RETRATOS HABLADOS

   •    Tiempo de los gesticuladores


Cada vez entiendo menos la carrera por el poder que empezó oficialmente el pasado 30 de marzo en nuestro país. Peor si uno acepta que los debates que transmite la todavía televisora con más poder en el país, en su programa de la mañana, son eso: debates. Regularmente es una competencia de ofensas, de sinvergüenzas que se acusan unos a otro de serlo y una incapacidad absoluta para escuchar al que tienen enfrente.
    Ayer fue incluso imposible entender lo que hacían un Dante Delgado Rannauro, líder de Movimiento Ciudadano, y Javier Lozano Alarcón, vocero del candidato presidencial priísta, José Antonio Meade. Ni a cual irle.
    La sana conclusión es que la ciudadanía no puede, no debe orientar su voto a partir de lo que mira en las redes, en los canales de televisión, porque si así decide proceder, votará por el que al borde la histeria acuse de todo lo habido y por haber al enemigo en turno, sin ofrecer prueba alguna, o bien con el sustento de recortes de periódicos.
    Algo grave pasa en el ejercicio de la política que parece urgir a una purga total, en la que desaparezca todo vestigio, incluso historia de lo que ha sido esa tarea en el México que hoy nos toca vivir. Arrancar de cero, de nada, porque como nunca la miseria de esta actividad se asoma en cada esquina.
    Resulta que en una de esas constantes que solo suceden en nuestro país, llegamos a los debates abiertos que suplen a los aburridos con preguntas acartonados, siempre con la idea de que así nos comparamos a “las democracias” gringas o europeas; sí, llegamos pero tarde y cuando ese estilo poco o nada contribuye en la actualidad para que el potencial votante decida a conciencia.
    Es cierto, al parroquiano le encanta que se mienten la madre, se digan que son corruptos, payasos, bufones; incluso que se agarren a trompadas, porque divierten cuando menos, porque de que les crean algo de lo que dicen, simplemente resulta imposible. Hoy por hoy estamos atados a los shows de candidatos, y también de los que con teléfono en mano se le ponen enfrente a los suspirantes para reclamarles, acusarlos de todo y nada.
    En esos encuentros pugilísticos sin límite de caídas, los candidatos, sus voceros, los presidentes de sus partidos, saben que por lo menos deben ganar fama de rudos, que no se callan y que no dejan hablar al otro; que no defienden proyectos, sino un aspiración enfermiza de llegar al poder.
    Todas las mañanas usted los puede ver. Y en las tardes se suman “analistas”, que hoy abundan al por mayor y que aparecen hasta debajo de las piedras, para hacer lo mismo aunque quizá en un estilo más refinado.
    Pero es lo mismo.
    Por eso la incredulidad crece al paso de los días, de campañas que se aparecen en todos lados, con videos que hacen dudar de la cordura de quien los produjo. No hay confianza y eso es grave, terrible.
    Cada día que pasa la desconfianza se incrementa, las dudas, la seguridad de que ya no hay remedio a este camino al despeñadero quien quiera que resulte ganador.
    Los pillos opresores del pasado, y del presente,  hoy de pronto son partícipes de proyectos casi revolucionarios, y son bienvenidos donde hasta hace apenas unos años simplemente no los dejarían ni asomarse a la sala de recepción. Incluso ya mandan, coordinan, se sienten jefes de algo que en su vida habían concebido como opción para sus ambiciones.
    Pero eso son las ambiciones. Cambian ropajes, se visten el traje de los que pugnan por el cambio a favor de los desposeídos, en tanto esconden fortunas mal habidas, porque lo de hoy es presentarse como incorruptibles, dechado de virtudes, blancos como la espuma.
    Y para distraer al “respetable”, los saltimbanquis acuden a las televisoras, se pegan, se dejan los ojos morados, se mientan sus madrecitas, se exhiben sin pudor…
    Pero el resultado siempre será el mismo. Porque es el tiempo de los gesticuladores, que hoy portan la careta de algo que nunca han sido, ni serán.
Mil gracias, hasta el próximo lunes.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
Los pillos opresores del pasado, y del presente,  hoy de pronto son partícipes de proyectos casi revolucionarios, y son bienvenidos donde hasta hace apenas unos años simplemente no los dejarían ni asomarse a la sala de recepción. Incluso ya mandan, coordinan, se sienten jefes de algo que en su vida habían concebido como opción para sus ambiciones.

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