RETRATOS HABLADOS

* Se venden indulgencias

En ningún escenario imaginario hubiéramos podido pensar, que los personajes más oscuros de la política hidalguense de pronto se hayan convertido en adalides de la democracia, de la revolución del proletariado, de la lucha contra los explotadores y defensores de los humildes. Resultaba un absurdo, por ejemplo, que los exponentes preclaros del cacicazgo, el hampa electoral, sindical y estudiantil, aparecerían en el lado opuesto de lo que con tanto fervor buscaron desaparecer por órdenes precisas de sus jefes en turno.
    Sin embargo la historia inmediata nos da una lección contundente, donde los tullidos empiezan a caminar, los torcidos de la columna se enderezan, y los condenados a los infiernos claman por hacer el bien a la humanidad.
    Ningún destino es seguro, tampoco calificativo alguno eterno, porque en tiempos de redención y arrepentimientos, la salvación puede ser alcanzada por el perdón divino, que en la política equivale a los tiempos y circunstancias, donde la ficha de entrada al cielo de la bondad es total y absolutamente posible de ser comprada, igual que las indulgencias cuando Lutero dividió a la iglesia.
    Cuánto tienes, cuanto vales; cuánto tienes, cuánto ganas de perdón.
    De tal modo que parece el momento propicio para que no solo Andrés Manuel López Obrador, sino todos los que buscan con ansiedad dirigir los destinos del país, coloquen a la entrada de sus casas de campaña un anunció eléctrico, como el de las gasolineras, donde anoten el precio en que venden indulgencias, y así borrar de una vez por todas el pasado oscuro de politicastros, a cambio de determinada monto en efectivo.
    Todos, por supuesto, podrán acudir con el perdonador de su preferencia, y de acuerdo al capital que tengan, su ignominioso pasado será perdonado en su totalidad, a la mitad, un cuarto o solo un diminuto espacio que servirá a manera de inscripción en la promoción.
    “Se venden indulgencias” será el negocio más rentable en los próximos meses. Algunas incluso con garantía certificada, es decir con fuero incluido, que puede ser de diputado federal o Senado de la República.
    En esta nueva feria de los absurdos, los buscadores del poder son incluso capaces de cuestionar la realidad y defender con hechos la relatividad de todas las cosas, de tal modo que si ayer era delito robar el dinero de agremiados a un sindicato, igual ser un ratero de camiones de refrescos, golpeador de cuanto pobre cristiano se cruzara en su camino, delincuente de cuello blanco; de la noche a la mañana todo cambia y es incluso al revés, es decir, un gran atributo.
    La política es el arte de la prestidigitación, porque todo lo transforma y ya no hay certeza alguna de la realidad. Un año dicen que todo el peso de la ley será contra el que robe, y al otro casi lo colocan en el altar patrio.
    De tal modo que hay poca seriedad en todos estos asuntos.
    O quizá no entendemos tan suprema inteligencia de los que encabezan estos nuevos paradigmas del entendimiento humano.
    Puede ser.
    Pero por lo mientras una inmensa mayoría de ciudadanos ya no creen simplemente en nada, y les parece que todo es un juego absurdo de conveniencias, en donde lo que menos importa es precisamente el que va a votar.
    Según estadísticas, quienes decidirán el próximo mes de julio el destino del país, serán los jóvenes debajo de 30 años, los millennials o generación Y, que dominan a la perfección las nuevas herramientas de la informática, la comunicación a través de las redes sociales, y que se sienten profundamente traicionados por lo que hicieron sus padres para heredarles el país que les heredaron.
    No sé, pero desde hace mucho que hemos visto el trabajo político como un mercado, en el que un nuevo bodeguero compra a su entero gusto naranjas, jitomates, jícamas, y tiene el poder para decretar que éste o aquél han incurrido en acaparamiento y saqueo, para luego decir que siempre no, y que por el contrario, son benefactores de la humanidad.
    Así de confuso.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Ningún destino es seguro, tampoco calificativo alguno eterno, porque en tiempos de redención y arrepentimientos, la salvación puede ser alcanzada por el perdón divino, que en la política equivale a los tiempos y circunstancias, donde la ficha de entrada al cielo de la bondad es total y absolutamente posible de ser comprada, igual que las indulgencias cuando Lutero dividió a la iglesia.

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