El entusiasmo

Conciencia Ciudadana

    •    Más que producto de la voluntad y la inteligencia, México parece moverse en torno a un “eterno destino”, trazado por un dios maligno empeñado en mantenerlo atado a condiciones monstruosas desde su nacimiento


Como se repite en todos los tonos, las elecciones del próximo domingo serán, en efecto, un verdadero parteaguas en la historia nacional. Siendo un país de hondas tradiciones y grandes rezagos, México ha dado por igual muestras de un constante anhelo por integrarse al nùmero de naciones que han logrado alcanzar aceptables rangos de democracia y el progreso; aun cuando   no haya podido lograrlo y peor aún, haya retrocedido hasta etapas aparentemente superadas, como si nuestro destino fuera repetir una y otra vez los esfuerzos del pasado.
Más que producto de la voluntad y la inteligencia, México parece moverse en torno a un “eterno destino”, trazado por un dios maligno empeñado en mantenerlo atado a condiciones monstruosas desde su nacimiento. “Así somos y así seremos”, dicen muchos, al ver cómo las aberraciones del pasado se repiten en el presente y muestran su negra faz aún antes de hacerse realidad.  No cambiamos, nos repetimos una y otra vez, como si el “negro espejo de Tezcatlipoca” siguiera reflejándose en el rostro de la nación igual  hoy que fue ayer y será mañana.
Niños expósitos; salteadores de caminos, policías delincuentes, funcionarios corruptos, políticos ignorantes y demagogos, criollos ladrones, mestizos ladinos, indios sumisos, curas libidinosos y mentirosos, señoritos holgazanes y perversos, médicos incapaces, educadores ignorantes,   beatas fanáticas, españoles soberbios, empleados sumisos, mujeres envilecidas, prestamistas crápulas  fueron retratados magistralmente en la novela “El periquillo sarmiento”, con la que su  autor,  don José Joaquín Fernández de Lizardi  ponía  al mexicano de su tiempo , frente al espejo de su realidad, sin concesiones de ninguna especie.  Pero quien lea hoy el Periquillo, no podrá dejar de compararlo al México de nuestros días y reconocer, por odioso que sea; que seguimos siendo, en el fondo, la misma sociedad injusta, ignorante, fanática, delincuencial, arbitraria y autoritaria que la de entonces, aunque con distintos actores y nuevos escenarios y algunos progresos dignos de reconocimiento.
Pero si la constancia de esta negra condición circular es digna de atención, lo es más aún que hayan podido existir inteligencias y voluntades capaces de resistirse y enfrentarse al designio fatal que los dioses parecen haber condenado a este pedazo de planeta; siendo capaces de entusiasmar a sus apáticos contemporáneos a embarcarse con ellos hacia un cambio tantas veces buscado y pocas veces alcanzado.
Y es por un chispazo de empatìa semejante que estamos viviendo un momento de quiebre entre la sumisión que se niega a abandonarnos y la decisión, tal vez temeraria, de una gran parte del pueblo mexicano por dejar atrás el pasado y avanzar, a pesar de las dudas y temores, hacia un futuro que, aunque incierto, le resulta más atractivo que las condiciones actuales que padece.
Quien no vea en ese cambio de actitud del pueblo mexicano el verdadero potencial del cambio por venir, creyendo que lo importante son las elecciones por sí mismas, no entiende lo que está pasando.
No es de confiar el mito de que el pueblo nunca se equivoca; lo que sucede es que rara vez toma conciencia de su situación con la rapidez y claridad con que lo está haciendo en estos momentos, burlando las falacias electorales y convenciéndose de que sólo un cambio de rumbo puede abrirle las puertas a un futuro distinto al que le espera de seguir las mismas indicaciones que le han recetado sus gobernantes durante décadas.  
Nada ni nadie puede asegurarle que podrá alcanzar sus metas; pero nada ni nadie, puede evitar ya su decisión de abandonar el reino que le es conocido en aras de una nueva esperanza, aun a riesgo de enfrentar las amarguras del desierto. La fe, literalmente, mueve montañas.   
Lo que sigue es esperar si Faraón permite que su servidumbre parta para siempre o intente atajarla antes de que pise las playas donde ya no hay retorno posible.
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS CON NOSOTROS, ANTES DE EMPRENDER EL VIAJE.  

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