Un Infierno Bonito

LO DEMANDÓ SU VIEJA POR CODO
María de la Rosa fue a demandar ante las autoridades a su viejo Jorge P.,  de ocupación dependiente de una tienda de autoservicio. Tuvieron una discusión y se la sonó. Le dio de puntapiés en las nalgas, le cerró un ojo de un madrazo, y la dejó con trompa de puerco. La mujer, a moco tendido, sin dejar de chillar, fue, acompañada de sus hijas, a la agencia del Ministerio Público.

Dijo muchas cosas, pero el MP apenas le entendía lo que hablaba. Le dio un pedazo de papel para que se limpiara el moco. Relató con todo detalle:
“Cuando yo conocí a mi viejo, era un hombre que me daba todo a manos llenas, con él no conocí la pobreza, y ahora ni calzones me compra. Ya estoy cansada de vivir con él. Tenemos dos hijas, una de 10 años y la otra de 9; vealas, tienen piernas de palo de escoba  y con zapatos que andan haciendo tierra, agujereados de la suelas”.
Agregó que vive con su suegra, en la calle Reforma, del barrio de El Arbolito. Su suegra es la que mueve los frijoles, recibe el gasto completo de su hijo; a ella le da lo que le sobra, o, muchas veces, nada.
Siguió manifestando cómo están las cosas con ella y sus hijas, que están muy flacas, parecen calacas. Las tienen limitadas, con una comida al día   y con poca ración. Sus hijas piden pan y no les dan; piden queso y les dan un hueso.
Como la situación está de la patada, las tripas les chillan de hambre, parece que se comieron a un gato. Y su viejo, ni para atrás, ni para adelante. La mujer le pidió que se fueran a vivir aparte, y recibió un madrazo en el hocico. Le contestó: “Cómo crees, no puedo abandonar a mi jefa. Si quieres vete tú y me dejas a las niñas”.
“Todo comenzó por la vieja de mi suegra, desde varios días, cuando salieron a relucir los nombres de los tres candidatos a presidente, la vieja se persignó y le dijo que desde ese día tenía que cortar el gasto, porque si ahorita estamos jodidos, más tarde vamos a morir de hambre.
“Dijo mi suegra que conoce a los tres y de los tres no se hace ni uno. Que el tal Meade le rajó toda la madre a los mexicanos, siendo el padre del famoso gasolinazo. Como el papá del gasolinazo había sacado de un apuro a Peña, lo quería más que a su vida, y no quería perderlo para siempre. Mandó a volar a todos, diciendo que se habían secado los pozos petroleros.
“Luego, cuando estaban más seguros de ganar con el jefe del gasolinazo, se les apareció el “Hombre Anaya”, que estaba pegando con tubo, porque decían que era el bueno, y la gente se entusiasmó. Pero como no falta un negrito en el arroz, le cargaron que estaba en el narcotráfico. Por eso la gente dudaba, pero es más viable que el papá del gasolinazo. De todos modos, la gente iba a votar por el PAN”.
El lunes llegó su viejo de Rosa, se quitó las chanclas para hacer la meme. La señora le pidió que le diera una lana porque él todo se lo daba a su madre y ella no tiene dinero para comprar calzones, tanto para ella como para sus hijas, que andan enseñando el cuero.
Jorge se levantó, le confesó que tuvo un bizne y no le sobró nada. Para que no estuviera rebuznando, le iba a dar 800 pesos en vales, que los cambiara o los vendiera, ese era su cuete.
Rosa le estiró la mano y él se los contó, uno por uno; como eran de a cien pesos, le entregó ocho. La señora se levantó a hacer pipí, mientras el gandaya de su viejo, agarró dos vales, los metió en su bolsa del pantalón. Una de las niñas le dijo a su jefa. La mujer contó los vales, y le faltaban dos, o sea 200 pesos. Se los pidió: “Dame los vales, me hacen mucha falta para comprar ropa, ya que no me das en efectivo”.
Se los quiso sacar. El hombre se enojó: “Ahora no te doy ni madre, y hazle como quieras”. Le arrebató los demás. Necia la mujer, trató de quitárselos y le fue como en feria. Jorge la agarró de las greñas, la tiró al suelo, con la rodilla le apachurró la panza, le apretó el gañote, le azorrajó la cholla en el suelo. Al forcejear, a la señora se le salió una chichi; Jorge se la mordió. La mujer gritó. Llegó la madre y la echaron a la calle, que fuera a gritar a otro lado. Pide a las autoridades que lo castiguen y que le devuelvan a sus hijas. Madre e hijo le están haciendo la vida cuadritos.

