RETRATOS HABLADOS

 •    Abraham Mendoza Zenteno, 

tiempo de asumir responsabilidades

Los recientes nombramientos del nuevo Procurador General de Justicia, Raúl Arroyo, y del Fiscal Especializado en Asuntos Electorales, Sergio Zúñiga, permitió observar lo que puede o no puede ser un Congreso con mayoría de Morena y la endeble autonomía que el dirigente de ese partido en Hidalgo, Abraham Mendoza Zenteno tiene respeto al líder máximo del Grupo Universidad, Gerardo Sosa Castelán, quien en últimas fechas se ha mostrado más conciliador que su pupilo.
    Sin embargo, Mendoza Zenteno quizá sufra el mareo que representará ser convertido en algo así como un vice gobernador en la entidad, por la coordinación de todos los programas federales que le entregará el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, al grado de empezar a usar un lenguaje que no se le había visto para retar y lanzar sentidas advertencias de lo que será la Cámara de Diputados ahora que lleguen los morenistas.
    Señalado en múltiples ocasiones como responsable de entregar la plaza de Morena al Grupo Universidad, el líder de ese instituto político posee una trayectoria real en la izquierda hidalguense, no inventada o fruto de la conveniencia. Sabe pues del trabajo que se ha realizado en esos terrenos, de tal modo que podríamos ser testigos en los próximos meses de la aparición del verdadero Abraham Mendoza luego que decidió ser simplemente pragmático en el proceso electoral.
    Empieza a tener más peso específico que Sosa Castelán porque es gente de confianza de López Obrador, cuando el dirigente universitario ya celebraba que todos y cada uno de los diputados locales responderían a sus órdenes y el dirigente morenista quedaría en un papel simplemente decorativo.
    No será así porque la supuesta acción en que Mendoza Zenteno habría entregado la plaza del Estado al Grupo Universidad no fue del todo real, y sí en cambio una estrategia política en la que se aplicó el estilo Villlista del, “acepten apoyos, luego viriguamos”.
    Y ese “viriguamos” ya empezó con informes directos al Presidente Electo, en los que supo de primera mano el perfil de quien se convirtió en su apoyo fundamental en la entidad, al menos así lo difundió el propio bunker universitario, y que ya tomaba decisiones al interior de Morena con la supuesta anuencia del mandatario electo.
    Los informes anotados no dejaron bien parado al grupo universitario, y sin duda uno de los elementos que colmó el plato de AMLO fue el episodio en que uno de los periodistas más cercanos al tabasqueño, Miguel Ángel Granados Chapa, recibió los embates del personaje citado.
    De tal modo que no habría sido complicado para López Obrador y el grupo de consejeros a nivel local que consulta y atiende, decidir que era el momento de regresarle el verdadero poder de su partido a Mendoza Zenteno, a la par que lo perfilaban como coordinadora de todos los programas federales en la entidad.
    Libre ya del yugo que lo ligaba al grupo de la UAEH, el presidente de Morena en Hidalgo empezó  el proceso siempre complicado de manejar el poder que le delegaba directamente.
    Tendrá que ser, sin duda, más negociador y menos la imitación raquítica del desafiante Sosa Castelán, porque no representa a un grupito político, sino al partido del Presidente electo de México. Y el Presidente no gobierna por sectores o conveniencias, fobias o rencores personales. Su labor es de otro tipo.
    Los antecedentes de Abraham Mendoza Zenteno, quien a juicio de reconocidos estudiosos de la izquierda hidalguense  son positivos, le permitirán volver a colocar los pies en la tierra y no asumir en automático la política de enfrentamiento con el gobierno estatal que ya había dispuesto el Grupo Universidad hasta antes de que AMLO les dijera con todas sus letras, que en su partido él manda y de ninguna manera les extendió un cheque en blanco para hacer lo que les venga en gana en Hidalgo.
    Así de simple.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Tendrá que ser, sin duda, más negociador y menos la imitación raquítica del desafiante Sosa Castelán, porque no representa a un grupito político, sino al partido del Presidente electo de México. Y el Presidente no gobierna por sectores o conveniencias, fobias o rencores personales. Su labor es de otro tipo.

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