A un año del sismo, no hay fecha para que la iglesia sea entregado a los fieles
ZINACANTÁN, Chis.- En la parte posterior del templo de San Lorenzo, construido en 1920, que en el terremoto del 7 de septiembre de 2017 perdió las tres torres y las tres campanas, los tzotziles levantaron una galera de lámina de zinc donde resguardan más de medio centenar de imágenes que rescataron en medio de los bloques de piedra, ladrillo y ripio, a las 10 de la mañana del viernes 8, cuando se preparaban para festejar a la Virgen de La Natividad.
Por dos meses, las imágenes de San Lorenzo, patrono del pueblo, Virgen de Candelaria, Virgen María, San Jacinto, San Antelmo, San Pedro Apóstol, Sagrado Corazón, Virgen de Guadalupe, San Diego, San Judas y otras fueron resguardas en el templo de Esquipulas, construido de concreto hace no más de tres décadas, donde por algunas semanas montaron guardia los mayordomos y alcaldes.
Pero al pasar los días optaron por levantar la galera en la parte de atrás de San Lorenzo, en espera de que regresen a su santuario, pero los trabajos que realizan los restauradores y albañiles del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) parecen no avanzar con la rapidez que desearían los tzotziles. A un año del sismo, no hay fecha para que la iglesia sea entregado a los fieles.
Frente al templo, las tres campanas que penden atadas sobre cueros de res, en una estructura de fierro construida dos días luego del sismo, parecen estar listas para ascender en las torres donde permanecieron 97 años.
En el patio de San Lorenzo, al INAH se le ha olvidado acordonar un arco de la barda perimetral fracturado en dos partes y con una grieta en la parte alta y dos más en las columnas.
Las nuevas torres serán ahora de concreto. Los albañiles han levantado muros de ladrillo reforzados con columnas de varillas de acero para que puedan soportar el peso de las campanas de casi una tonelada. Y el techo no hay para cuando sea desmontado para su restauración. Algunos muros empiezan a resentir el daño por la humedad a causa de la lluvia.
En la galera de lámina, los tzotziles llegan a rezar y ahí celebran bodas y bautizos. Sólo el Señor de Esquipulas permanece en su templo.
“No sabemos cuándo nos van a entregar el templo”, cuenta un tzotzil que observa el trabajo de los albañiles que levantan las torres.
En Chiapa de Corzo, las imágenes del Señor de Esquipulas, Señor de Acapetahua, Señor del Calvario, Virgen Magdalena, San Juan Apóstol, San Pedro Apóstol, San Juan Bautista, San Martín, San Caralampio y Virgen de Magdalena del templo de El Calvario, construido en el siglo XVII, siguen bajo resguardo en un salón reforzado con barrotes de hierro construido dos días después del sismo.
La iglesia, con daños en casi todo el frontispicio, sigue cercada por una barrera perimetral de lámina, con un letrero: “El gobierno de la República a través de la Secretaría de Cultura y el INAH restaura este monumento histórico, patrimonio cultural de la nación”; y a un lado del edificio están las imágenes que son cuidadas por el patronato de la junta de festejos.
En esta localidad, en los templos de San Sebastián y Santo Domingo continúan los trabajos de restauración. Sólo San Jancinto parece haber terminado, porque los daños no fueron de consideración, dice un vecino.
En el exconvento de Santo Domingo, la restauración de columnas con inyección de varios materiales ha concluido, pero la pintura ocre revela el tramo que ha sido reparado. Sólo una columna con una grieta que parece correr pocos centímetros arriba de la base, no ha sido intervenida.
El daño más grave en el edificio construido en 1554 está en la parte de atrás, donde un muro con múltiples grietas se inclinó hacia el río Grijalva. Los restauradores han colocado en las hendiduras cuñas de hierro.
Una vecina dice que han vivido con la amenaza de que el muro colapse, “esperamos que esto no ocurra”.
En La Pila, edificada con estilo mudéjar en 1562 por el fraile dominico de Andalucía, Rodrigo de León, los trabajos finalizaron y ahora esta construcción de ladrillo tiene refuerzos de acero en la bóveda y las columnas que resultaron afectadas hace un año.
La Catedral de San Cristóbal de las Casas, el edificio más emblemático de la ciudad, construido en 1528, aún tiene columnas fracturadas y el agua de lluvia todavía cae en el interior, con daños en paredes y un retablo, se denunció ante el INAH en una reunión de evaluación sobre los daños en los edificios coloniales que se hizo recientemente, pero todo sigue igual.
“Las reparaciones ahora en la Catedral son el exterior”, explica el obispo Rodrigo Aguilar Martínez, quien como su antecesor, Felipe Arizmendi Esquivel, ha tenido que oficiar en sedes alternas o en la plaza central.
El terremoto provocó grietas en el frontispicio, arcos y paredes. El órgano antiguo sigue sin ser reparado y piedras de la parte de atrás de la fachada dañaron el entarimado del coro. El campanario tiene hendiduras.
En San Nicolás, el templo contiguo a la Catedral, aún siguen los trabajos. En La Merced, las obras para restaurar la fachada han concluido.
A 600 metros de la Catedral, en el templo de Santa Lucía, que perdió las torres, los trabajos parecen no avanzar. Los albañiles han colocado una estructura de madera en la base para hacer un colado de concreto. “Esto ya tardó mucho. No sabemos cuándo va terminar”, dice el dueño de una cafetería frente a la iglesia.
El templo que sufrió desprendimientos de rocas y repello, con cuarteaduras en puertas, ventanas y la cúpula, está cubierto con lonas.
A 300 metros de ahí, el templo de San Francisco presenta daños en el retablo mayor y en la parte alta. El templo que sufrió hendiduras en muros y techo, sigue cerrado al culto.
Los trabajos siguen en el templo de Santo Domingo, con una grieta en la bóveda central que recorre la nave. En la misma situación está el templo del Carmen, donde el arco que da al exconvento sigue amurallado y los restauradores realizan obras.