Es espejismo de la reforma energética

NÚMEROS CLAROS
    •    La pregunta es: ¿Dónde están los beneficios de la reforma energética y de la liberalización de los precios de los hidrocarburos? Definitivamente no se ven


De la retórica del discurso sobre los beneficios de la reforma energética a la realidad de un mercado imperfecto de la venta de gasolina y diésel. Hubo quien imaginó y dijo que los precios de las gasolinas en las gasolineras “podrán cambiar incluso a cada hora…”, precisando que “así funcionará el naciente mercado” mexicano de las gasolinas una vez liberalizado; pero la realidad es otra a seis meses de haberse concretado la liberalización de los precios de los hidrocarburos en México; más bien, parece que existen precios de duopolio, donde los vendedores se han puesto de acuerdo para variar sus precios en centavos, neutralizando los beneficios de la libre oferta y demanda para los consumidores.
Pactar los precios entre vendedores también es un acto de corrupción, va en contra del espíritu de la libre oferta y demanda en el mercado; es un delito que debería ser sancionado por el gobierno como regulador del mercado. La libertad para que sea el consumidor quien premie a un producto por su calidad y precio, por la satisfacción plena de sus necesidades, parece haber quedado en segundo plano en el mercado mexicano de las gasolinas; empresas mexicanas y extranjeras venden casi al mismo precio los diferentes tipos de gasolina y diésel.
La idea original era que los precios al consumidor estuvieran determinados por los costos de toda la cadena productiva. Estos es, que los precios fueran la suma de los costos de producción, transporte, almacenamiento, gastos administrativos y de los impuestos; como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), del Impuesto Sobre la Renta (ISR), Impuesto Sobre Nómina y la paridad del peso respecto al dólar; sin embargo, ¿A quién le interesa realmente la competencia en México? Cuando los consumidores están desarmados para hacer valer sus derechos y divididos para organizar sus protestas.
Al concluirse el proceso para liberalizar el mercado de los hidrocarburos en diciembre pasado, los precios de la gasolina regular y premium eran de 16.33 y 18.20 pesos por litro, respectivamente. Hoy los precios de la gasolina regular fluctúan entre 17.4 y 18.12 pesos por litro, en tanto que los precios de la gasolina premium fluctúa entre 18.56 y 19.47 pesos por litro, en el centro del país. La pregunta es: ¿Dónde están los beneficios de la reforma energética y de la liberalización de los precios de los hidrocarburos? Definitivamente no se ven; lo lógico hubiera sido que se dispararan en un primer momento para luego caer, algo que no ha sucedido.
Se percibe un ligero ambiente de concertación entre los vendedores de gasolinas y diésel. Con precios que pasan a diferenciarse por unos cuantos centavos y no por uno o dos pesos, lo que sería la lógica del mercado. Se puede suponer que no hay tal competencia entre los vendedores de las gasolinas y el pacto entre ellos los hace modificar su oferta sólo en unos centavos, sin que los consumidores puedan premiar a quienes venden “litros de a litro”, una gasolina de mayor calidad, la eficiencia en el servicio y un mejor precio.
La Comisión Reguladora de Energía (CRE) parece estar rebasada. Si bien las empresas que venden gasolina sólo deben informar con 60 minutos de anticipación los cambios en sus precios, más bien parece que este regulador del gobierno hubiera establecido un techo máximo y un piso mínimo para que fluctúen los precios de las gasolinas y diésel, neutralizando el impacto de la oferta y la demanda en el mercado y los efectos positivos de ella en los ingresos de los consumidores, que bajo reglas claras del mercado y bajo las condiciones de competencia perfecta, bien podrían aspirar a una mejor gasolina a un precio cada vez más bajo, algo que no está pasando.

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