TODOS CONTRA ÉL

Conciencia Ciudadana
El gobernante de oposición puede evitarse problemas si sabe entender las reglas del juego que el poder mafioso establece, lo que le hace la vida más fácil y, sobre todo, más redituable personalmente, que intentar oponerse al poder mafioso y tratar de cambiarlo

Para gran parte de la población, especialmente entre los más viejos o quienes durante su vida laboral y política han vivido manumitidos a algún sector del estado en su calidad de proveedores, empleados, obreros, trabajadores o burócratas, se tiene aún la idea de que todo lo que pasa en México es concebido, maquinado, operado y controlado por el presidente de la república y su instrumento político, es decir el PRI; único partido que puede presumir  de contar con la red más poderosa de control político y social en todo el país.
Para ellos, todo cuanto sucede responde a la voluntad del que manda, impuesta mediante una invisible cadena de complicidad que impone su poder a los de abajo. Desde esa lógica, lo mejor para cada quien–piensan-, es hacer lo que se le ordena, acomodarse lo mejor que se pueda a las circunstancias y dejar que las cosas se vayan acomodando de acuerdo a la buena suerte; lo demás, Dios dirá.  
Esa visión del mundo, apática e inmovilizadora amén de irresponsable, terminó por convertir a una gran parte de la sociedad mexicana en una masa inerte y sumisa, que considera que las cosas son como son porque así se decide desde lo alto y que, contra ese destino, poco o nada puede hacerse.    Por supuesto, esa idea caduca ha convenido a los gobiernos autoritarios y la red de complicidades que los acompaña, tejida a lo largo de ochenta años de corporativismo; dándoles ventaja sobre las fuerzas que pugnan por transformar el decadente estado de cosas que aún sigue prevaleciendo en el país.  
Más aún, sucede que quienes desde la oposición política tienen la suerte de alcanzar –tras vencer enormes resistencias-, algún cargo público; constatan al ocupar sus cargos que esa enorme red de complicidades les presiona a adaptarse a sus reglas de juego, a riesgo de ser marginados, vigilados o excluidos de los apoyos necesarios para sus administraciones y que, de no ceder, serán sometidos a un marcaje personal que hará imposible el ejercicio de sus funciones.
Pero el sistema es astuto, aunque aparezca como generoso: El gobernante de oposición puede evitarse problemas si sabe entender las reglas del juego que el poder mafioso establece, lo que le hace la vida más fácil y, sobre todo, más redituable personalmente, que intentar oponerse al poder mafioso y tratar de cambiarlo.
No es fácil resistir este sutil y maquiavélico juego en el que son tan hábiles los grupos de poder enquistados durante años en los aparatos de gobierno; sobre todo (como sucede frecuentemente), cuando los opositores que llegan a ocupar cargos de responsabilidad pública provienen de las entrañas del propio sistema al que dicen combatir y donde han abrevado las lecciones de cómo ha de gobernarse.
Casos como éstos son usuales en todo el país; basta ver el comportamiento de los gobernantes actuales de Veracruz, Puebla o Morelos;  aunque sin ir tan lejos, tenemos en Hidalgo ejemplos vivos y actuantes de presidentes o ex-presidentes municipales; senadores o diputados federales y locales emanados de los partidos de oposición que decidieron entrar al juego de los “valores entendidos” con los que el sistema político atrapa a sus denostadores, a fin de asegurarse que, más allá del relevo partidista  puede para mantenerse vivo y coleando.
Pero reconocer que pocos son quienes no aceptan tales componendas no quiere decir que no los haya. Dos ejemplos están a la vista en estos momentos: Andrés Manuel López Obrador, cuya historia de oposición a los acuerdos en lo oscurito es ya conocida (recuérdese su desafuero por ordenes de Fox, quien se echó para atrás  cuando supo que su maquinación terminaría por jugar en su contra) y, en el centro de la controversia actual, al gobernador de Chihuahua Javier Corral Jurado; un militante panista de reconocida honradez y firmeza de carácter; quien recién llegado a la  gubernatura de ese Estado descubrió un desfalco en las arcas que demostraban la triangulación de recursos públicos entre el entonces gobernador  Cesar Duarte (quien hoy evade la acción de la justicia por otros casos); la Secretaría de Hacienda (entonces bajo el mando de Luis Videgaray); el comité nacional del PRI y el candidato priísta al gobierno de Chihuahua de entonces, derrotados por Corral Jurado; conjura que ha conducido a la detención del ex secretario estatal de educación duartista y de Alejandro Gutiérrez Gutiérrez ex-secretario general adjunto de PRI encargado de triangular los recursos para las campañas políticas estatales en aquellos momentos, según la denuncia del gobierno chihuahuense.
Pero lo increíble sucedió cuando el actual secretario de Hacienda José Antonio González Anaya; dijo a Corral –según versión de éste- que los recursos financieros para su Estado serían detenidos en función a la denuncia efectuada por el desfalco en Chihuahua; es decir, anunciándole con todas las letras que el gobierno federal lo castigaba por atreverse a denunciar el desvío de los recursos públicos a la campaña electoral tricolor, causándole un daño al patrimonio del Estado.
Pero la cosa no ha quedado ahí: igual que con López Obrador en su momento, una catarata de lodo biológico ha caído sobre Corral en las últimas horas: Desde un Manlio Fabio Beltrones que se  llama “injuriado” al ampararse, que la mayoría priísta en el Congreso de la Unión amenazando con hacer de Chihuahua  el primer experimento de la Ley de Seguridad Interior; hasta el precandidato priísta José Antonio Meade quien lo tacha de “torturador”, exigiendo a  gritos inapropiados para la salud de su garanta “¡que se vaya!”, en un deja vu  que nos remite al hasta entonces inmutable candidato Luis Echeverría vociferando a todo pulmón contra los “jóvenes fascistas”, enemigos de la ley y el orden, allá en los años sesenta.
¿Podrá resistir Corral Jurado la embestida del sistema o terminará claudicando como tantos otros a las reglas no escritas que le ordenan callar y mirar hacia otro lado a riesgo de ser destruido políticamente como hoy se intenta? Él y la Conciencia Ciudadana saben que de su firmeza depende un quiebre de rumbo para la nación entera. Ya veremos si en Chihuahua han vuelto a nacer hombres como los de antes.  
Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS YA, AHORA, CON MÉXICO.  

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