Un Infierno Bonito

SU YERNO LA ANDUVO ESPIANDO
No la perdía de vista. Ya la había anotado en su lista negra, y se la quería echar al plato. Como a las 12 de la noche del domingo pasado, el viento soplaba y, en los callejones angostos, parece que silbaba. En una calle oscura de la colonia Plutarco Elías Calles, se escucharon gritos desgarradores, que espantaron a los vecinos, que se les puso la carne de gallina, creyendo que era un alma en pena. Los perros no dejaban de ladrar, los chavitos se acurrucaban con su jefa, rezando una oración para que no se acercara la bruja que se los quería echar.

Pero la que corría casi encuerada, era la señora Juana Vázquez, de 44 años de edad. Su yerno llegó un poquito tomado y le echó bronca a su vieja. La señora, que es su suegra, se metió y él la correteó con un cuchillo, que si la alcanza la destripa, por meterse en lo que no le importa.
Una patrulla pasó por el lugar. Los policías sintieron miedo al verla en camisón transparente, con un zapato y toda desgreñada. Les dijo que se la había sonado su yerno, que es un infeliz, desgraciado, y le mentó la madre. Fueron a buscarlo y como no lo encontraron, la llevaron a las instalaciones de la Policía Municipal para que pusiera su queja. Envuelta en una cobija, que se parecía a Calzonzin Inspector, toda desmadrada, le contó al MP cómo había estado la onda.
Su yerno Víctor Manuel, llegó hasta la madre de borracho a su casa, a las 11 de la noche, como la señora vive con su hija, escuchó cuando comenzaron a discutir. Su yerno hablaba como merolico y meneaba las manos como Clavillazo. Su hija le mentó la madre porque no le entendía nada; eso molestó al borracho. Le dio un golpe que le rompió la nariz, se fue hacia atrás y cayó levantando las patas. Ella salió a defenderla pero su yerno la corrió de la casa.
Le dijo hasta de lo que se iba a morir, que era una vieja chismosa, desde que vive con ellos se han soltado los problemas, porque se mete como huesos de lavativa en sus problemas. Le dio un jalón de greñas, que la sentó.
La señora se levantó y con la tranca de la puerta le sonó por la oreja. Cuando le iba a soltar el segundo, el hombre se le aventó tumbándola, cayéndole encima, que se pegó en la cholla en el suelo, que sonó a bote viejo.
Víctor le dio un golpe en el hocico, fue directo a la cocina, sacó un cuchillo, le aventó un tajazo, que si la señora no saca la cola se lleva la panza con todo y ombligo. Salió corriendo su yerno, la siguió varias cuadras; ella gritaba pidiendo auxilio. Al ver a la policía, quién sabe por dónde se fue.
Su hija Patricia, declaró que su viejo es un desgraciado que no quiere a su mamá. Dice que se mete en lo que no le importa, pero la verdad, si no es por ella, él la hubiera matado a madrazos. Pide que lo localicen y lo encierren, porque si de esta se salvó su jefa, para la otra se la echa al plato.

SE DESATARON LOS MADRAZOS ENTRE JÓVENES
De una mordida, por un pelito le mocha una oreja, que le quedó colgando.
Omar Alejandro Granados, de 16 años de edad, con domicilio en la colonia Artículo 123, fue invitado a una pachanga de 15 años. Como era día de su diablo y sus jefes no le habían regalado nada, la invitación le cayó como anillo al dedo.
Quedaron sus cuates de pasar por él como a las 8 de la noche. Le dijeron que se pusiera de tacuche, porque la familia de la quinceañera era media apretadona, y lo fueran a discriminar. Se vació la loción de su jefe, que apestaba a mujer mala. Pasaron por él sus amigos, y llegaron muy puntuales al salón que se encuentra a unas cuadras de su casa.
Fueron los primeros que se acomodaron, les sirvieron su pomo y estaban muy contentos. Llegó la hora en que la chamaca bailó con sus chambelanes y sirvieron la cena. Después comenzaron a bailar. En una de las vueltas Omar le pisó un cayo a otros de los bailarines, que, bajita la mano, le mentó la madre y se fue a sentar a sobarse la pata.
Pasaron las horas pero “El Gitano”, al que había machucado, con sus compañeros tenían un plan para cuando saliera, darle en la madre.
Omar fue al baño a cambiarle el agua al canario. Cuando llegó la bola de peleoneros, lo rodearon y no lo dejaron hacer a gusto. El joven, que también era bravo, les dijo que a la salida se veían las caras.
Cuando salieron lo estaban esperando. Señaló al famoso “Gitano”. Le dijo que se iban a aventar un trompo, los dos solos, que les dijera a sus cuates que no se metieran. Comenzaron a brincar como gallitos de pelea. En un descuido Omar lo cruzó y le rompió el hocico, que cayó al suelo. Sus amigos de Omar lo animaban, que lo rematara a patadas.
Dijo que no. Le dio chance de que se levantara. “El Gitano” lo madrugó, le dio el abrazo del oso, agarrándolo muy fuerte de la cintura. Cuando quedaron cara con cara, le dio una mordida a Omar, que le arrancó toda la oreja. Lo dejó caer, echándose a correr con sus compañeros.
Lo levantaron sus amigos y lo llevaron a su casa. Al verlo sus padres que le faltaba una oreja, pensaron que lo habían secuestrado, pero les dijeron que fue un vago quien, de una mordida, se la arrancó. Lo llevaron al hospital, donde puso su demanda.
Dijo no conocer a quien le había cortado la oreja, que es un cuate grandote y gordo, que le dicen “El Gitano”. Tiene un puesto de pollos en la colonia Ampliación Santa Julia. Pide que le pague la oreja. Aunque le aconsejó el ministerio público, que mejor le cortaran la otra para que le quedara pareja.
 
