Un domingo de junio

LA GENTE CUENTA
Basada en una historia real

Iván se levantaba de su cama con cierta pesadez, como si la cama se convirtiera en un campo magnético que lo atraía a seguir durmiendo. Cuando logró superar este punto miró hacia un lado, a su costado seguía durmiendo su pequeño retoño: José, quien estaba envuelto con las cobijas, asegurándose de que el frío matutino no lo despertara. Iván sonrió un poco.
    Acto seguido, se dirigía al baño, y junto a las botellas de champú, barras de jabón y rastrillos, se encontraba su aparato de diálisis. Miró el frío y puntiagudo catéter que se tenía que colocar justo debajo de sus costillas para poder eliminar todas sus toxinas. Y mientras se dializaba, pensaba en su padre, en hacerle una sorpresa por un día tan especial.
    Su padre que desde pequeño le había enseñado la importancia de trabajar duro para obtener lo que uno desea. Iván había aprendido bien la lección: trabajando de mesero todos los días en los salones de fiestas. Había trabajado duro, solo para ver a su papá orgulloso de él.
    Terminó el suplicio. Se tomó una ducha rápida, se vistió con su uniforme elegante: una camisa blanca perfectamente planchada, un pantalón oscuro en excelentes condiciones y un moño. Volvió a su cama y el pequeño José seguía dormido, aunque esta vez, sus pies terminaban de destender las sábanas. En ese momento suena su celular: era su madre.
    -¿Iván?
    -Sí, mamá –contestó rápidamente.
    -Vamos para allá. Tu padre acaba de salir a trabajar y yo ya voy con mi mamá.
    -Ah, no te preocupes, mami –y echando un vistazo a su hijo agregó-. Pepito sigue dormido.
    Recibe a su mamá y a su abuela con cierta prisa, pues ya se le hacía tarde. Mientras las señoras comenzaban a preparar la comida en honor a don Pepe, Iván se hizo al trabajo rápidamente. De vez en cuando sacaba su celular solo para ver el avance que su mamá llevaba. Y de repente… se desplomó sin aviso.
    Abre los ojos. Está en el hospital frente a su mamá, su abuela, sus hermanos. Y una figura paternal se abría paso. Era su padre, quien lo abrazaba, desconsolado, pero feliz de ver a su hijo hecho y derecho, a pesar de que el médico le auguraba pocos minutos de vida. Ese día era día del padre.

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