LE APRETÓ EL GAÑOTE A SU AMANTE
Lo rechazó, le dijo que le dolía la cabeza, pero éste, como estaba jarioso, se molestó, le pegó y la ahorcó. Ramiro Granillo Cabrera fue detenido dos semanas después de que la mató; lo agarraron y se lo van a empinar, porque será juzgado por femicidio. Estaba loco porque se sintió chinche, y a él ninguna greñuda lo había despreciado, por eso se la echó al plato.
Al resolver esta bronca, los agentes de la Coordinación de Investigación, a punta de madrazos, lo agarraron y se lo llevaron poniéndolo tras las rejas, a disposición de un juez, por haberle dado muerte a su quelite. Se dice que cada que llegaba a verla le daba para sus tunas, pero esta vez la mujer no quiso porque le dolía la cholla, y lo enfureció.
Según se sabe que su relación sentimental duró 2 meses. Después de ahorcarla, la cargó en los hombros, unos 200 metros, hacia la carretera, en medio de la oscuridad, para aventarla en la batea de su camioneta, en la comunidad de Agua Zarca del municipio de Tenago de Doria.
Se fue hacia la comunidad de La Magdalena y la aventó a un costado del camino de terracería, conocido como La Loma, municipio de Cuautepec de Hinojosa. El cadáver fue localizado el domingo 10 de este mes; a simple vista tenía lesiones en el cuello, la cara y brazos, y se quedó en calidad de desconocida.
Al existir una denuncia de desaparición de persona en el municipio de Tenango de Doria, los agentes investigadores desenredaron la madeja y les dijeron a los que la buscaban que se presentaran al Servicio Médico Forense, donde llegó una mujer que dijo ser media hermana de la víctima, identificándola al momento. Dijo que la mujer fue reportada el sábado 9 de mayo. Posteriormente se dio inicio a la denuncia, donde se asentó la causa de su muerte, que fue por ahorcamiento.
La investigación llevó a los sabuesos a saber el jueves 14, entre el círculo familiar, que ella tenía una relación amorosa con un sujeto de nombre Ramiro Granillo. Los agentes pensaron que era pan comido y que en cualquier momento iban a dar con él, pero no lo encontraron por ninguna parte; se volvió ojo de hormiga, y dijeron los que lo conocían, que había desaparcido de Agua Zarca.
Una semana después de que los agentes del grupo Tulancingo le anduvieron pisándole los talones, buscándolo hasta por debajo de las piedras, sin descanso, por fin lo encontraron. Se dijo que el imputado, al saber que lo andaba buscando la tira, se escondió. Cuando lo encontraron intentó fugarse, agrediendo física y verbalmente a los agentes, sin saber en qué bronca se había metido, pues usando sus métodos de resistencia, le dieron una madriza, que les pidió perdón, diciéndoles que ya no lo volvería a hacer.
Estando como el caballo blanco, con todo el hocico sangrando, declaró que el viernes 8 de mayo, a las 11 de la noche, llegó al domicilio de la mujer y le silbó como arriero, varias veces, espantando a los perros. Al salir sin darle el besito de las buenas noches, él le dijo que tuvieron a relaciones sexuales; ella le dijo que no. Fue cuando el hombre la jaló con fuerza y la zangoloteó y le dijo que cómo que no. La mujer lo amenazó, le advirtió que si la agarraba a la fuerza, lo iba a acusar de violación.
Eso molestó mucho al hombre, que ya estaba como cautín, y le volvió a decir que tuvieran relaciones, y ella le dijo que no. Fue entonces, cuando la tomó del cuello, pero como comenzó a gritar, se lo apretó para que se callara, y dejó de patalear. Cuando se dio cuenta, es porque ya se la había echado. Como no había nadie en la calle, la cargó, se la llevó en su camioneta y la fue a tirar donde les dije.
ENMASCARADOS LO ASALTAN EN SU CASA
Juan Manuel Pérez llegó a su casa, cerca de las 12 de la noche, cansado, y le andaba por planchar oreja, los ojos los tenía como de chale de sueño. Abrió su zaguán, al momento que lo sorprendieron los delincuentes. Todo pasó cuando menos lo esperaba, se le apareció el diablo, y por un pelito se muere del susto.
