Arde la calle

LA GENTE CUENTA

Doce en punto del mediodía. Desde su cenit, el Sol se dedica a lanzar rayos inclementes hacia la Tierra, cargados de radiación que rebotan y rebotan alrededor de la corteza terrestre, y mientras tanto, en un pequeñísimo punto, una camioneta que funge como transporte colectivo hace su intento de cruzar la gran avenida entre el tráfico, sin éxito.
    Adentro, un grupo de personas, muy distintas entre sí, luchan en sus adentros por poder refrescarse ante la onda de calor. El aire no existe a estas alturas, lo que incrementa la tensión. A pesar de tener los ventanales abiertos, simplemente no hay una noticia esperanzadora
    Un pequeño, ataviado con un típico uniforme escolar de colores oscuros, con el pantalón lleno de polvo, abraza a su madre, con los ojos llenos de una cierta tristeza, y con una mirada que reclama lo más pronto posible un vaso con agua; y la progenitora trata de calmarse al ver su preocupación y el tránsito con pasos muy lentos.
    Al otro lado, una señora de figura robusta, la mujer típica con el cabello recogido, con las llaves en su mano izquierda, y bajo sus piernas un costal abultado, donde evidentemente contiene frutas y verduras, trata de abanicarse para sacudirse el estío de sus cabellos, donde comienza a escurrir un poco de sudor.
    El hombre de traje, con el saco en su regazo, porque el calor no permite a nadie ir abrigado, mirando el reloj con una gran desesperación, mientras tamborilea sus dedos en su rodilla, con un gesto apresurado; y a su lado, un chico con audífonos en sus oídos, quizás parece escuchar su música, pero también sufre.
    Y en el primer frente, el chofer de la vagoneta, soportando las mentadas de madre de los demás conductores, quienes no dejan de tocar el claxon de sus vehículos, como si el hacerlo se avanzara más rápido. A diferencia de los demás pasajeros, el obeso del volante suda copiosamente.
    Después de un largo suplicio, la vagoneta llega a su parada: baja la madre y su pequeño, baja la señora del mandado con dificultad, el elegante, el joven… todos. Una ráfaga de viento sorprende a todos y la vida comienza a reiniciar.

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