PIDO LA PALABRA

 

Los cuates y las cuotas…

En México es muy común pretender llegar a las esferas de los que les gusta dar órdenes a través de enunciar que “he luchado por la causa y merezco mi parte”, o el “estos son mis terrenos y aquí se hace lo que yo digo”, o simplemente argumentar que “soy amigo de la infancia del Jefe”; el camino es lo de menos, lo que importa es exigir una parte del pastel para disfrutar de las mieles del poder.

 

Este fenómeno lo podemos ver en cualquier parte de la República, sobre todo ahora que están por definirse (si no es que ya las tenían palomeadas desde antes) las candidaturas para cambiar al Congreso Federal; muchos se sienten con méritos para brincar al siguiente escalón, incluso hay quienes les vale sorbete dejar tirada su actual chamba de representante popular, para chapulinear a otro cargo.

 

En todos los Partidos Políticos siguen la misma regla mediática para ganar simpatizantes al enunciar que “van a proponer a los mejores hombres y las mejores mujeres”, lo que resulta curioso es que esas y esos mejores hombres y mujeres casualmente resultan ser los mismos de siempre, entre ellos, “compadres”, “amigos de la infancia”, “los secretarios particulares de algún funcionario”, y hasta a “parientes” podremos meter en esa meticulosa lista selectamente calificada y palomeada.

 

En algunos casos, para asegurar la posición, pondrán al mismo candidato tanto en la lista por mayoría relativa y en la de representación proporcional, esto último por si el enorme carisma y capacidad del candidato no le da los votos suficientes para obtener el triunfo.

 

Las negociaciones, concertacesiones o coaliciones –como quiera llamarles- también juegan un papel importante en el momento de decidir el destino de las rebanadas del pastel, a unos les tocaran rebanadas grandes y a otros solo las migajas que representan la proporcionalidad de su tamaño político, no olvidemos que el que parte y comparte se queda con la mayor parte. En esas coaliciones se exigirán cuotas, se pelearán cotos y finalmente se candidatearán a los cuates de los líderes morales.

 

Hay otros que recurren al chantaje de su representatividad y exigen sus cuotas de poder, para sí o para gente cercana a su grupo; algunos “se sienten” con méritos de una candidatura que aderezan su postura diciendo que cuentan con el perfil necesario para sacrificarse por el pueblo ocupando una curul, y si no les toca, quedarán en paz, aunque sea con una reelección.

 

Cuando veamos las listas finales de candidatos se darán cuenta que no andamos fuera de la realidad, ni que lo que aquí escribo son producto de mis paranoicas concepciones de la política, y al analizarlas nos podremos dar la idea de que cada uno de dichos candidatos serán la causa futura de un alejamiento de las urnas.

Todos ellos se escudarán en su disciplina partidista, disciplina que no ha servido para mejorar la vida económica del pueblo.

 

Lo único malo es que ninguno de ellos representará al auténtico ciudadano, el que cada día se aleja más de sus representantes por las bonitas campañas de mugre y lodo que suelen utilizarse; al que cada día ve más lejos sus esperanzas de contar con verdaderos representantes populares.

 

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

 

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