RETRATOS HABLADOS

    •    ¡Lucha-lucha-lucha, no dejes de luchar…!;

el pueblo inexistente… que siempre está presente

Los videos de celular que hoy por hoy son la memoria histórica de un pueblo como el nuestro, por la mañana de ayer transmitieron en vivo el bloqueo de militantes de Morena y el grupo Universidad representado por Damián Sosa Castelán y legisladores electos que lo acompañaban, a la entrada de la sede del Congreso local para evitar lo que llaman un “albazo” en que se aprobarían disposiciones legales que atentarían contra la democracia que tanto defienden con el ejempo en nuestra Máxima Casa de Estudios.
    Más allá de esta pugna por el poder en la que nadie puede decirse inocente, sería prudente destacar el uso y abuso, una vez más, que se hace de la figura o imagen mental de lo que llaman “pueblo”. Porque al empezar este primer encuentro pugilístico entre los que ya se ven como poderosos entre los poderosos de Hidalgo, y el gobierno de la entidad; en una costumbre que ya es tradición, los manifestantes se fueron contra los granaderos a quienes señalaban como represores, malditos y otra cosas por el estilo.
    Pero un salvador regordete llegó y calmó los ánimos: “ellos solo obedecen órdenes, también son pueblo como nosotros”, y los que ya pretendían inmolarlos en leña verde de pronto se callaron, y reflexionaron, “es cierto, también son pueblo como todos”. Casi brincaban el enrejado para abrazarlos.
    Tuvieron que pasar muy pocos minutos para que los que hacía un rato llamaban pueblo a los granaderos, el mismo señor regordete que convocó a la hermandad les gritaba, “hijos de su resuchi madre, quiero verlos en la Huasteca para amarrarlos, para que sepan lo que es ponerse cono hombres hijos de su resuchi resuchi y resuchi”. Bilioso, casi con espuma en la boca, olvidaba que apenas poco tiempo antes los llamaba pueblo como él.
    En estos tiempos en que todos invocan la defensa de los más pobre y el castigo ejemplar a los corruptos, resulta casi pecado mortal cuestionar las acciones ordenadas por el Presidente del Patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Gerardo Sosa Castelán, hoy ya investido de facto como el verdadero poder en el partido de Andrés Manuel López Obrador en la entidad.
    Legisladores electos que llegaron a ese cargo no por trabajo propio, esfuerzo y mucho menos actitud real de servicio a la ciudadanía, sino porque simplemente estuvieron en el lugar y la hora correcta donde pasó la ola del Peje que arrastró parejo a los que se encontró. Hoy estos personajes ya se sienten con poder, con poder absoluto para amenazar, advertir, adelantar vísperas y hablar a nombre de usted, de nosotros, de todos. La misma historia pero con diferentes actores.
    Debe resultar complicado querer hacer el papel de revolucionarios cuando nunca lo fueron, cuando pertenecen a una casta que secuestró lo más sagrado en una sociedad: la juventud universitaria. Que la ha utilizado hasta el cansancio para sus muy personales intereses, que ha atentado contra libertades básicas en una universidad como la de pensamiento. Que no se ha tocado el corazón para dejar sin pensión a maestros que dedicaron toda su vida a la institución educativa pero tuvieron la osadía de hacer público su desacuerdo con el Señor, el Dador de Vida, el Poder Celestial que ha encarnado desde hace 36 años Sosa Castelán.
    Debe ser difícil para quienes caminaro su existencia por el lado opuesto de la acera casi toda su vida, de pronto despertarse con la buena nueva de que ya casi son los clones del Che Guevara, y además entre los grupos de apoyo que los acompañan ya despertaron los que corean consignas como si fuera asunto de hipnotizar por lo repetitivas y sin sentido claro en estos tiempos: “¡lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar…!”
    Y en medio de todo esto el pueblo, siempre el pueblo que no acaba de tener conciencia de su existencia porque es un invento de quienes usan la palabra y lo que invoca para andar acompañados cuando van solos. Es una constante que la ambición del poder deja solas a las personas y nada mejor para combatir esa melancólica soledad que construir lo inexistente que siempre llamarán pueblo. Pueblo por supuesto con su muy particular forma de darle significado.
    El hecho esque eso es lo que no está presente en todo este escenario, este tinglado de la política: el pueblo que todos usan a su real antojo; el pueblo que siempre es jalado por unos vivos para cimentar sus ansias de poder; el pueblo que es invocado como única preocupación en la vida de los políticos que solo quieren hacer el bien sin mirar a quién; el pueblo que no se cansan de mencionar para arreciar esta guerra que apenas empieza.
    Estamos ante un primer adelanto de lo que puede ser el futuro inmediato no de Hidalgo, sino de todo el país: un movimiento como el de Morena, al menos en la entidad, ajeno a sí mismo, utilizado por personajes de siniestra memoria en la entidad que también afirman ser la encarnación del pueblo. Parece que la historia será la de siempre, la que hemos visto hasta la saciedad: el pueblo inexistente que sin embargo está presente.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

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