Al momento que abrió la puerta se le aventaron dándole pamba loca, con la pistola y en menos que lo cuento, lo dejaron como si lo hubiera atropellado un microbús de los verdes de la ruta San Antonio. No sabe cuánto tiempo estuvo tirado, pero, como pudo, se levantó y llego a la agencia del MP adscrita al Hospital General de Pachuca, donde le contó a las autoridades, que el domingo, como a las 12 de la noche, llego a su domicilio, ubicado en la calle Rojo Gómez de la colonia Santa Julia, a bordo de su patas de hule BMW, color negro, modelo 2014. Se bajo a abrir la reja, metió la unidad y sin apagarla, estaba cerrando cuando se le pareció un sujeto que lo espantó, pues estaba dentro de su patio.
El delincuente le puso la pistola en la cara, después salieron otros cuatro que lo agarraron torciéndole las manos, entre ellos iba una vieja greñuda, porque los pelos se le salían a través del pasamontañas que llevaba, y se notaba que estaba trompuda. Forcejeó para poderse soltar, pero la mujer fue la que le dio un estate quieto en los bajos y un gancho al hígado; pero no se rindió, siguió el forcejeo tratándolo de meter dentro de la casa. Lo cargaron levantándolo de las manos y de las patas, y lo aventaron en la sala, le amarraron las manos hacia atrás, y le pegaron de patadas en el pecho y en la jeta. El comerciante no se rendía, agarró de una pata a uno de los asaltantes, quien cayó de hocico en el suelo.
La vieja se enojó, lo agarró de los cabellos y con el puño cerrado, le dio en un ojo, y le ordenó que le diera todo lo que llevaba. Como se negó, le metió las manos en las bolsas del pantalón y le sacó su cartera, que tenía mil 600 pesos, y un radio Nextel, con valor de 6 mil varos; una cadena de orégano que vale 13 mil chuchos y una esclava del mismo metal, con su nombre grabado, de 14 mil.
Entre todos, lo pararon y lo dijeron que caminara hacia adelante, sin voltear, y se escaparon corriendo, azotaron la puerta. Se asomó por la ventana y ni el polvo les vio. Llamó al 066 explicándoles lo que le había pasado, llegaron los cuicos, de varias corporaciones, formando el operativo “Cero”, y regresaron con cero detenidos.
Su casa quedó revuelta, parece que se carranciaron muchas cosas, que no ha sacado la cuenta, ni tampoco ha revisado sus demás coches que tiene en la cochera. Comentó que los pillos iban tapados con máscaras y guantes de látex, y la vieja con un pasamontañas. Pide a las autoridades que busquen y castiguen a los responsables del violento atraco en su mismo hogar.
VOLCÓ TAXI EN EL FELIPE ÁNGELES
Con todo lo que se dice de la llegada del Tuzobús, no saben cómo van a quedar los taxistas, algunos piensan que van a desaparecer, otros, que los van a mandar a la base, pero no saben a cuál, porque les han dicho que los van a mandar a la base las nalgas. Por eso andan desorientados, manejan como locos, correteando a los coches particulares que por desgracia van adelante, les tocan para que se quiten y los dejen pasar, porque llevan prisa.
Eso ha ocasionado que suban su tarifa y cobren lo que les da la gana, y más cuando llueve; por la noche los ciudadanos, para que no los asalten, abordan un taxi, y sale igual. Se quejan los choferes, que no sacan para el chivo.
Por hay se sabe que los uniformados ya los tienen fichados, que los ladrones andan en taxis, robándose las baterías y las llantas, en todas las colonias, a pesar de que dijo el director de Seguridad Pública Municipal que iba a terminar con todos los ladrones, pero se han multiplicado, sobre todo en la colonia Vista Hermosa. Si no que se lo pregunten a Mario Félix Castillo Granillo, que a pesar de que su Tsuru tiene alarma, estos güeyes se la cortaron y lo dejaron sin batería.
No le quedó otra cosa que mentarles la madre, y no puso demanda porque en los ministerios públicos se tardan horas para levantar una querella, y no los agarran. Dijo que en la quincena iba a comprar un perro bravo para dejarlo todas las noches amarrado junto a su unidad.
Donde quiera que vaya, por las calles ven taxis vacíos y por eso andan tan despistados, que ocasionan algún accidente como el que le pasó a un taxista por la unidad deportiva. De momento se escuchó el grito de una señora de los 65 y más, que gritaba a todo pulmón: “¡un bolillo… tráiganle un bolillo por favor, pobre hombre¡” Fue la mañana del domingo, al ver la volcadura de un taxi conducido por un chofer de la tercera edad, que salió como pambazo por el susto. La señora, muy preocupada, le dio el bolillo y le dijo: “cómaselo señor, para que no vaya a quedar panzón, como su hermana del susto”.