FUE ACUSADA UNA MUJER POLICÍA
Jura que fue abuso de autoridad. Dijo que le dio una patada en los bajos, que lo hizo rebuznar. Juan Hernández, de 25 años de edad, lloró delante del Ministerio Público. Llevaba los ojos de cotorra, tenía la trompa como de puerco, de tantos madrazos que le habían dado. Casi no se le entendía lo que decía.
El MP mandó a traer a uno de los policías que estuviera trompudo, para que le sirviera de intérprete. Le contó que, el miércoles, fue a dejarles juguetes a sus cuñados porque anda quedando bien con su novia Guadalupe, que tiene su domicilio en la calle Jazmín. Eran las 12 de la noche; él y su novia estaban pegados como siameses, echando besos, cuando se detuvo una camioneta de la policía y les echaron las luces altas.
Ellos se apartaron y vieron cómo se bajó una mujer policía, chaparra, panzona, que se acercó echándole la luz de la lámpara en la cara a la novia, y le dijo a Juan: “¿Por esta vieja flaca cara de mula, dejaste a mi hija?”. La mujer echó mano a la cintura, sacó su tolete y le puso tres y su fuerte en la cholla, que lo tumbó.
La novia, que no entendía lo que estaba pasando, le dijo a la señora autoridad: “¿Por qué le pega?”. Ella le respondió: “Porque abandonó a mi hija, dejándole una niña de tres meses y anda de noviecito el señor. ¡Lárgate antes de que a ti también te lleve por tumba hombres!”.
La muchacha se metió a su casa, mientras que los policías levantaron de las greñas al novio. Trataban de subirlo a la camioneta, pues no se dejaba. Uno de los uniformados que estaba arriba, lo jaló del pescuezo, mientras que los otros lo cargaban para aventarlo a la batea. Uno de sus futuros cuñados les gritó a los uniformados desde la ventana:
“Déjenlo, ya anoté el número de la patrulla”. Los cuicos lo aventaron como costal de papas, cayendo de mulazo. Se levantó hecho la grosería; ni de la novia se acordó. Corrió al Hospital General, a demandar a su ex suegra, que se llama Irma. Con el madrazo, se le olvidaron los apellidos.
Dijo que está divorciado de su hija de sus agresora, y le da pensión para la niña. Lo que pasa es que la vieja policía le hace la vida de cuadritos, sabiendo que por su culpa dejó a su hija, aparte de meterse en su vida, le llevaba chismes, que Juan era mujeriego, y le inventaba mujeres con las que andaba.
Juanito salió de hospital y regresó a la casa de su novia. Sus futuros suegros lo mandaron a ver a su madre, porque quieren para su hija un hombre sin compromisos.

UN VIEJITO QUE SE FUE DE PARRANDERO
Pero se jalaba los pocos pelos que tiene, porque perdió su cartera donde llevaban su dinero que le dan, la ayuda de los 65 y más, mil 200 chuchos cada dos meses.
Don Manuelito, de 85 años de edad, muy conocido entre los señores que se juntan afuera de la iglesia de la Asunción, como don “Meme”, el domingo pasado, fue a cobrar su pensión al banco; ahí encontró a sus amigos. Estuvo de San Camilo, a que se fueran echar una copa para recordar sus tiempos.
Se metieron a la cantina del Reloj de Arena, en la calle Ocampo. Como don “Meme” siempre fue chupador, se empinaba las cubas al hilo. Estaba muy contento y sus amigos más, porque siempre fue dicharachero y alburero. Eran las 7 de la noche cuando comenzó a oscurecer. Como eran varios viejitos, se fueron despidiendo, no se los fuera a chupar la bruja.
Mientras tanto su viejita María de la Luz, con domicilio en la calle Bravo,  centro de Pachuca, angustiada llamó a sus hijos, alertándolos de que su padre no había llegado; era raro, pues es muy puntual para mover bigote.
Se juntaron varios de sus hijos, junto con sus nietos, y formaron un operativo para buscarlo en hospitales, Cruz Roja y en las delegaciones de policía. En el Ministerio Público les dijeron que no podían levantar un acta sobre persona perdida hasta después de 48 horas. Cansados de andar para un lado y otro, muy preocupados, se quedaron en su casa a esperarlo.
Como a las 9 de la noche llegó el señor agarrándose de la pared, todo revolcado, porque se había caído. Su esposa y sus hijos lo pusieron como lazo de cochino, por salirse sin avisar, y para que se le quitara lo amiguero, su vieja lo mandó a dormir sin cenar.
Al día siguiente, después de la cruda, se buscó en todas las bolsas y no traía su cartera. Nuevamente su viejita lo cajeteó, pues no la tenía tan contenta. Llamó a su hijo para que lo llevara de boleto al banco, a avisar que había perdido la tarjeta de crédito, pero se llevó una sorpresa, que por poco y estira la pata. Le dijeron que debía al banco 5 mil chuchos, de una televisión que habían sacado a su nombre. Se descosió echando madres, diciendo que él no iba a pagar nada, puesto que no compró ningún aparato.
No le hicieron caso, sólo le dijeron: “aguas con los réditos”.
Fue a levantar una demanda para que investiguen quién jijos de su pelona sacó la televisión. Dijo que no tiene dinero. Sus hijos le dieron esa tarjeta para que la usara en caso de emergencia. A don Manuelito le tocó bailar con la más fea, por irse de parranda. Se quedó sin pensión, endrogado. Sus hijos van a pagar la deuda, pero se quedará sin domingo.

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