SE LE APARECIÓ EL DIABLO POR DROGUERA
El miércoles pasado, a las 8 y medía de la mañana, Leticia Hernández Gómez, de 30 años, se bajó de su coche, caminando como yegua fina, para dejar a su hijo en la escuela. No le quitó la mirada hasta que se metió a su salón, de primer año.
En la misma forma que entró, salió, escupiendo por un colmillo. Iba bien coloreteada, con un peinado alto, un pantalón bien ajustado, que las nalgas se le veían como bola; llevaba botas largas, y jugando con las llaves del automóvil. Cuando iba a abrirlo escuchó una voz muy conocida, que la hizo voltear:
“Me pagas o te desmadro, presumes de mucha ropa y ni a calzones llegas”. Era su vecina, Alicia Pérez, de 21 años, quien vende perfumes en abonos. Leticia la miró haciéndole unos ojos de desprecio, y se subió a su coche. Cuando lo iba a arrancar, como llevaba la ventanilla abierta, Alicia la agarró de las greñas. “Te estoy hablando, güera oxigenada”. Abrió la puerta y se cayó en un charco de agua. Enojada, le dijo: “Ahora no te pago, por traicionera; además tu perfume resultó siete machos, me hizo granos atrás de las orejas; te voy a quitar a tu viejo”.
No terminaba de decir la palabra, cuando Alicia se le aventó, dándole un tope, que la mandó de nalgas. Se puso en guardia, esperó a que se levantara: “Con mi marido no te metas, porque soy capaz de reventarte”. La agarró de los cabellos. Rodaron por el suelo. No se soltaban de los pelos. Unas mironas fueron a llamar al representante de padres de familia, que estaba en una junta en la dirección. Salió y vio al conserje rasguñado, pues había hecho el intento de separarlas.
Se paró gritándoles: “No les da vergüenza dar estos espectáculos, vamos adentro para que arreglen sus diferencias”. Agarró del brazo a Leticia y cuando lo iba hacer con Alicia, ésta se le puso arisca. “A mí no me toque, no tengo hijos en esta escuela. Le vine a cobrar a esta vieja droguera, que pide y no paga”.
Se le volvió a aventar. Como no se estaba quita llamaron a la policía. Se las llevó a rastras. No querían subirse en la patrulla. Leticia se quejó de lesiones, y Alicia de que no le quiere pagar 100 pesos que le debe desde hace meses. Como no llegaron a un acuerdo, se quedaron en la barandilla, hasta que se haga una averiguación histórica.

SE DURMIÓ AL VOLANTE Y LO DESPERTÓ EL MADRAZO
Carlos García, de 33 años, el lunes, por la mañana, manejaba una camioneta Dodge roja, placas de Estado de México; transportaba lácteos y carnes frías. Por el libramiento Pitula-San Alejo, se quedó dormido en el volante, se salió de la carretera, y fue dando vueltas, quedando la camioneta hecha caca.
A lo lejos se escuchaban unos gritos de dolor: “¡Sáquenme de aquí!”. Fue cuando se acercaron varios automovilistas, que vieron la camioneta toda desmadrada, sin ejes. Adentro estaba un hombre, gritando, pidiendo auxilio. Le hicieron la lucha para ayudarlo, pero estaba cañón.
Llamaron a la policía, que llegó con los socorristas de la Cruz Roja de Tulancingo. Tuvieron que darle en la madre al parabrisas, para sacarlo por ahí, todo apachurrado, con lesiones por todos lados, chipotes y raspado, pero estaba vivito y coleando.
Dijo uno de los socorristas, expertos en estas broncas, que lo que lo salvó fue el cinturón de seguridad, si no ahora estuviera con los diablos. Lo tuvieron que trasladar de volada a la benemérita Cruz Roja. Estaba a punto de colgar el pico. Le dieron los primeros auxilios para que no se le parara la molleja, y le alcanzara el tiempo de dar su declaración a las autoridades, porque luego se quedan picados, no saben cómo pasó.
Declaró que manejaba despacio, como está indicado en las señales de tránsito; con el calorcito y el ruido del carro, se arrulló. Se quedó dormido. Cuando despertó sintió que le dolía hasta el cuajo. Estaba encerrado en la cabina. Por más que trató de salir, no pudo, hasta que llegaron los socorristas. Y se volvió a quedar dormido.
Uno comentó que había vuelto a nacer. En broma, dijo que lo iba a bautizar con el nombre del “Bello durmiente”. La unidad quedó completamente inservible. En el parte el suboficial de la Policía Federal de Caminos, afirmó que la camioneta cuenta con un seguro de cobertura amplia. No fue necesario hacer ningún reporte de accidente o infracción.

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