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TIENTA EN LA GANADERÍA DE LUIS CASTRO

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#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO
    •    El pasado sábado en la ganadería hidalguense de “Luis Castro” se tentaron dos machos


Estimados amigos, saludandolos desde este espacio de Plaza Juárez. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, la fiesta brava es mucho más que las dos horas de corrida, el espectáculo conlleva, por una parte, el aprendizaje y preparación de quienes actúan en el ya sean novilleros, matadores, subalternos, etc., por un lado, en tanto, que por otro, la crianza y selección que los ganaderos hacen de sus ejemplares.
Si los toreros se preparan físicamente, se ejercitan y perfeccionan suertes toreando de salón, los criadores de toros de lidia tienen una labor primordial en la selección ganadera, que se efectúa con la “Tienta”, prueba fundamental a la que se somete a los astados, hembras y machos, entre dos y tres años, para seleccionar a aquellos que serán la simiente de los hatos ganaderos, amalgamando encastes que den origen a astados con cualidades que propicien el toreo actual, lleno de belleza plástica, para el que se requiere de un toro, bravo, con nobleza, buen estilo, de mayor recorrido, de embestidas claras, con suavidad, sin brusquedades, que no se canse de seguir el engaño, pero, además, con poder, temperamento y codicia.
En ese tenor, el pasado sábado los sucesores de don Luis Castro, su viuda doña Sofía Gómez, así como sus Luis, Hugo y Mirna Castro Gómez, realizaron faena de tienta en su ganadería enclavada en el municipio de Ajacuba, Hidalgo, en la que fueron probados dos erales, hijos del semental 40 de procedencia del encaste llaguno vía Jesús Cabrera-La Paz; éstos los números 17 de pelaje cárdeno y 19 de capa negro listón.
Faena que estuvo a cargo del matador de toros en retiro Juan Clemente, el aficionado práctico Mikele Díaz, el novillero tapatío Paco Miramontes “Lagartijo”, así como los novilleros sin caballos Ethan Octavio y José Luís Ayala, ambos alumnos de la escuela de tauromaquia “Don Juan Clemente” de Tula, Hidalgo; ante un grupo de invitados amigos de la casa.
En primer término se dio suelta al eral marcado con el número 19, que si bien mostró bravura, desarrollo sentido exigiendo a los toreros, Paco Miramontes a base de aguantar y obligarlo le instrumentó series en redondo que le jalearon los ahí reunidos. Por su parte el aficionado práctico Mikele Díaz, de igual manera, logró buenos momentos con el morito al que le ligó muletazos de calidad por ambos lados, en tanto los jóvenes alumnos del matador Juan Clemente, dejaron ver los avances que han logrado en su aprendizaje.
En cuanto al cárdeno marcado con el número 17, igualmente bravo, fue de mejor estilo echando la cabeza muy abajo, con mayor recorrido y embistiendo con celo, a este el tapatío “Lagartijo” le dio una extraordinaria lidia, tanto de capa como de muleta, gustándose en series en redondo por ambos lados, mejor por el lado izquierdo, yendo a más el cárdeno que aguantó un sinfín de muletazos; en su turno los alumnos de la “Escuela Taurina Don Juan Clemente” se dieron gusto al torear en redondo y de buenas maneras al eral que en momentos les exigió.
Para finalizar se dio suelta a una vaca de retienta que se acordó pronto pero, conforme fue centrándose en el capote mejoró su comportamiento y permitió que los jóvenes toreros hicieran el toreo de capa, dándose un pique de quites, pues inició Paco Miramontes “Lagartijo” por “tapatías”, para a continuar José Luis Ayala con “zapopinas” y Ethan Octavio por fregolinas y terminar “Lagartijo” con gaoneras, ante el beneplácito de los asistentes; con la muleta, dentro de las complicaciones que presentó, la vaca se dejó ligar algunos muletazos, permitiendo a los novilleros correr la mano, alimentando el espíritu y mostrando cosas interesantes en su quehacer taurino.
Para finalizar este espléndido día campirano, los amables anfitriones, como es costumbre en esta casa ganadera, ofrecieron una espléndida comida.
Sin duda los Hermanos Castro Gómez y su Señora Madre deben estar satisfechos del juego que vienen dando sus ejemplares, como recompensa al esfuerzo, amor, afición y pasión que ponen en la crianza de toros de lidia, actividad que como manifiesta Luis Castro Gómez no representa un negocio rentable, sino que se realiza por mera afición y tradición familiar, sobre todo en estos tiempos difíciles para la fiesta brava, en que, por diferentes motivos, se han limitados los festejos taurinos.
Como lo hemos manifestado en otras ocasiones, toda actividad relacionada con el toro de lidia tiene mucho de fascinante, sobre todo cuando podemos admirar a los astados en su hábitat natural, ese entorno en donde el toro bravo se erige como soberano, guarda y custodio de un ecosistema único, que de no ser por su existencia se perdería.
Agradecemos a la Familia Castro Gómez el afecto, la hospitalidad y los gratos momentos que nos obsequian a quienes visitamos su casa.
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO si Dios lo permite.