PERSIGUIENDO AL CONEJO BLANCO, SOBRE RUEDAS / PARTE 1
• Ariel Mancuso, Soledad Oviedo y “Cachi” dejaron su natal Buenos Aires para conocer el continente entero
• “Una vez que uno se adentra, la aventura es maravillosa”
En la guarnición de una de las principales avenidas de Pachuca se encuentra una pequeña vagoneta estacionada, para ser más precisos un Volkswagen Combi modelo 1980 aproximadamente, de colores crema y verde, adornada con diferentes calcomanías y frases pintadas con tiza en las ventanas, la más interesante y vistosa dice “sigue tus sueños”, muy a la usanza de la década de 1960.
De esta vagoneta salen una pareja, ambos usando un conjunto sencillo de playera y shorts, ya que la primavera ha arribado con una fuerza descomunal en el hemisferio norte del planeta. Es una pareja muy joven que han recorrido miles de kilómetros desde su país natal, Argentina, en busca de conocer y recorrer el continente entero, y sobre todas las cosas, cumplir su sueño: llegar a las gélidas tierras de Alaska.
Él es Ariel Mancuso, un joven que tenía un trabajo estable, aunque con un modo de vida bastante modesto; ella, Soledad Oviedo, o Sole, como le dice su esposo de cariño, y casi al par que él, también laboraba para poder solventar sus vidas; pero de pronto, los dos decidieron renunciar a sus trabajos, a sus familias, en pocas palabras dejaron su zona de confort y, acompañados de “Cachi”, la vagoneta, se lanzaron a la aventura.
A simple vista parecen tímidos, no suelen platicar mucho con los reporteros ni nadie que represente un medio de comunicación, aunque si se acercan a la gente de los lugares que visitan para conocer a fondo sus puntos de vista, sus costumbres y tradiciones. Comienzan a relatar.
No hace falta ser millonario para viajar
“Nosotros somos de Argentina”, comienza Ariel. “Venimos viajando desde hace casi tres años por todo el continente, ya llevamos como 15 países que hemos visitado hasta el momento, y nuestro sueño comenzó, como muchos, el de querer conocer el continente, salir a ver más allá de la ciudad que uno conoce, de nuestro país”.
Se nota muy emocionado, y continua: “al principio creíamos que era algo, quizás imposible, o que hacía falta ser millonario para hacerlo, pero tuve la suerte de conocer a un viajero que había hecho la vuelta al mundo en motocicleta y con poco presupuesto, y pues eso ha hecho que yo también quiera cumplir mi sueño y el de Sole”.
Al mismo tiempo mira a su esposa, cómplice de su travesía: “y de poco a poquito comenzamos a desarrollar la idea de salir de viaje, ahorramos un poco de dinero para poder comprar la Combi, nos tardamos seis meses en hacer la casita rodante, y un día tocó renunciar al trabajo, animarse, poner la primera velocidad y salir a la carretera; y poco a poco fuimos avanzando”.
Hay un dicho que dice que antes de conocer otro país, primero hay que reconocer su propia patria, y en este sentido Ariel relata que salieron a conocer Argentina de norte a sur, de este a oeste, y una vez hecho este ejercicio lograron cruzar la frontera chilena, y afirman que los meses fueron pasando para esta pareja, visitando a buena parte de América del Sur. ¿Tiempo transcurrido? Treinta y seis meses.
¿Qué es el “conejo blanco?
Sole toma la palabra para describir un poco el concepto de su viaje. ¿Por qué el nombre de “Persiguiendo al conejo blanco?
“El viaje se llama así porque es una doble analogía”, responde Soledad. “Por mi parte tengo a la memoria el libro de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, en donde aparece un conejito blanco que siempre dice que ‘se hace tarde’, y entonces la protagonista decide seguirlo, y eso significa que se hace tarde para perseguir tu sueño”
Los sueños y metas son parte fundamental en la filosofía de vida de Sole, quien continua: “una vez que te metes en esa madriguera te encuentras un mundo maravilloso, y en nuestro caso es el continente americano”.
También hace referencia al filme de Matrix como otra inspiración del viaje: “en una de las escenas uno de los actores también dice ‘sigue al conejo blanco’, y es donde aparece el personaje de Morfeo y dice que si quieres seguir en esta realidad que es fantasiosa y donde te dicen que es lo que tienes que hacer, o si quieres ir más allá. Por eso le pusimos así a nuestro viaje”.
La vagoneta también merece parte importante del viaje, casi como un miembro de la familia: “nuestra Combi se llama ‘Cachi’, pero, ¿por qué? Porque cuando lo compramos, supuestamente estaba lista para el recorrido, pero no. La llevamos al mecánico y cuando salíamos, pasaban cinco kilómetros y se quedaba, la volvimos a llevar con el mecánico y se volvía a averiar”.
Añade: “un día estábamos haciendo bromas sobre la vagoneta, que si ‘cachi’ llegábamos, que si ‘cachi’ no frena… Y después de todo, el nombre de Cachi se le quedó. Así fue la historia”.
Embajadores de Argentina en movimiento
“Cuéntales sobre nuestros primeros viajes”, le dice Sole a su esposo mientras le da un ligero codazo para animarlo. Ariel sigue el relato.
-Este viaje lo hacemos por placer, por sed de conocimiento, pero lo que más me gusta más allá de los lugares naturales y de las ciudades y demás cosas, es el contacto con la gente, el intercambio cultural, el estar charlando con una persona común y corriente en un pueblito, que te compartan su vida, sus historias, eso es lo que más nos enriquece.
Mientras él platica la experiencia, Sole lo mira, de forma que con el relato comienzan a revivir un poco sus vivencias en los tres años que llevan sobre cuatro ruedas.
-De alguna forma –añade Ariel- nosotros también llevamos parte de nuestra cultura a los diferentes pueblos y ciudades que visitamos. De hecho seríamos como los embajadores de Argentina, llevamos el mate con nosotros, que es nuestra bebida típica, a veces nos preguntan sobre el asado, el fútbol y muchas cosas.
La hospitalidad de los habitantes de cada país es un factor que destacan. Quizá lo que caracteriza al continente entero.
-También lo que más nos gusta es que la gente es muy hospitalaria, que nos invite a su casa a compartir la mesa, a conocer sus trabajos. Hemos tenido muchas experiencias de todo tipo… y es lo que más nos enriquece día a día.
¿Cómo sobrevivieron Ariel y Sole tres años enteros lejos de su hogar, lejos de sus familias y con pocos recursos? Mañana en Diario Plaza Juárez la segunda parte de esta historia.