Un Infierno Bonito

SE LO FREGARON CON 60 AÑOS DE BOTE
Todo fue porque se quería echar al plato a su vieja. Éste nunca supo que el matrimonio es una guerra donde uno duerme con el enemigo.

La Procuraduría General de Justicia de Hidalgo, a través de la fiscalía para la Atención de Delitos de Género, obtuvo sentencia condenatoria de 60 años de prisión y pago de multa para reparación de los daños a la víctima,  en contra de un hombre a quien se le metió el diablo.
Lo sentenciaron  por el delito de tentativa de homicidio doloso calificado pues, con arma blanca, también se quería echar a su suegro con un filoso cuchillo.
Los violentos hechos dieron origen a la carpeta de investigación y tuvieron lugar en Atlapexco el 4 de diciembre del 2016.
Se explicó que la víctima se encontraba en su domicilio acompañada de sus tres chavitos cuando, de momento, llegó el viejo borracho y la atacó estando ella haciendo la meme.
El agresor le propinó de cuchilladas en el cuello y en el tórax.
El padre de la víctima, al darse cuenta de lo que sucedía, intentó detener al violento hombre, pero también recibió la misma dosis con la navaja. Haciendo la lucha, la mujer logró salir de su domicilio para ir a pedir ayuda, pero el desgraciado fue tras ella y continuó con su tarea de darle otros cuantos piquetes.
Al darse cuenta los vecinos, dieron aviso a las autoridades quienes llegaron y le quitaron el cuchillo y se lo llevaron ante el MP, diciéndole que tuviera cuidado, no le fuera a dar una cuchillada trapera.
Las víctimas fueron llevadas al Hospital Regional de la Huasteca Hidalguense, con múltiples lesiones en abdomen, tórax, cuello y manos, mismas que pusieron en peligro su vida.
Después de que el acusado fue vinculado a proceso penal, dictó la sentencia el Juez de Control del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Hidalgo.

LE SALIÓ CARO CHUPAR CON UNA VIEJA
Porque la fémina le robó y lo dejó a raíz. El pobre chilla que no chilla, pero así es la vida.
Les voy a contar la triste historia de un optometrista quien, con estos fríos, quería sentir el calor humano. Se fue a chupar a un bar del Corredor de las Caricias.
Buscó un cabaret que no fuera de mala muerte, y decidido, entró a ver qué pez. Andaba echando el ojo entre muchas mujeres de la vida alegre, para chupar con alguna. Encontró a una damisela que le gustó, pues era bonita y se caía de buena, y la invitó a chupar.
La fémina, haciendo su trabajo, le daba chance de bailar de cartón de cerveza, y se dejaba agarrar las nalgas. Pensando que no se la podía empinar en el bar, se la llevó a su changarro.
Con lo borracho que iba, se quedó dormido y la mujer lo robó. Se llevó varias gafas y su dinero en efectivo. Cuando despertó estaba arriba de la almohada, y pensó que Alondra estaba en el baño.
Como se había quedado picado, la fue a espiar por una rendija y se llevó la sorpresa de que ya no estaba. Buscó su dinero que tenía guardado, que era para comprar refacciones para arreglar anteojos de sus clientes.
Se había llevado un abrigo, gafas de varios colores, para hombres y mujeres. Para no hacérselas cansada, el botín llegó a los 100 mil pesos.
Ya no lo pensó más. Se lavó la boca varias veces, porque todavía tenía el olor de vino corriente, medio se peinó y salió a poner su queja ante las autoridades.
Le contó al agente del Ministerio Público, que cansado de tanto trabajar, le dio por aventarse una cana al aire. Su changarro lo tiene junto a la carretera Pachuca-Tulancingo.
Al entrar vio a una vieja chaparra, bien buenota, que caminaba como yegua fina. Se sentó con él y parecía esponja para chupar. Se hicieron buenos amigos, bailaron y después de empujarse dos pomos, Florencio G. le dijo a la mujer que lo acompañara a chupar a su negocio, pues quería darle para sus tunas.
La llevó a la Ciudad de los Niños, en Pachuca, como a las 3 de la mañana. Pensaba pasársela  a toda madre, ahorrándose el hotel. La mujer le pidió que le invitara una cheve. Como llevaba coche, las fueron a comprar. Se dio cuenta que la vieja dos veces le cambió la cerveza, pero no le dio mucha importancia. Siguieron tomando.
Se la habían amanecido. Eran como las 7 de la noche del domingo, y cuando le iba a llegar se quedó dormido. Despertó hasta la medianoche y brincó como chivo al ver que la señora le había volado 25 gafas de la vitrina y se había llevado 15 mil pesos, parte de la venta del sábado.
Fue al bar. Preguntó por ella, le dijeron que ahí ninguna vieja es de planta, todas van por meses. A punto de chillar, fue a denunciar. Le tiene que entregar cuentas a su mujer.
Le dio la descripción al MP: es una vieja como de metro y medio, piernuda, nalgona, cejas depiladas, nariz chata, boca mediana, como señas particulares trae tatuado un dragón en medio de las chiches y una cicatriz en la mano derecha. A Florencio le contó a Florencio que era de Michoacán.
La vieja mañosa le puso algo en la cerveza, que lo drogó, y se dio tiempo a robarlo a gusto. Les pide a las autoridades que busquen a la mujer porque en total fueron como 30 mil pesos en efectivo lo que le robó. Y él sólo le agarró las nalgas.

