Todo un año de crisis agravada ahora por la naturaleza
• El inicio de las lluvias monzónicas en Bangladesh ha traído más miseria si cabe a la comunidad rohingya que vive en refugios improvisados de bambú y plástico en la península de Cox’s Bazar (Bangladesh)
En mayo, antes del inicio de las lluvias, había 17.302 letrinas disponibles para una población de 636.000 personas en el megacampo Kutupalong-Balukhali. Más de 2.500 letrinas de este asentamiento están ya repletas. En parte, debido a la mala calidad de la construcción. Esta cifra aumentará a medida que lleguen lluvias
Las lluvias comenzaron en junio y, con seguridad, tendrán serias consecuencias en la salud y bienestar de los refugiados rohingya durante el monzón y también después de éste.
Cuando cayeron las primeras lluvias importantes, el impacto en las condiciones de vida de los campamentos fue muy grave: un niño murió, decenas resultaron heridos y miles fueron desplazadas debido a las inundaciones y a que sus refugios resultaron dañados.
Al otro lado de los campamentos se podía ver a la gente vadeando torrentes de agua con desechos de las letrinas que quedaban por los caminos e incluso acababan metiéndose en las tiendas de refugiados.
“Nunca olvidaré a aquel anciano tembloroso, sin camisa y con un saco protegiendo su cabeza de la lluvia torrencial que dejó su refugio para contarnos las dificultades que enfrentaba después de haber sido trasladado a otra parte del campo”, dice Sam Turner, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras.
“Él y su familia habían perdido las provisiones de alimentos. Ahora se encontraban sobre un montículo expuesto a las lluvias y donde tenían poco acceso a los servicios básicos del campo”.