Un Infierno Bonito

MADREARON A UNA MUJER
Al parecer fue violada. Le dieron una madriza y le causaron traumatismo craneoencefálico. Estaba abandonada a la orilla de la carretera que comunica con la comunidad de Santa María Amajac. Es joven, está en calidad de desconocida. Quedó internada, vigilada por la policía, en el Hospital General de Pachuca.

El pasado fin de semana, unos vecinos de la localidad encontraron un bulto, al acercarse vieron que era una mujer, de entre 19 y 22 años. Espantados, avisaron a los gendarmes de Atotonilco el Grande, para su traslado al Hospital General en una ambulancia de la Cruz Roja.
Yacía semi desnuda, a 3 metros de la carretera federal a Tampico. Tenía sangrada la cholla y a su lado estaba una piedra grande, que presumen los agentes, con ella quisieron darle matarili.
La intención de los desgraciados era matarla, pero se la pelaron. La dejaron inconsciente. En el lugar encontraron un suéter rojo, unos calzones blancos, un pantalón de mezclilla y zapatos negros. Esto hace suponer que fue ultrajada durante la madrugada del viernes.
Vaya paquete que les han dejado a los agentes de Investigación, que rezan para que se recupere y logren desenredar la madeja, dando con las bestias que la atacaron. Luego de haber sido internada en el hospital, los médicos se tiraron al ruedo para atenderla de todas las heridas que llevaba; sin embargo, dicen que el madrazo que tiene en la cholla está del cocol, que la mantiene inconsciente.
Tomó conocimiento el personal de averiguaciones previas, y corresponderá a los médicos salvarla y comprobar que fue violada, y a los agentes, agarrar a los que la agredieron, para que no se quede un caso sin resolver en este año que va apenas comenzando, porque dejaron muchos el año que pasó.
Estaremos informado en la historia de cada día, y qué es lo han adelantado en sus pesquisas, pues les cae otro caso más fácil y se pegan a él, dejando este que está muy peliagudo.

LO ATACÓ UN PERRO NEGRO
El dueño no quiere pagar las curaciones, dice que se lleven al bote al animal, que él no tiene la culpa. Un joven resultó muy seriamente lesionado por el ataque de un perro, cuando caminaba por una calle del municipio de San Agustín Tlaxiaca.
Eric  H. le contó al agente del Ministerio Público adscrito al Hospital General, que los hechos ocurrieron cuando caminaba con su jefa, doña  Maria Felix H., con dirección a una farmacia del centro del poblado. Al llegar a la calle López Mateos, frente a la escuela primaria, vio salir un perro que se le acercó por atrás, sin ladrarle, y comenzó a oler a la señora.
La mujer se quedó quieta, y le dijo a la dueña del perro que lo llamara porque la quería atacar, que casi sentía los colmillos en las nalgas. La dueña le contestó que no hacía nada, y cuando se acercó a agarrar al can, de pelo amarillo, se le aventó al chamaco; le mordió un brazo, luego le dio otra mordida por el ombligo, y se tapó a tiempo para que no lo mordiera más abajo, pero le alcanzó dar otra en una pierna.
La dueña, al ver que su animal estaba como loco, le gritó a sus hijos, Juan y Daniel, quienes, con un palo le abrieron el hocico para que lo soltara. Gritos, llantos, y la madre por un pelito cae desmayada al ver a su hijo que estaba chorreando de sangre, y gritaba a todo volumen, como si le apretaran el gañote, por las dolencias y el terror.
Pidieron ayuda, llegó una ambulancia y lo llevaron al Hospital General de Pachuca, donde fue atendido de urgencia. El dueño del perro, Isaías Ávila, para evitar toda clase de bronca, quedó con la familia del afectado, que les iba a pagar todos los gastos, hasta que el muchacho quedara como nuevo, pero cuando pidió la cuenta y vio que eran dos mil pesos, hasta los calzones se le cayeron al güey, y se rajó. Dijo que era mucho dinero, y les daba 500, los cuales se negaron a recibir y le mentaron la madre.
Acudieron al Ministerio Público para poner su denuncia en contra de los dueños del perro y obligarlos a que se hagan responsables de cubrir los gastos de Eric, pues consideran que esos animales deben de estar amarrados, ya que saben que son bravos y peligrosos. Se comenzó a entablar un lío porque Isaías dijo que mejor se llevan a su perro al bote o le den cran, pues él gana el mínimo.