ASALTÓ CON VIOLENCIA A UNA MUJER
El miércoles, como a las 7 de la noche, varias personas se dieron cuenta que un hampón asaltó con violencia a una mujer. Le echaron bola, le rajaron la madre y lo entregaron a la policía. Dijo que él lo había hecho nada más para probar si la fémina era abusada.
Teresa, de 55 años, les dijo a los cuicos que tenía su domicilio en la calle  Hidalgo, de la colonia Centro. Caminaba como la patita, cuando de pronto le arrebataron su bolsa que llevaba en el hombro, en la calle doctor Ramírez Ulloa, de la colonia de los Doctores.
Aparte de que el pillo le quitó la bolsa, le dio un caballazo que la mandó de nalgas al suelo. Cuando corría, uno de los ciudadanos que había visto todo lo que pasó, le metió la pata al malandrín y éste se cayó al suelo. Ahí fue cuando varios hombres lo agarraron de las greñas y se lo entregaron a la policía.
Dijo llamarse José Ignacio, de 20 años, vive en la calle Felipe Ángeles de la colonia Buenos Aires. Los tecolotes le quitaron la bolsa y la abrieron delante de la señora para ver si tenía sus cosas, a saber:
Dos billetes de 20 pesos, un monedero en forma de sapo, unos audífonos, unas llaves, una libreta, una bolsa de polietileno, un cepillo, dos tubos de crema, cuatro lapiceros, una cadena blanca, un arete, un lápiz labial, un marcador, un pegamento resistol y morralla.
El malandrín fue puesto a disposición del MP, quien le impuso una sanción de 3 mil pesos, pero como no los pagó, se quedó encerrado, y con estos fríos estaba temblando como perro.
La agraviada les dijo a los policías que la bolsa era para apantallar a los cacomixtles, pues en el pecho guarda su monedero, que tenía 5 mil chuchos, que le había dado su viejo para que le comprara un tacuche, ya que era el santo de su compadre. Esta vez el ladrón se la peló.

