El teatro del Absurdo

FAMILIA POLÍTICA
Creer en el futuro de la Nación, es obligación de mexicanos bien nacidos. Repito: no podemos apostar al fracaso de un gobernante, para tratar de retener una etapa que ya se fue, en un México que ya no existe. Lo importante es encontrar fundamentos para decir que tantos millones de ciudadanos, no pueden votar por un proyecto equivocado. La libertad, como concepto, como valor superior del hombre, sólo tiene sentido en su relación dialéctica con la autoridad. Si falta una, la otra no existe.

“Quien siembra vientos
Cosecha tempestades”
Sentencia popular.

La realidad nacional se parece cada día más a lo que fue el Teatro del Absurdo, en un pasado todavía reciente. En él, todos somos actores. La diferencia entre el teatro y la realidad, decía Milan Kundera, es que ésta no admite ensayos: cada escena es la vida misma.
    Durante la vigencia del partido casi único en nuestro país, múltiples carreras políticas se construyeron bajo las siguientes premisas “secretas”: Primera.- Yo, líder, genero un conflicto, sin soltar los hilos de la cuna. Segunda.- Busco por todos los medios enardecer a la opinión pública. Tercera.- En su punto culminante, lo resuelvo; soy un héroe y mi capital humano crece. Varios próceres de nuestra vida pública, son expertos en este complicado arte. El riesgo es que no participan actores profesionales, sino personajes reales: en cualquier momento pueden romperse los hilos del control y el conflicto crecerá bajo su propia inercia.
    Soliviantar a la gente, agitar a las masas, es relativamente fácil si confluyen una serie de condiciones, a saber: 1.- Una causa. 2.- Uno o varios líderes muy ingenuos y/o muy corruptos. 3.- Dinero, mucho dinero. 4.- Una sombra protectora en el sistema gobernante.
    En los órdenes municipal, estatal y nacional, el manejo de organizaciones “independientes”, de la sociedad civil, puede ser una auténtica estrategia de lucha, con motivos justos y dirigentes incorruptibles o modus vivendi de pillos profesionales; de todos modos, siempre estarán bajo el “sospechosismo” y la duda. Sea cual fuere la naturaleza del asunto,  toda movilización social implica “jugar con fuego”.
Como ejemplo, me pregunto, ¿cuál es el esquema mental de “la mano que mece la cuna”? ¿Cuánto cuesta una movilización permanente de más de cincuenta “padres de familia”, dentro y fuera del país?
Las víctimas colaterales, como el gasolinero que se convirtió en antorcha humana para parar una tragedia de incalculables dimensiones, provocada por los mártires ¿Nada importan a quienes escriben la triste historia de este caso? ¿Cómo es posible que se atrevan a enviar a un grupo de jóvenes inconscientes, a vandalizar las instalaciones de la zona militar en Guerrero, si no es bajo un plan de premeditada provocación?
De manera absurda, como en el teatro, se trasladó la responsabilidad de las desapariciones al Gobierno Federal, que no tuvo ninguna intervención directa en el caso. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”. ¿Así o más ilógico?
Me pregunto también, ¿cuántos de los “protestantes”, incluido el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, conocen a fondo el expediente que dio fundamento a la “Verdad Histórica”? ¿Cuántos saben que son miles de fojas y videos, de los cuales, mediante un análisis imparcial y científico, se deducen las afirmaciones que no han podido desvirtuar, a pesar de la demagogia, la mala leche y los costos millonarios?
En el limbo de la transición, ni los que aún están ni los que todavía no llegan, aceptan una responsabilidad de lleno. Mientras tanto, se sienten en todo el territorio nacional los síntomas de la violencia sin control: marchas,  plantones, linchamientos, amenazas a los poderes constituidos de las entidades federativas, intervención de instancias jurisdiccionales de dudosa competencia, para crear “comisiones de la verdad”… en síntesis, en los estados en particular y en el país en general, advertimos una situación casi anárquica. Los dirigentes parlamentarios ya en funciones y los integrantes del Ejecutivo que aún no están formalmente investidos, padecen el síndrome de la Chimoltrufia “Yo, como digo una cosa, digo otra”.
Creer en el futuro de la Nación, es obligación de mexicanos bien nacidos. Repito: no podemos apostar al fracaso de un gobernante, para tratar de retener una etapa que ya se fue, en un México que ya no existe. Lo importante es encontrar fundamentos para decir que tantos millones de ciudadanos, no pueden votar por un proyecto equivocado. La libertad, como concepto, como valor superior del hombre, sólo tiene sentido en su relación dialéctica con la autoridad. Si falta una, la otra no existe.

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