Las Pulgas

RELATOS DE VIDA

La comezón era insoportable, al principio la sospecha eran picaduras de moscos, pero la diferencia se encontraba en que las ronchas eran muy pequeñas, y eran muchas las que estaban regadas por piernas y brazos principalmente.
-Mamiiiiiiii, ven, acabo de ver algo brincar en la cama, era algo negrito, pero ya no lo encuentro.
-Por dónde lo viste, hacia donde brincó – preguntaba la mamá mientras sacudía las sábanas, cobijas, colchas y almohadas.
-Aquí, mami, aquí lo tengo – señalaba la pequeña con sus ojos hacia el brazo, pues con un dedo aprisionaba a la criatura – la madre acudió al auxilio y a la cuenta de tres, hicieron un cambio rápido de dedos para apretarlo finalmente. -es una pulga, no puede ser, pero no entiendo cómo puede ser esto posible.
La mamá llamó a su perrita, nunca había tenido pulgas pero quería revisarla, y cuando la canina acude al llamado y la revisa, verifica que estaba infestada de los minúsculos animalitos causantes de las ronchas y comezón de todos los integrantes de la familia.
La sacaron al patio, le dieron un buen baño y luego cepillado; lavaron el patio con cloro, y finalmente le instalaron una casa con cobijas, pues en tanto terminaba el tratamiento debía quedarse fuera.
Una semana después la perrita pudo ingresar nuevamente a casa, en la revisión había salido limpia, aunque se le notaba algo extraño, se veía inflamada de la pancita y un poco fatigada,  y al revisarla detenidamente las tetillas soltaban un poco de líquido blanco.
En ese momento un recuerdo, hace cerca de un mes, la pequeña integrante de escapó de la casa, regreso cerca de dos horas después en compañía de un perro blanco y lanudo, -seguramente ese perro le pegó las pulgas, lo malo es que también le pagó otra cosa y ahora está nos salió con su domingo siete.

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