Un Infierno Bonito

ASESINÓ A SUS HIJOS
Tras sufrir un ataque de esquizofrenia, una mujer mató a sus chavitos, de 4 y 3 años, a quienes ahorcó y luego les puso de madrazos, aventándolos y dejándolos caer.

Este suceso escalofriante sucedió, en la madrugada, en la comunidad El Apartadero, perteneciente al municipio de Huichapan.
A. E. V. fue la protagonista de esta truculenta historia. Horas más tarde fue detenida por los gendarmes, luego que su hermana Alicia Valdés la echó de cabeza cuando se enteró del doble crimen de sus sobrinos.
La madre asesina declaró ante el agente del Ministerio Público, que ya estaba hasta la madre de de sus chillidos, la sacaron de onda, además escuchaba pasos en la azotea, aullidos de lobo. Por su cabeza pasaban un madral de cosas feas. Se le apareció el diablo; jura que le vio la cola.
Le dio un miedo incontrolable. “De momento vi a los niños vestidos de policías, que me atacaban con su macana, y lo que hice fue defenderme”. La mujer estaba greñuda, sacaba los ojos, abría la boca enseñando los dientes, y las manos las estiraba encogiendo los dedos como si fuera atacar a alguien. A los policías les daba miedo que los fuera a rasguñar.
Los agentes de la Coordinación de Investigación, del grupo Huichapan, fueron los que llegaron al lugar de los hechos, una humilde casa a medio construir, donde yacían los cadáveres de los pequeñitos. Después hizo acto de presencia el MP, con todo su personal y dieron el banderazo para dar comienzo a la investigación.
Las inocentes criaturas estaban ensangrentadas, golpeadas de los brazos y piernas, con el coco abierto. Jonathan Bruno y Brayan Espinosa, de 3 y 4 años, sus nombres en vida.
Los investigadores entrevistaron a Alejandra Espinosa, hermana de Alicia, quien comentó que llegó a la casa como a  la 7 de la mañana y encontró abierta la puerta, lo cual se lo hizo muy extraño. Entró y por un pelito se muere del susto, de la angustia y de la impresión, al ver a sus dos sobrinos que se habían ido al valle de las calaquitas. Su hermana estaba histérica: lloraba, se tiraba al suelo, se revolcaba, gritaba y pataleaba.
Se la llevaron detenida. Les dijo que tenía 32 años. Como a las 2 de la mañana les apachurró el gañote a sus retoños. Los aventaba para arriba como a los novios cuando se casan, solo que los dejaba caer al piso.
Comentó que alguien se lo ordenó, que escuchó una voz que le decía que los matara. Y luego que se dio cuenta reaccionó y se puso a llorar, pidiéndole al cielo que se los devolviera, que todo era una broma.
El representante social ordenó que la encerraran en un separo, para que en las noches no se salga a chillar como La Llorona, gritando: “¡Ay, mis hijos!”, y espante a los gendarmes.

SE FUE SIN DECIR ADIÓS
Una mujer estaba muy agobiada por su soledad; ya estaba madura, y le decían “La Culpa”, porque nadie se la quería echar. Además tenía una enfermedad en el coco, de índole psiquiátrico, que se iba a tratar en el Hospital Villa Ojaranzo, pero quedó peor, a tal punto que se ahorcó el pasado fin de semana; fue encontrada el domingo por su hijo.
El penoso hecho sucedió en la calle Asfalto, de la colonia Santa Matilde, a un costado de la escuela primaria Lázaro Cárdenas. María Teresa Melo utilizó una cuerda para llevar a cabo su propósito suicida, misma que amarró a una viga, se subió en una silla y se dejó caer.
El domingo por la mañana fue a visitarla su hijo José Juan Elizalde, de 20 años, quien al abrir la puerta que da a la calle, encontró a su jefa colgando como piñata. Corrió como loco a buscar ayuda con los cuicos. Llegaron los paramédicos de la Cruz Roja, los bomberos, los uniformados estatales y municipales, así como el agente del Ministerio Público, que después de echar un ojo, a ver cómo había estado el asunto,
inició la averiguación correspondiente.
Muchos vecinos fueron de mirones, y uno de ellos declaró ante las autoridades, que desde hace mucho tiempo ella padecía de una enfermedad y le fallaba el coco. Llevaba un tratamiento en el hospital. “Se quedaba muchas horas sentada en la acera, tomando el sol, sin decir una sola palabra”.
Otra vecina dijo que la ahora finada, a veces llegaba a platicar con la chalupera, pero nunca le entendía, pues ella hablaba de una cosa y la señora de otra. Pero también comenta que para eso de las cuentas estaba muy buza en los recibos del agua, y eso le ayudaba a distraerse. También le reclamaba al que le llevaba los recibos de luz porque venían cargados, y como la tiraban de loca, les mentaba la madre. Pero el día menos pensado se dio cuello.