LA POLICÍA LO AGARRÓ CON LA PISTOLA EN MANO
Con pistola en mano fue detenido, la tarde ayer, un tipo que estaba dispuesto a cometer un burricidio, pues le apuntaba a un vigilante que lo traía en la olla, en la colonia Matilde. Sacaba los ojos y le pedía por su madre, que no le fuera a disparar porque tenía diez hijos.
Jorge, vigilante del fraccionamiento Valle Verde, ubicado a un lado de la colonia Matilde, explicó que daba su rondín cuando vio a un sospechoso que viajaba en una camioneta Ford Pick Up, de color crema, con placas del Estado de Tlaxcala.
Le paró los tacos y le pidió que se identificara porque por esos lugares se ha soltado Alibaba con sus 40 ladrones. Eso lo sacó de onda. Echó mano a su cintura, sacando una pistola, y le dijo: “Esta es mi identificación, güey”. Cortó cartucho, que el pobre velador se las vio negras, que por el susto le ganó en los calzones. Pero lo salvó la campana, pues en esos momentos pasaban los cuicos. Al verlo también sacaron la suya y uno de ellos le dijo: “a ver quién le jala primero”. Sin chistar, el de la pistola la tiró al suelo y levantó las manos.
Los otros policías la recogieron; estaba cargada, tenía varios cartucho útiles. Dijo llamarse Basilio Martín, que es vecino de la colonia Matilde. Se les echó a correr, levantando polvo, que no vieron por dónde se metió.
Una señora les señaló una tienda de abarrotes, donde estaba escondido. Le llegaron los macanazos por el lomo, hasta que lo subieron en la patrulla. Le mostraron la pistola .380. Le preguntaron que les mostrara su permiso, pues son armas exclusivas del ejército.
Les contestó que él no lo necesita, y que no anduvieran metiéndose en lo que no les importa, que iba a matar al velador porque le cae muy gordo. Es uno de los que dicen que cuidan a la colonia, pero nada más estafa a su vieja con 15 pesos a la semana.
Además ya lo tiene bien fichado, y en uno de este día no se le escapa. El pistolero, ebrio, fue traslado al Ministerio Público Federal, donde les mentó la madre y se quedó encerrado.

SE ROBARON 31 BORREGOS DEL CORRAL
Unos abigeos se llevaron todos los borregos que había en el corral de la casa de un campesino de Acatlán, la madrugada de ayer. Eran 31 ovejas, algunas ya preñadas, con un valor de más de 100 mil pesos, propiedad de Benito, habitante de la colonia Buena Vista, del mismo municipio.
El afectado dijo a la policía que la semana anterior, cuando sucedió el robo, no se encontraba en su casa, pues había ido a acompañar a un grupo musical a la Ciudad de México.
Cuando llegó su vieja Hermelinda, le dio la noticia, que hasta se le acalambraron las patas. Le informó que un día antes del robo, su hijo Damián, de 10 años, cuidaba el rebaño a unos 100 metros de su casa.
Llegaron unos tipos de cuidado en una camioneta, le preguntaron al chamaco que si vendía el rebaño, el niño les dijo que no, pero lo interrogaron: “¿dónde están tus padres?”.
El menor les contestó: “Mi papa anda de gira en la Ciudad de México, y mi jefa está haciendo la talacha de la casa”.
Por la tarde, madre e hijo encerraron a los borregos en el corral de su propiedad; a las 9 de la noche se fueron hacer la meme.
A pesar de tener el sueño muy pesado, escucharon ladridos de perros. Como soplaba el viento, escucharon unos lamentos. Pensaron que era La Llorona, y se acurrucaron, quedándose dormidos.
Hermelinda se asomó como a las 5 de la mañana y se llevó la sorpresa de que no había ningún borrego, se los habían carranciado. Y los conoce bien porque para señalarlas usa el método secuestrador: les mocha una oreja. Salieron a buscarlos por el pueblo, pero no encontraron nada. Dieron aviso a la Policía Municipal. Ellos se encargaron de hacer un operativo borrego, pero les falló. Sólo encontraron huellas de llantas.
Benito se presentó ante el Ministerio Público de Tulancingo, para denunciar el robo. Se arrepiente de andar de metiche acompañando al grupo musical.
Su vieja le echó la bronca por dejarlos solos, y por poco en el MP se dan en la madre.

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