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Mejor Colgar

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RELATOS DE VIDA

Estaban juntos en familia, Lola, Roberto y Ernesto, padres e hijo, estaban trabajando en equipo para preparar el desayuno; era cerca del mediodía del sábado y los tres aún se encontraban empijamados.
Ya apunto de sentarse a disfrutar los alimentos el sonido del teléfono los espantó, la mamá que era la más cercana corrió a contestar, presionó el botón de talk y como quería empezar a comer también apretó el altavoz y luego enunció – ¡Bueno! –  y del otro lado  -Mamá, mamá, por favor ayúdame, me secuestraron, no me dejes sola, sálvame, dales lo que quieren pero no me abandones – el trío familiar simplemente se voltearon a ver, primero con cara de angustia y después de asombro, y luego una sonrisa en la cara, pues no había otro integrante en la familia.
Lola respondió – Hija, no te preocupes, ya no grites, yo hará todo para salvarte, pero qué pasó, dónde estás – y la siguiente voz que respondió fue de un varón con intención de provocar miedo – Ya la oíste, si no haces lo que te digo, la vamos a matar.
-Y qué quieres que haga, por qué la tienes, por qué te la llevaste – en tanto, Roberto y Ernesto trataban de hacerla de apuntadores para que le hiciera más preguntas, con nivel de maldad bastante alto.
Y del otro lado – Ya no hable más y escuche lo que le voy a decir, tiene 48 horas para depositarme 100 mil pesos, porque si no lo hace la tendré que matar, después volveré a hablar para darle los datos de cómo se hará el intercambio.
Antes de que colgara, Lola le dijo – Oiga pero yo no tengo esa cantidad, somos muchos de familia, vivimos al día, a veces apenas nos alcanza para comer frijoles, mi esposo no tiene trabajo y yo nomás no consigo, quiero recuperar  mi hija qué podemos hacer.
-Pues a mí no me importan sus problemas,  tiene que buscar quién le preste para que me pague esa cantidad, sino a su hija la verá pero tirada en la calle sin vida – subrayó el hombre para dar paso a la madre de que hablara – No señor, yo no quiero eso, no podemos llegar a un arreglo.
-Está bien, voy a pensarlo y le digo la nueva propuesta, pero aclaró que ésta será la última, porque yo no tengo mucha paciencia, y ya me cansó que me interrumpa y que me diga cosas de su vida que a mí ni me importan – sin colgar, imperó el silencio y todos esperaban una respuesta.
De repente el supuesto secuestrador alzó la voz, – quiero 80 mil pesos – y contestó Lola – No cómo cree yo no puedo, no es que le cuente mi vida, pero si le estoy diciendo que vamos al día y apenas comemos frijoles, cómo le hago, no hay ningún conocido que nos pueda prestar.
-Señora, es lo primero que les estoy diciendo no me importa su vida, y cómo ya no la quiero oír más, dígame cuánto tiene en estos momentos – otra vez reinó el silencio, por el trío que ahora se había convertido en infernal estaban decidiendo qué decir, finalmente, después de unos minutos Lola dijo – pues ahorita solo tengo 10 pesos, y enseguida sólo el sonido del cortón del teléfono.