Millenial Falcon: a la conquista del voto “Y”




Vivimos en una época donde reina la saturación de datos. El simple reconocimiento de que hay información que se genera automáticamente que nadie pidió, nadie interpretará y nadie se tomará la molestia de borrar me pone un poco incómodo.
Puesta la escenografía, conviene describir a su personaje principal: la generación Millennial, o Y. Nativos digitales. Se trata de la primera generación que no necesita esperar más de un minuto para comenzar a ver una película o escuchar una canción. Nunca se tuvo tan a la mano comprar una novela clásica o leer la columna de opinión de casi todos los periódicos del mundo. Cierto es que, en vez de enterarse cómo el regreso de Ulises a Ítaca es más complejo que un transbordo de Metro, prefieren (preferimos. Haga este ejercicio de agregar la primera persona del plural en lo sucesivo, querido lector) admirar colecciones interminables de gatos haciéndola de Dj en gifs esquizofrénicos. 
En un mundo más que descubierto, cuya constante no es sólo el cambio sino su velocidad y la competencia global encarnizada, el millennial se toma su tiempo. ¿Para qué? Para saber que tiene al dios Cronos al alcance de su WiFi. De ahí que esos sueños de gerencia, casa, coche y perro se marchiten frente a las metas inmediatas que inundan los espacios de coworking. ¿Ahorrar para el futuro? ¿Cuál futuro? le preguntan a sus teléfonos.
Esta generación que busca ser diferente no es más ni menos capaz que las anteriores. Porque, como en las que la antecedieron, las virtudes tienen orillas puntiagudas. El mercado, que todo lo atiende y exagera, sirve a la generación Millennial lo que pide: originalidad. Tenemos en casa dispositivos para ver una cantidad sofocante de películas y series. Pero acabamos viendo lo mismo que los demás, esperando la siguiente temporada y, ante la soledad del internet, preguntamos al mar abierto ¿qué recomiendan para ver? 


Entrados en este ejercicio, me doy licencia de preguntar si, en México, hay algo como el voto Millennial.
Y quiero pensar que sí. Esta generación, sorprende a quienes la descubren, no asume con la fuerza de antes dentro de sus alternativas al voto nulo o al abstencionismo. Porque sería renunciar a esa necesidad casi criada en videojuegos de apretar un botón para cambiar el entorno. 
Fragmentemos la pregunta, pues. Hablemos de los tres candidatos más populares. Y sépase que no se trata de estudiar propuestas, sino personajes en mayor o menor medida atractivos para la generación citada. ¿Se podrá ganar los likes del respetable Ricardo Anaya? Difícilmente apantalla al millennial promedio que un candidato hable inglés y francés. Salvo excepciones notables, como Kumamoto, los jóvenes asumen que los candidatos no pertenecen a su generación ni tienen por qué, pero subirse a un andamio a la rockstar o tocar el ukulele al ritmo del Movimiento Naranja no acaban de cuajar la imagen de un Anaya que se quiere sentir chavo.
José Antonio Meade opta por los spots donde hay jóvenes y se habla en la jerga de la generación. Su discurso apela a quienes votan por vez primera, los millennials más chicos. No parece mala idea, hasta que se busca retorcer el personaje, argumento y situación de un spot hasta puntos inverosímiles. “A mí me raya votar por Meade”. Claro que a cualquier joven le puede parecer buena idea votar por él, pero parece que, en vez de adoptar a un millennial para hacer de consultor y mejorar la credibilidad de un anuncio, se asume que usando dos o tres palabras estamos del otro lado. Y no.
Andrés Manuel va por otro camino. Siendo el más veterano, es naturalmente quien más tiempo tiene haciendo sus videos con el conocido inicio “amigos del feis” (no face, que suena más a mafia del poder). Y aunque no trata de hacerse entrañable frente a la generación millennial, es fuente de inspiración para una cantidad de memes, tuits y publicaciones sarcásticas envidiables. “Esos memes no los tiene ni Obama”, se lee en las redes y pasa inadvertido que llegamos con él hasta al meta-meme. O a un meme dentro de otro, a la matrioshka, para seguir abonando al género cómico especializado de “los rusos y AMLO”.
¿Cómo convencer a quien no busca un crédito hipotecario ni regularizar un terreno? ¿Qué significa un futuro de más oportunidades para quienes tratan de construirse caminos donde no hay, desde la tierra fértil del start up? Ya se encargará el tiempo de acomodar toda esta big data en su debido sitio. 
Telegrama: Ningún gif de gatos Dj o cualesquiera otras profesiones fueron comprometidos o puestos en riesgo para la realización de esta nota. #Catoftheday 

Twitter: @elpepesanchez

En un mundo más que descubierto, cuya constante no es sólo el cambio sino su velocidad y la competencia global encarnizada, el millennial se toma su tiempo. ¿Para qué? Para saber que tiene al dios Cronos al alcance de su WiFi. De ahí que esos sueños de gerencia, casa, coche y perro se marchiten frente a las metas inmediatas que inundan los espacios de coworking. ¿Ahorrar para el futuro? ¿Cuál futuro? le preguntan a sus teléfonos

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