal con sabor a Xantolo

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Al final del tercer corredor de la muestra artesanal de la Feria de San Francisco, se encuentra un stand adornado con figuras de barro, con colores diversos y figuras conocidas, ese es el que corresponde a Diego Hernández Hernández y su esposa, quienes juegan con el barro para mostrar su arte a los visitantes.

Diego nos recibe y señala que su esposa tuvo que salir, por lo que en ese momento sólo nos puede atender él, y se dispone a explicar en qué consiste su trabajo  y cómo es que lo realizan “somos de Chililico, una pequeña población en el municipio de Huejutla y trabajamos con el barro”, dice.

Con una voz baja, casi inaudible, el artesano indica que su labor es pintar las obras que su esposa maquila con las manos, y señala que lo más complicado dentro de sus labores es el poder hacer que la pintura tenga los colores que él necesita para poder darle vida a los platos, vasijas y demás.

Añade que su esposa es la que aprendió las formas de trabajar el barro de su madre, y que al ser pocas las probabilidades de trabajar en alguna otra cosa, optaron por continuar con esta actividad, misma que ya enseñaron a su hijo, pues indica que “en caso de que nosotros muramos, ya hay una enseñanza para él, para que pueda hacer otra cosa”.

Hernández Hernández añade que en su comunidad, al ser muy pequeña, no hay oportunidad para poder sostenerse de alguna otra cosa, “en mi pueblo si no haces esto, trabajas de la madera, trabajas haciendo muebles”, comenta al mismo tiempo que se para sobre las puntas de sus pies para ver si su esposa está por llegar.

Diego explica sin sobresaltos, y sin aumentar un solo ápice el volumen de su voz, que algunas de sus creaciones son especialmente realizadas para el Xantolo, festividad por excelencia de la Huasteca Hidalguense que está por llegar, y que tiene distintivos que no se encuentran en alguna otra parte del país.

Algunas son para las velas y otras más son para las ceremonias en donde se guía a las almas, dice. “A veces en crear estas piececitas nos tardamos más de una semana, porque mi esposa los termina y cocemos el barro en un horno grande, muy diferente al del zacahuil, ahí se termina de hacer y los dejamos que se enfríen para ahora sí comenzar a pintar”.

Con más de 20 años realizando las mismas actividades, Diego señala que esto nunca terminará, pues es un ciclo sin fin, aceptado por sus hijos, casi de la misma manera que fue aceptado por ellos en su momento, pues al final, es una tradición que está casi tan arraigada como el propio Xantolo.