Un Infierno Bonito

TODO ESTÁ IGUANAS RANAS.

Mientras que le sigue la tos al Gato, el Seguro Social está en la misma posición de que no ha llegado el pedido de lo que van a necesitar para operar al pobre Gato Seco, que le van arreglar las tripas,  que parece camello caminando en el desierto…

Muchas veces le pasa lo que al Zancudo: Una pata se le dobla y la otra se le hace nudo y da el changazo sonando a bote viejo. Nos cuenta con detalle cómo le fue ayer por la mañana cuando iba a investigar si ya había llegado una engrapadora que habían solicitado los matasanos, para engraparle las tripas por la enfermedad que tiene: “Cáncer de Colon”, y que ya lo habían programado los cirujanos de Seguro Social.

Pero al no ver nada claro pensaba llevarse la engrapadora de Karla, la que utiliza en su trabajo… la verdad es desesperado su caso.
Sin poder dormir en las noches por los dolores y molestias que tiene, salió al Seguro a ver que pez, pero antes, su vieja lo mandó a pagar el agua, porque ya se les había pasado, y luego de eso, el pobre Gato tenía que pasar al mercado por el mandado, pero como no puede manejar se la tuvo que aventar a Pata de Perro.

Era casi mediodía, con pocas nubes y el sol al centro del cielo, en la entrada del Seguro Social casi no había gente y estaba una señora en silla de ruedas con un bote en la mano, y parado junto a ella un señor sosteniendo un letrero que decía:
“Una ayuda por favor para un tratamiento de trasplante de riñón, que no pueden hacer aquí”.

La gente que lo leía le echaba alguna moneda al bote, otras nada más se acercaban a babosear. Eso le dio una idea al Gato: Hacer su cartelón y que que dijera… “Por su mamacita linda, pido a los cirujanos de esta institución que operen al Gato Seco, porque  casi está colgado los tenis”.

Al ver que ya era un poco tarde, nuestro amigo mejor se metió a la clínica a buscar al encargado, que es un ingeniero que se encarga de surtir y pedir lo necesario para las operaciones o algunas medicinas. Tuvo que pasar la primera aduana donde hay varios policías y le preguntaron a dónde iba.

Les dijo que a ver al director del instituto y le dijeron que tenía que registrarse, les contestó que desde hace muchos años lo habían registrado en la presidencia, y una señora con malos modales le dijo que se anotara ya en la libreta y que no fuera payaso. Cuando llegó a la oficina estaban una viejas echando relajo y no le hicieron caso, tuvo que decirles como tres veces: “Perdone, ¿se encuentra el director?” “No está”, le contestaron. “¿A dónde puedo encontrarlo?”… “No sabemos, parece que anda arreglando un bisne con el ingeniero”. “¿Y no saben a qué hora llega a su oficina?”, Resulta que a veces llega cinco minutos antes de las tres de la tarde, y si no, de ahí se va a su casa porque ese es su turno.

Muy tranquilo recorrió el Gato varias áreas, y al hacerlo ahí en los pasillos encontró a la mamá del “Garrapata”, que lloraba a lágrima viva, de momento gritaba que espantaba a la gente que la rodeaba. Como el Gato la conoce le preguntó: “¿Qué le pasa señora?, “Mi hijo Fernando se está muriendo”, respondió ella.
De momento ya no dijo más porque pasó un médico como alma que lleva el diablo y la señora se fue tras él como si lo fuera correteando. Hubo un comentario que se les había caído de la cama, pero que el médico y la enfermera ya lo cuidaban.
Paso por ahí un señor que le dijeron “ingeniero”, y por más que el Gato corrió, ya había una fila esperando que abriera su oficina y los atendiera. Cuando le tocó su turno le dijo al Gato Seco: “La vez pasada que nos vimos, yo le dije muy claro que viniera hasta la otra semana porque pedí lo que necesita para su operación y llegaba hasta la otra semana”.

“Sí señor, pero la verdad a ver dígame, ¿qué es lo que hago? Los médicos dijeron que tenía avanzado el cáncer y después que ya no habría esperanzas de operarlo”. Que le responde el ingeniero: “Eso ya lo sé, pero ¿qué quiere que yo haga?, a ver busque una resolución.”

Respondió el Gato: “El día de ayer hablé con mis jefes, y ellos me dijeron que si no había la famosa engrapadora, ellos la compraban;  que me explicara cómo y cuánto valía…” “No, nada de eso señor. Tampoco se aceptaría que la gente fuera a comprarla. Además, el pedido ya está hecho y para dejarlo satisfecho llega entre miércoles y viernes de la semana que entra”.

La gente que está en el Seguro Social, sabe a cuánta gente se atiende por día; tanto en los dos turnos y urgencias, por eso se está haciendo el acuerdo que ningún paciente de esta clínica, salga de aquí ni sea recibido en otra, desde la semana pasada ya no se manda a ningún enfermo a las instituciones del Seguro Social en la Ciudad de México.

“Bueno vamos a ver, ¿qué es lo que pasa si yo me pongo grave en mi casa?” Respondió el ingeniero: “Es muy fácil, llaman a la ambulancia del Seguro, va por usted y lo pasan a urgencias, ahí va a estar un médico para     que lo valore”.

“Si está quejándose de algún fuerte dolor, le damos una pastilla para que se le quite, si lo vemos que anda mareado, lo dejamos descansar unas dos horas, si está desnutrido le ponemos suero, y luego lo mandamos a su casa…”

Continuó hablando el inge: “Lo mismo era con los médicos familiares, antes venían los pacientes  cada mes según el día que les correspondiera y les daban sus medicamentos; todos los pasillos estaban llenos de gente, lo que se va a hacer es que sí, por ejemplo, usted de momento se enfermó, le mandamos una ambulancia, con un médico, lo va a revisar y le dará sus recetas de la medicina que necesite, y al día siguiente que manden por ella a la farmacia y así nos evitamos que haya mucha gente. Así que no habiendo asunto que tratar, aquí lo espero la semana que viene en los días que le dije, y si por las moscas no han llegado las grapas, hay que tener paciencia”.

“No tienen paciencia, así que como usted es el último a quien voy a recibir porque ya son las tres de la tarde,  váyase. Yo lo veo normal, no se ha quejado, está flaco porque no come no por la enfermedad”.
Y que le responde el Gato: “¡No mame! Ni modo que ande chillando en la calle. Lo que si voy a decirles a todos mis amigos y lectores es que se junten para que quiten el seguro, que lo cambien por otra cosa… ¡Hasta en el Hospital General dan buen servicio! El famoso ingeniero se fue como burro dejando al pobre Gato Seco hablando solo y echando una que otra mentada. Y decía: “Ojalá y llegue a vivir otros días más para ver con quién me quejo, porque con todos los representantes del Seguro Social ya lo hice, y nadie ha hecho nada”.

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