RELATOS DE VIDA

Quisiera arrancártelo

 

En muchas ocasiones, desperté golpeando a mi pareja, en una reacción al sueño, mejor dicho pesadilla en la que encontraba pruebas de su infidelidad, seguido de un ¡cálmate, estás loca! y un abrazo para apaciguar el enojo y angustia.

Tiempo después, unas fotos confirmaban ese fantasma que por muchas noches me había atormentado; grité, lloré, golpeé cantidad de objetos que se encontraban a mi paso, te reproché, te maldecí y hasta te recordé a tu sacrosanta madre.

Con dolor, pero tomando mi rabia como impulso te corrí de la casa que por tantos años, cobijaba la esperanza de una familia unida, llena de amor y con grandes proyectos planeados para un futuro, que ahora se ha ido.

A pesar de ya no tenerte en este hogar, ni siquiera verte, mi mente se ha convertido en mi principal verdugo; en mi imaginación corren todas esas fotos encontradas, sentado en una silla, besándote con tu amante.

Esa mujer a la que no le viste ningún defecto, porque mientras a mí me recriminabas que estaba pasada de peso; los más de 100 kilos que ella dibuja no representaron inconveniente para salir juntos tomados de la mano por el Zócalo, sacar selfies en cada esquina, frente a cada comercio; vistiendo las mismas camisetas y portando el mismo modelo de tenis, e incluso una fotografía frente al espejo de un cuarto de hotel, previo a su encuentro amoroso.

Tal vez sea masoquista, pero trato de recrear las experiencias que escenificaron, qué le decías previo al acostón, cómo le quitabas la ropa, cómo y qué le besabas, qué posiciones adoptaban y si culminabas con un “estuvo muy rico”, tal como a mí.

Me imagino entrando juntos a la regadera, para ahí culminar con otro encuentro, después a la cama para finalmente dormir, teniéndola sobre tu abrazo sin mayor preocupación y con gran cinismo, para después despedirse hasta el próximo encuentro.

Me pregunto, cuántas veces lo hicieron, en dónde, en qué lugares, cuántos hoteles visitaron, que sentías al meterlo, lo disfrutabas, cómo eran tus orgasmos, cumpliste fantasías, la deseabas y la extrañabas si pasabas tiempo sin verla.

Ese masoquismo provoca una ira más intensa, pero tal vez sirva para tomar fuerza y olvidar el engaño y tu descaro, aunque en verdad lo que más deseo es arrancártelo y verte sufrir lentamente.

Related posts