DECLARA HOMICIDA DE SU MUJER
Asesinó a su vieja en el municipio de Francisco I. Madero. Dijo que el domingo pasado, con mucho cacumen, planeó la muerte de su mujer Maribel. En la noche le iba a apretar el gañote.
Lo confesó ante los agentes que llevan el caso. Ya está arraigado dentro de la penitenciaría de Pachuca. Mauricio, con toda calma y sin trabas, les comentó que tenía programada la muerte de su vieja para el domingo por la noche, y cómo se iba a llevar a cabo. Estaba todo calculado, que no podía fallar.
Comentó que desde hace 7 meses regresó de los Estados Unidos de América a donde trabajaba, y que no le cayó nadita cómo trataba a sus hijos. Quedándose un poco pensativo, siguió narrando que los problemas con su mujer comenzaron después de que llegó a su patria chica. Él trabajaba como burro y le mandaba dinero para que lo dividiera en partes: una a la cuenta de sus ahorros y la otra que agarrara para el pipirín.
Siempre le pedía que sacara el dinero del banco, pero ella se lo negaba y le contestaba que no tenía, que ya se lo había gastado, porque en todos los changarritos que hay en el pueblo ya les habían subido de precio, incluyendo las tortillas. La dejaba a ver hasta dónde llegaba. Estaba como cuchillito de palo, que sacara la lana, pero le salía como disco rayado, diciéndole lo mismo.
Los ánimos comenzaron a calentarse. Cada día le llenaba el buche de piedritas. Sólo esperaba que un gota derramara el vaso para despachársela, pero para el otro mundo, pues ella no se dejaba agarrar, sabedora de que tenía sida, y, con ese pretexto, comenzaron a pelear. Y luego, otra vez la burra al trigo, le volvió a pedir el dinero. La señora no quitaba el dedo del renglón.
Fue cuando la sangre se le subió a la cholla, el coraje lo hizo que estallara por dentro, como si le explotaran las tripas, corazón y cuajo. Se le aventó buscando el pescuezo y cuando lo tenía, no la soltó hasta que dejó de patalear. La cargó y la acostó en la cama de su cuarto; fue cuando le cayó el 20, que ya la había cajeteado. Por su mente cochambrosa pasaron muchas cosas; qué podía hacer. Pero luego reaccionó pensando que como le quedan pocos meses para morir por el sida, no se podía escapar, porque moriría como un perro abandonado.
Se acercaba de nuez con la mujer, le hizo los cabellos hacia atrás, como arrepentido, pidiéndole perdón; pero escuchaba la voz del diablo, que le aconsejaba que se la echara; pero, por otro lado, el Ángel de su guarda le decía que mejor se entregara, que para qué le andaba buscando ruido al chicharrón; que estando encerrado estaría cerca de su pueblo y algún día podría ver a sus hijos.
El diablo seguía insistiendo, que se había gastado todo el dinero que le costó mucho trabajo ganar, que la destasara, y la dieran por perdida, era una lucha del bien contra el mal,
Se salió muy triste y cabizbajo, a pedir una opinión, qué se podía hacer. Sus familiares le aconsejaban que se pelara de casquete, y que se fuera a donde estaba, que si moría en la Unión Americana lo enterrarían con honores, como todo un emigrante; sin embargo, aquí le iban a rajar toda la madre.
Se salió caminando sin rumbo fijo, y mejor decidió entregarse con la justicia, para que no le fuera tan mal, y se evitara sufrimientos de andar a salto de mata. Y cuando lo hizo, fue esposado y tratado como merecía. Sólo esperamos ver qué es lo que le pasó.
Ojalá y no lo juzguen con la nueva ley, porque ahora los pasan a juicio oral y los dejan libres. No se pierda el tercer capítulo de Mauricio Martínez Pablo, que mató a su vieja, y el mojado tiene ganas de secarse.

APAÑAN A UN LADRÓN DE BOLSAS
Por fin le llegó su hora a un asaltante callejero, que se la pasaba todo el tiempo esperando a sus víctimas, que anduvieran solitas por cualquiera de las calles aledañas a la avenida Madero de Pachuca.
Ya la policía tenía varios reportes de mujeres que quedaron con las greñas paradas del susto al ver al ladrón, con cuchillo en mano, que las apantallaba para que le dieran su bolsa y cuando la tenía, se esfumaba. Había encontrado su minita de oro. La semana pasada caminaba una señora de nombre Juana Laura Ramírez, que llevaba una gran bolsa colgada en el hombro; la fue siguiendo sin quitarle la vista, y cuando estaba en la esquina del Parque Hidalgo, le dio matanga dijo la changa, con su bolsa, que era tan grande que parecía un costal.
Gritó como loca pidiendo auxilio; la rodearon varias personas que estaban echando novio y la acompañaron al Ministerio Público, donde dijo lo que le había pasado. Dio las señas de un ladrón, con cara de menso, de bigotes y con barba de chivo. Usaba una chamarra larga, una playera blanca y unos pantalones guangos; como no llevaba cinturón, le colgaba enseñando la raya de la cola.
Comentó la mujer que dentro llevaba un celular de los caros, aparte 800 pesos, y había ido al montepío a sacar lo que tenía empeñado, que era un lote de joyas: cadenas, medallas, anillos, esclavas y un centenario de oro, con valor de más de 80 mil pesos. Puso su demanda. Pasaron las horas, los días, las semanas, y la policía daba vueltas como taxista, alrededor del parque, con el fin de que cayera el roba bolsas.
En la semana pasada una mujer caminaba muy tranquila por el Parque Hidalgo, cuando, de pronto, le salió el que les dije. Sacó un enorme cuchillo y trató de picarla; le arrebató la bolsa y se echó a correr. Pero se le apareció el diablo encuerado, porque la policía estaba muy cerca, y cuando escuchó los gritos fue, y la mujer le señaló por dónde se había ido y lo pescaron en la avenida Madero, con el cuerpo del delito.
Cuando estaba en la barandilla, dijo que se llama Armando Acosta, de 31 años de edad y es vecino de la colonia Río de la Soledad. Comentó que esa bolsa se la sembraron los uniformados.
Pero el teatro se le vino abajo cuando se presentó la agraviada, que no dio el nombre para que no fuera a tener represiones. Iba para su oficina, como a las 8 de la mañana, y de momento le salió un hombre con un cuchillo en la mano, y le dijo que era un asalto. Le quitó su bolsa y corrió. La mujer se le aventó, agarrándolo del cuello; forcejearon y le dio un aventón, que la mandó de nalgas al suelo.
Algunos de los que van temprano a hacer sus ejercicios, la levantaron, mientras que otro llamó al 911, y le cayeron los policías, que ya estaban tras sus huesos y no se despegaban de esa zona.
Quedó encerrado, al comprobársele que pertenecía a una banda organizada; entre compadres y amigos, se dedican a la uña. Con los datos que les dio, ya les andan pisando los talones a los demás, y esperan echarles el guante. A la mujer le entregaron la bolsa y le dijeron que no tomara agua porque con el susto se podía poner panzona.

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