BORRACHOS LES JUGARON UNA BROMA
Unos estudiantes que andaban hasta las chanclas de ebrios, les jugaron una bromita a los policías diciéndoles que uno de ellos estaba secuestrado. Movilizaron a todos los elementos y al ver que era una vacilada, les dijeron que mejor le hubieran hecho la bromita a su madre, y los metieron al bote.
Hubo una gran movilización de policías la madrugada del lunes, luego que recibieron una llamada de unos vecinos de San Agustín Tlaxiaca, alertándolos de un supuesto secuestro.
Todo comenzó como a las 11 de la noche del domingo pasado, cuando Edgar Hinojosa Sánchez llamó al C-4 por su celular, para avisar que se encontraba secuestrado, amarrado de las manos y de las patas, en el baño de una casa de seguridad, en el barrio de Fresno.
La operadora le contestó que si estaba secuestrado por qué hablaba. Le dijo que sus secuestradores lo metieron a un baño, que él se escondió el teléfono móvil por la cola y no se lo encontraron, pero que se dieran prisa porque se lo iban a llevar a otro lugar.
Cuestionado acerca de cuántas personas lo tenían privado de su libertad, dijo que eran unas 15 y que viajaban en dos camionetas, que si no se daban prisa lo iban a matar, que estaban planeando pedir una cantidad grande por su rescate.
En unos cuantos minutos llegaron los agentes de la Coordinación de Investigación, uniformados de la Policía Estatal y Municipal, los de la Metropolitana y los uniformados del pueblo de San Agustín Tlaxiaca, así como de Protección Civil. Dijo uno de los comandantes que por las moscas, estuvieran listos los policías federales y los sardos.
Rodearon la casa que, según dijeron, era donde estaba el secuestrado, planeando cómo entrarle. Duraron muchas horas, hasta la madrugada, cuando todos prepararon sus armas, listos para jalar el gatillo y madrear a los secuestradores. Caminaban con paso firme para llegar a la vivienda abandonada, no se distraían para nada, con la mirada fija, pero antes de llegar salieron varias personas y abordaron unas unidades.
Se subieron corriendo en sus patrullas y los siguieron sin perderlos de vista. Alcanzaron una camioneta S-10 y un coche Jetta azul, donde viajaban varios jóvenes borrachos.
Los bajaron para trasegarlos a ver qué armas portaban, y uno de ellos dijo que estaban chupando en esa casa, pero que no había ningún secuestrado. Pidieron ayuda para que rastrearan la llamada, de dónde había salido. Sonó el celular de Oscar Jiménez Jiménez, de 18 años, quien confesó que junto con sus amigos, Jhovanny López, de 18 primaveras y Rubén Hernández Jiménez, de 19, les habían jugado una broma.
Esto no le gustó nadita al comandante “Pistolas”, quien ordenó que se los llevaran a madrazos por chistositos, y los presentaron ante el juez conciliador con el fin de aplicarles la sanción correspondiente. Luego fueron a buscar a sus padres para enterarlos de lo que habían hechos sus catarros, y estuvieron de acuerdo en que les aplicaran un correctivo por payasos.
El director de los cuicos municipales hizo un enérgico llamado a la población para que no juegue con los números de emergencia, ya que hacen movilizar a las corporaciones policiales y a los socorristas. Que cuando quieran jugar lo hagan como hacen los gatos chiquitos: que jueguen con la cola de su madre.

ATRACAN A OTRO TAXISTA
Le dieron en la madre, le quitaron lo que traía y se llevaron el vehículo. Uno de ellos se fugó pero ya los agentes de la Coordinación de Investigación le andan pisando los talones, y piensan que antes de que termine este mes, les echarán el guante.
Los uniformados informaron que dos sujetos que viajaban en calidad de pasajeros, le dieron un balazo en la cara a un taxista, para quitarle el dinero y el coche.
El ruletero se llama Cuauhtémoc Santiago, que de pura chiripada recibió auxilio y pudo salvar el pellejo. Los delincuentes se pelaron, pero transcurridos dos meses de que pasó, los agentes de la Coordinación de Investigación, del grupo Huejutla, que les pisaban los talones, apañaron a uno. Dijo llamarse Alfredo Guzmán, quien pagará el pato, pues es el detenido, mientras agarran al otro delincuente.
En su declaración, el taxista dijo que los hechos sucedieron el 28 de noviembre del año pasado. Los desgraciados abordaron su coche de alquiler como pasajeros, en   Xochiatipan y le pidieron que los llevara a Atlapexco. En el trayecto sacaron la fusca y se le fue el tiro al delincuente, pegándole al chofer en la cara, por lo que está a punto de partir al Valle de las Calacas.
La pareja de hampones le quitó todo el dinero que llevaba, lo echaron fuera del taxi y se lo llevaron, pero los agentes ya los tenían muy bien fichados y lograron aprehender a uno de los agresores y se lo llevaron a la grande, por asalto a mano armada y darle un balazo en la feis a un chofer. Dicen que el proyectil le rasuró el cerebro, y esperan que cicatrice la herida para que quede bien.

ASALTAN UN CONSULTORIO DENTAL
Un solitario delincuente se atrevió a atracar un consultorio dental, la semana pasada, ubicado en céntrica calle de Tulancingo. Los hechos fueron denunciados en la Procuraduría General de Justicia, por Gabriela Ocadiz, de 26 años, que es dientóloga, junto con su asistente Esmeralda Madrid.
La profesionista dijo que anteayer, junto con su asistente se encontraban en el área de trabajo, en un edificio de la calle Cuauhtémoc, cuando de momento, entró un sujeto desarrapado y les ordenó: “Rápido, cáiganse cadáver con la lana”. Sorprendidas, les dijeron que estaban brujas, que no tenían dinero porque no les había caído ningún cliente.
Entonces el bandido les dijo que como no tenían dinero, se llevaba una computadora portátil y un celular que era de la dentista. La asistente no vio si el pillo cargara pistola o cuchillo. Tras perpetrar su fechoría, el asaltante se fugó velozmente,  dejándolas gritando.
La dos atemorizadas mujeres permanecieron abrazadas por unos minutos, sin saber qué hacer, pensando que el infeliz decidiera regresar por otro viaje. Poco a poco, paso a pasito, se encaminaron al kiosco del Jardín Floresta, rumbo a la comandancia de policía, para poner su denuncia, pero los mismos uniformados les dijeron que mejor fueran al Ministerio Público, y que dieran los datos correctos para que los agentes de la Coordinación de Investigación, que son muy chichos, los encontraran en menos que canta un gallo.

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