VENGANZA ELECTORAL.- El ex presidente municipal de Mineral de la Reforma, Filiberto Hernández Monzalvo, “Fili” para sus cuates, podría convertirse en el primer damnificado del momento electoral que vive el país. Y no porque sea inocente en las denuncias que el actual edil, Raúl Camacho Baños, ha interpuesto en su contra por la malversación de más de 24 millones de pesos, además de obra no concluidas; sino porque nada le puede caer mejor en estos momentos a partidos políticos que no sea el PRI, que poner tras las rejas a un representante del Revolucionario Institucional. Como caído del cielo, claman en el PAN, MORENA, PRD, MOVIMIENTO SOSIANO, etcétera, etcétera.
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GUILLERMINA VÁZQUEZ BENÍTEZ.- La presidenta consejera del Instituto Estatal Electoral de Hidalgo, ha sido presa de constantes campañas mediáticas en su contra, lo mismo en papel que en el espacio sideral. Sin embargo, y con todo que en el principio de su gestión las cosas se complicaron a más no poder, para estos momentos se ha ganado el respeto de todos los consejeros, porque tiene carácter y no le huye a los problemas. Por lo mientras pelea los recursos para llevar a buen puerto la elección de diputados locales del mes de julio.
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DESINTERÉS CIUDADANO EN CANDIDATOS.- Triste realidad de todos los candidatos a un puesto de elección popular. Desde Presidente de la Republica, Senadores, diputados federales, locales… parece que a nadie le interesa lo que pase o deje de pasar el mes de julio. Simplemente la ciudadanía se cansó de esperar tanto de una votación, que ven todo este circo, maroma y teatro como eso. En tanto sigue el desfile de las vergüenzas, donde asistimos a ver quién resulta ser el que más podredumbre trae entre pecho y espalda. Ya casi el mes de marzo, a punto de arrancar formalmente las campañas políticas. No se ve cómo pueda recuperarse el interés de la ciudadanía en algo que simplemente ya no cree.
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ADOLFO PONTIGO LOYOLA.- Al actual rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, le tocó llegó al poder en el peor momento, es decir, el momento en que Gerardo Sosa Castelán decidió ya no guardar las formas y presentarse públicamente como el poder absoluto en la institución. De amplia carrera académica, quizá con la personalidad más fuerte, Pontigo Loyola siempre buscó la rectoría pero con un proyecto propio. Una lástima que aterrice en esa responsabilidad cuando el campo de maniobra como primera autoridad universitaria, de por si reducido, desaparece ante las pugnas políticas del mandamás. Pasará Pontigo Loyola como alguien que una vez que logró el sueño largamente acariciado, descubrió que no había nada qué hacer, como no sea obedecer. Una lástima.
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