Lo que les cuento sucedió en el bulevar Felipe Ángeles, a la altura de la Unidad Deportiva Municipal de Pachuca, como a las 7 de la mañana; la gendarmería municipal atendieron la emergencia del taxi blanco con verde, conocidos como los chapulines, con placas de circulación 9801 FUE, lo conducía Jaime Ramírez Vargas, de 63 años de edad, a gran velocidad.
Al querer frenar terminó volcado sobre el lado izquierdo, golpeándose el chofer la cholla contra el vidrio y un poste, lo bueno es que tiene la cabeza de piedra y no le pasó nada, porque no ameritó hospitalización. Los uniformados le echaron galleta para poner el coche en posición del misionero, sobre las cuatro ruedas, y fue remitido al corralón con arrastre de grúa.
Se llevaron al taxista a las instalaciones de la municipal, y cuando le dijeron que la multa pasaba más de 7 mil pesos, se le bajó el susto y ni el bolillo se comió.
VENÍAN CARGADOS DE BILLETES
Cuando los agarran, los gendarmes se llevaron un chasco, eran paquetes de 200 pesos falsos. Les voy a contar la historia, tal y como paso, para que no le digan ni le cuenten, porque a lo mejor le mienten.
Tres hombres que viajaban en un automóvil, al ver una patrulla, se asustaron no porque los policías estén feos, sino que ellos tenían una movida chueca, y los vieron sospechosos. Fueron tras ellos, y más se pusieron nerviosos, que se metieron por la carretera al municipio de Tolcayuca. Les hablaron por el altoparlante: “Oríllense a la orilla”.
Les dijeron que se bajaran, y cuando se iban a quitar los pantalones, les dijeron que de la unidad. Se bajaron tres hombres con las manos en lo alto. Los uniformados los pusieron contra la patrulla y les dieron una revisada, de pies a cabeza, y les preguntaron cómo se llamaban, qué edad tenían y cuántas hermanas tenían. Respondieron, que Alan “G”, Abrahán “Y” y Ricardo “G”, de 28, 27 y 24 años. Aquí no ponemos sus apellidos porque son delincuentes que no tienen padre ni madre.
Según el comandante “Pistolas”, tres hombres, probables miembros de una banda dedicada a introducir billetes falsos en comercios y tiendas de autoservicios, viajaban en un automóvil Volkswagen Golf, color blanco, con 47 paquetes de billetes falsos de 200 varos, escondidos en las puertas del vehículo.
Explicó que en la calle Mina circulaba un auto con placas del Estado de México, y al verlos los ocupantes se pusieron nerviudos. Los uniformados los inspeccionaron, y en la unidad descubrieron que las tapas de los paneles estaban mal puestas, donde encontraron las pacas de billetes apócrifos.
Los tres asegurados, según el parte de los uniformados, les ofrecieron que se quedaran con el dinero y el carro para que los dejaran libres. Pero los uniformados no le atoraron porque los billetes eran balines, y se los llevaron ante el Ministerio Público.
LE FALLÓ EL SUICIDIO
Una jovencita se enojó con su chancludo y se quiso suicidar. Para no fallar se cortó las venas con una navaja filosa, pero no logró el objetivo, sólo resultó con lesiones en la muñeca de la mano derecha. Los hechos ocurrieron este fin de semana en la calle Carrillo Puerto, esquina con Miguel Negrete, de la colonia Francisco I. madero. Acudieron los socorristas de la Cruz Roja para atender la emergencia y con el escándalo de las sirenas, había más gente que familiares.
La mujer, con lágrimas de cocodrilo, dijo a todo volumen: “Me voy a matar y me mato, ya no quiero vivir en esta vida”. Sus familiares trataron de impedir que se hiciera daño, diciéndole que no se matara, pero sus palabras le entraban por una oreja y le salían por la otra. La mujer tomó una navaja de rasurar y se cortó las venas, salió la sangre como el chorrito. Pero en esos momentos llegaron los paramédicos y la curaron, y dijeron que no había necesidad de hospitalizarla.
Llegó la policía y en su nueva ley llevan un uniformado que les explica el por qué se los llevan a la cárcel y otro gendarme saca su libro y les lee la cartilla para que no vuelvan a cometer el delito. Cuando ya todo estaba en calma, el policía le leyó la cartilla, que dice en estos casos: “Dios nos da la vida para disfrutarla como se debe hacer, estudiar, trabajar y ser buen estudiante. Porque aquel que se quita la vida, se va derechito al infierno, donde el diablo lo mete en un tinco lleno de caca, que le llega al cuello, y cada minuto pasa una cuchilla al ras, a modo de que sumerja la cabeza para que no se la corten”.
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