Homosexuales en peligro ante el silencio

 

 

Iba a “pasarla bien”, tendría sexo con un chavo, cuando de pronto tuvo una pistola en la sien, a una señora que fingía ser la madre del muchacho con el que se había citado, en el fraccionamiento Mineral del Oro y que según lloraba al no poder creer lo que había visto:  su hijo en trusa metido en la cama de su propia casa, con otro hombre a punto de tener sexo, mientras en la televisión se percibían imágenes de dos hombres que se chupaban los miembros en un 69. Así comenzó el tormento, que culminó con la entrega de su celular, todo el dinero de su cartera y el silencio ante las autoridades correspondientes.

 

Cita por chat concluye en asalto

 

“Santi”, tiene 33 años, y hace cinco años fue víctima de una banda de timadores que aprovechando las citas clandestinas que se dan entre homosexuales, lograron operar en completa impunidad, en uno de los que eran los fraccionamientos más retirados dentro de la zona metropolitana de Pachuca. Tras este tiempo y aún con los  recuerdos que  tiene, logró contar para Diario Plaza Juárez, lo acontecido en aquél lugar.                                                                                                                                                                                                     

 

“Quedamos de vernos en el puente peatonal que estaba frente a la feria, fue mucho antes de que estuviera el Tuzobús, yo vivía en el C. Doria. Esa vez nos habíamos citado por medio de una página de chat, que había en Pachuca, en donde se hacían contactos y el chavo me dijo que nos veíamos en el puente peatonal, pasamos números, todavía no había WhatsApp, todo era con mensajes de texto o llamadas”.

 

Sin embargo el citado no llegó, y bajo el argumento de que se había quedado sin dinero, persuadió a Santi para que llegara hasta su casa, en dónde el otro sujeto que supuestamente se llamaba Juan (lo cual nunca pudo confirmar) lo esperaría, puesto que estaría solo todo el fin de semana.

 

“Pues se me hizo fácil, en ese tiempo ya tenía trabajo y pues pagar dos taxis hasta allá eran creo 80 pesos, y la calentura también fue cabrona porqué el chavo sabía cómo hablar, con el tiempo he pensado que el tipo que me citó no fue el que escribió los mensajes, los cuales pudieron servir de prueba ante una denuncia, pero que se quedaron en mi cel, en mineral del Oro aquella tarde”.

 

Tras llegar al fraccionamiento, “Juan”, llevó a Santi a su casa, lo dejó en ropa interior en la sala, y bajo el argumento de que tenía películas porno en la recámara, condujo a la víctima al cuarto en dónde todo cambió, su ropa se había quedado atrás, y ahora estaba en bóxer ante el chavo que auguraba una muy buena tarde de sexo, sin embargo de pronto el sonar de la puerta y la frase de “¡mi mamá!”, cambiaron el rumbo de la historia, que pudo ser de sexo clandestino y nada más.  

 

“Entraron a la recámara, la que actuaba como la madre, porque no soltó ni una sola lágrima, sólo fingía que lloraba al vernos sobre la cama, y cuestionar que hacíamos y que había en la televisión, los otros que actuaron como si fueran los hermanos amenazaron con golpearme, pero no se atrevieron, según la señora los tranquilizaba, pero con el tiempo analizas y te das cuenta de que no iban a dejar huella, ni rastro de golpes, eran delincuentes, de eso no tengo la menor duda”, explicó, en tanto se ponía una gorra, estábamos hablando en un puente peatonal, por lo ya sucedido Santi no acepta ir a lugares con desconocidos, ni accede a visitar las instalaciones de nuestro Diario, “prefiero que sea en un lugar público”, esa y el anonimato fueron las únicas condiciones que pusó, para contar su historia.

 

“Estuvimos como dos horas ahí, me puse muy mal, me puse a llorar del miedo, me dijeron que me iba morir, uno de ellos sacó una pistola y me la puso en la cabeza, luego la señora dijo que no y como que tranquilizaba al hijo, luego dijeron que el padre de familia era judicial y que iba en camino para ver qué había sucedido, y yo pensaba nada más, -en que chingados me metí- y todo por andar de caliente, la verdad sí pensé eso”.

 

El chantaje

 

Los minutos avanzaban y mientras la señora jugaba el papel de la buena, el supuesto hijo que había sacado un arma (que Santi nunca pudo comprobar si era real), disfrutaba su papel de villano despiadado, sin pasar de dar un sape a Santi, para al final llegar a la conclusión de que tendrían que tranquilizar al marido que iba en camino y que lo llevaría a la judicial para “darle en la madre” no por meterse en la cama con el hijo, sino acusado de robo a la casa donde Santi había llegado por invitación de Juan, para tener sexo.

 

“El tiempo pasaba y poco a poco fui dando explicaciones, hablando más con la señora, diciéndole que las películas porno ya las tenía su hijo, que yo no las había llevado, y ella según decía que no sabía qué hacer. Ordenó a los hijos que se salieran del cuarto y me dijo que ella sufría mucho por saber que su hijo era maricón. A Juan no lo volví a ver desde que salió del cuarto, y la señora me dijo que la bronca ahora sería con su marido y que todo se resolvería con dinero, le dije que no llevaba nada, me esculcaron mi ropa y me quitaron el celular, dijeron que con eso iban a poder controlar a los policías, ya que como yo le había caído bien y veía que era buena persona me ayudarían”.

 

Rápidamente, Santi accedió a entregar el celular, les dijo que en su casa tenía una televisión y una computadora, pero debido a lo complejo que era sacarlas del edificio del C. Doria, lo dejaron ir, y como si los delincuentes fueran sus salvadores lo llevaron en el taxi que conducía el hijo violento hasta la Plaza de Toros, en donde le dijeron que se fuera directo y que no volteara para nada.

 

La huida

 

“Ni ganas tenía de mirar atrás, lo único que quería era estar en mi casa, por mi mente pasaron muchas cosas, porque mi familia no sabe que soy gay, no había cabida para una denuncia, además ellos tenían razón yo me había metido en su casa, nada que moverle, me dolió mi celular, pero al fin de cuentas la había librado. Después supe que no había sido el único al que le habían aplicado esa, mi cel no era bueno, pero supe que a un amigo le bajaron su Iphone, en fin así es como la aplican, digamos que al final te hacen creer que fueron benévolos lo cual también puede reforzar la idea de no denunciar, pero si analizamos bien, todo estaba planeado, ni siquiera hubo sexo. Y pues la información de contacto, número y todo se quedó en el celular, fue un plan perfecto, hecho a la medida”.

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