SABIA VIRTUD DE CONOCER EL TIEMPO…

CONCIENCIA CIUDADANA
   Doña Elba Esther es una profunda conocedora del sistema político mexicano, de sus rituales, usos y costumbres

   Dos acontecimientos nacionales en esta semana dieron tema a la discusión pública provocando distintas reacciones. Aparentemente, ambos se desarrollaron en la lógica de su propio contexto; no obstante hubo quienes no dejaron pasar su posible nexo, bajo la premisa de que en política nada se hace sin doble o triple intención  
    La primera noticia fue la reaparición pública de la ex dirigente del SNTE Elba Esther Gordillo; la segunda, la conferencia de prensa en Palacio Nacional ofrecida por el presidente actual, Enrique Peña Nieto y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
   El motivo de las suspicacias fue que la aparición de la recientemente liberada profesora Gordillo con los medios de comunicación se dio sólo unas horas antes de la conferencia de los presidentes; decisión que, a nuestro criterio, fue calculada cuidadosamente por la ex dirigente del SNTE para causar el impacto mediático deseado en la opinión pública y, sobre todo, pulsar la reacción de los mandatarios, pero especialmente, la del entrante; anunciando sus coincidencias pero sobre todo las condiciones que tendría que aceptar si desea tener como aliados a los “ ofendidos profesores y profesoras de México”, como lo dijo o, a ella misma, como se infiere de sus palabras.
   Doña Elba Esther es una profunda conocedora del sistema político mexicano, de sus rituales, usos y costumbres. Nadie como ella supo sacar raja política en el pasado manejando sagazmente los tiempos y las circunstancias; por lo que no es de creer que no sepa que, cuando el presidente de la república hace una declaración importante, los personajes secundarios tienen que esperar a que éste concluya y sólo después y no antes, hacer las suyas propias.
   Pero ella hizo lo contrario y no por error, sino por frío cálculo político. Presentándose como una guerrera invencible, según sus palabras, y con el ánimo restituido tras de unas breves vacaciones donde recuperó el” fashion” perdido en las celdas donde fue recluida por tantos años; Elba Esther acusó –con razón- al gobierno actual de haber armado un tinglado jurídico para enclaustrarla en un penal durante un lustro coincidente casi con el sexenio presidencial de Peña Nieto, su acusador. Pero además, se declaró dispuesta a enarbolar las banderas magisteriales al lado de sus compañeros sindicalistas y echar afuera a la dirigencia nacional de su sindicato a la que tildó de traidora a los intereses no solo de ella, sino de sus compañeros de base.
   De esa forma, por un lado la Profesora se dice víctima de una acusación oficial que finalmente se vino abajo y, por otro, se identifica con sus propios compañeros sindicalistas al equiparar sus penalidades y sus luchas con las suyas; no dejando, por lo demás, de advertir que seguirá luchando como “una guerrera” para librarlos de los actuales dirigentes del SNTE, del que fue formalmente destituida de todo sus cargos en su último congreso. Pero su mensaje no sólo fue para el presidente saliente y las dirigencias actuales del SNTE; sino también y antes que todo, una advertencia al presidente entrante; pues, según ella “ningún cambio podrá darse en México sin los maestros”, amenaza que hasta un niño de primaria mexicano podría interpretar en su verdadera intención.
  Puesta su pica en el campo de batalla, la maestra tal vez pensó que la bandera blanca y conciliadora se levantaría en Palacio Nacional en unas cuantas horas, las mismas que faltaban para que Peña Nieto y López Obrador escenificaran su inédita conferencia de prensa, ya condicionada –según los cálculos de la mentora- obligándolos a dar una respuesta inmediata o a guardar un silencio prudente, que pudiera   interpretarse como aceptación tácita de sus declaraciones.   
   Pero si la ex dirigente sindical pensó que los presidentes esperarían para dar respuesta a su mensaje tratando de medir posiciones y fuerzas; se equivocó de cabo a rabo. Por razones distintas, ambos coincidieron en dar respuesta puntual a las declaraciones de la profesora Gordillo en caliente, aunque como era de pensarse, la más esperada  era la de AMLO, toda vez que la cercanía de algunos parientes de la ex dirigente durante la campaña electoral, fueron interpretados por sesudos analistas como el pago del candidato morenista al apoyo de Gordillo a su triunfo; argumento absurdo cuando es del conocimiento general que la fuerza de su grupo sindical se encontraba notablemente mermado; pues el gremio sindical aglutinado en el SNTE, no es muy dado a apoyar a lideres derribados por el poder presidencial, caso que se ha repetido a lo largo de la historia del SNTE, y màs bien a guiarse por el axioma de que “quien de la SEP vive a la SEP sirve”.
Por lo demás;  es cierto, como lo dijo la liberada, que los maestros están hartos de la dirigencia actual, escogidos por cierto de entre sus más cercanos colaboradores para sustituirla; pero de eso a apoyarla en la aventura que anuncia hay un largo trecho: los profesores parecen más bien mirar hacia adelante, dispuestos a confiar en López Obrador , quien prometió desde mucho antes de las elecciones cancelar de la reforma educativa y beneficiar al magisterio nacional, siempre y cuando (a valores entendidos) se mantengan en la línea de la política sexenal más que a intentar revivir míticos reinos del pasado.  
    Además, contra lo que sus malquerientes pudieran esperar, AMLO fue enfático en anunciar que, de ser culpable, la maestra tendría que pagar sus delitos conforme a la ley; evitando el apoyo incondicional esperado por la ex lideresa; sin negarle por lo demás las garantías  y el respeto a sus derechos para enfrentar a la justicia;  la que,  como en tantos otros casos, ha sido en el presente sexenio tan expedita para detener a sus enemigos coyunturales, como deliberadamente omisa para probar sus acusaciones y condenarlos por los delitos que se les imputan.
Como en otros casos, el de Elba Ester Gordillo ha concluido para el presidente saliente, gozoso de haberse librado de un aliado incómodo y dejando al entrante que cargue con los resultados de sus desavenencias; mientras que ella intenta convencernos, pero sobre todo convencerse, de que su liderazgo y su influencia política no han sido mermados en lo absoluto, comportándose como si no hubiera pasado nada en los últimos cinco años entre los maestros, la ciudadanía y la vida nacional; pero, sobre todo, sin comprender cabalmente las consecuencias del terremoto político acontecido el pasado primero de julio. Y es necesario que alguien se lo haga entender.
Y ADEMAS, SEGUIMOS EXIGIENDO QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS. NO HAY PERDON SIN MEMORIA NI JUSTICIA.

 

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