PIDO LA PALABRA TAN CERCA DE LAS ELECCIONES Y TAN LEJOS DE LOS CANDIDATOS…

 

 

Un poco de historia antes de llegar al punto: En la década de los 70´s infundía temor ver los programas de noticias, no había una sola semana en que no se anunciara el cierre de alguna fuente de empleo, o que otras estaban en proceso de reajuste de personal, o bien, enterarse de noticias de que algunas empresas más afortunadas trataban de negociar con los sindicatos los llamados “paros técnicos” para no despedir a sus trabajadores.

 

Estos paros técnicos consistían en reducir la jornada laboral semanal y en consecuencia, también reducir el salario del personal; lamentablemente se tenía que entrar en este esquema de trabajo ya que la otra opción era despedir a los trabajadores o en el peor de los casos cerrar la empresa. Pero la pregunta es: ¿Por qué reducir la jornada de trabajo si lo que se pretende es producir?

 

No olvidemos que en aquellos años se estaba atravesando por niveles de inflación bastante elevados y la relación peso-dólar era muy inestable por lo que pocos inversionistas se atrevían a arriesgar sus capitales, ya que la producción requería insumos los cuales la mayor parte de ellos se pagaban en dólares; por lo que resultaba que un empresario al adquirir una deuda este día, se despertaba a la mañana siguiente con una deuda al doble de la original. De tal manera que esta situación económica provocó que la producción se cayera y como siempre el factor que primero lo resiente es el del trabajo.

 

Con Luis Echeverría, cuyo lema era “Arriba y Adelante”, lo único que avanzó fue la pobreza ya que nos metió en una desesperada carrera de alza de precios e incremento a los salarios, echando a funcionar la maquinita de hacer dinero sin estar sustentado en un esquema productivo que la soportara; en esta etapa populista la inflación fue lo único que siempre estuvo arriba y adelante.

 

Con José López Portillo, poseedor de una extraordinaria oratoria, nos dijo que “el único problema de los mexicanos era saber administrar la riqueza” refiriéndose a la economía petrolizada imperante en ese momento, por desgracia también olvidó fortalecer los demás sectores de la economía, lo que a la postre nos siguió hundiendo en la miseria social y económica.

 

La política en ese entonces, y ahora también, estaba atravesando por una crisis de credibilidad y la sociedad, harta ya de la incertidumbre que prevalecía, deseaba aferrarse a alguien que le garantizara una estabilidad económica y emocional, volteando su mirada a un tecnócrata cuyos compromisos eran, entre otros, evitar el cierre de más Empresas; lamentable error, los compromisos no se cumplieron, aunque tuvieron el temblor del 85 para justificar el incumplimiento.

 

La historia se puede volver a repetir, de hecho la historia se está repitiendo,  vuelven los compromisos de siempre, vuelven las promesas de siempre, y lo peor del caso, vuelven los políticos de siempre a quienes se les están acabando las ideas y solo atinan a tratar de ganar simpatizantes a través de la descalificación de sus adversarios, da pena y coraje ver que a escasos cuarenta y dos días de las próximas elecciones, la altura de las campañas son solo de gritos y sombrerazos, de chantajes sentimentales y de información falsa que solo confunde e infunde desconfianza en parte del electorado.

 

Los candidatos, de forma ambigua, nos ofrecen cambiar el modelo económico que no ha funcionado, pero hasta ahora no nos dicen cómo lograrlo; todos, por ejemplo, se jactan de apoyar a las personas de la tercera edad, otorgándoles una suma mensual para sus gastos, el principio es bueno ni duda cabe, estoy seguro que los ancianitos agradecen el pescado, pero mucho más agradecerían que les ayudaran a pescar y aprovechar esa enorme experiencia que ellos tienen, por desgracia el aplauso fácil pesa más en las medidas populista de todos los Partidos.

 

¿Qué nos espera con esa escasez de ideas y exceso de ataques contra sus adversarios?, más aún cuando las pocas ideas que se han ofrecido no tendremos la oportunidad de valorarlas, ya que los debates, que es donde podríamos confrontar ideas, solo se han utilizado para confrontar personas; mucho me temo que sus argumentos son tan pobres como su capacidad de reacción ante una crisis.

 

¿Ante este hermoso panorama qué nos queda a los mexicanos?, esta vez en verdad ejercer un voto razonado, no irnos a la cargada, pero tampoco aplicar el voto de odio, mucho menos votar por el solo hecho de que nuestra herencia es de algún Partido en particular y terminar diciendo: “soy gente de partido”.

 

Patrañas, ante la ausencia de ideas y planteamientos sostenibles de los candidatos debemos reflexionar a quien le otorgamos nuestra “confianza” para que el voto sea útil, y desconfiar de aquellos que lo único que hacen es gritar los errores del adversario; pero no nos dicen el cómo salir de este atolladero en que políticos anquilosados y corruptos de todos los colores nos han metido, tal vez porque ni ellos mismos lo saben o tal vez porque solo piensan en cuidar espaldas.

 

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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