* Construir el recuerdo eterno en 2018
Por principio de cuentas terminar el año ya es ganancia, empezar otro, más. Y el asunto fundamental es vivir, tener algún que otro proyecto, pero cimentar todo alrededor de uno sin el cual lo demás es imposible: aprender cada día ese difícil arte de amar, y por supuesto no me refiero a las técnicas en el asunto físico, sino las del alma (aunque evidentemente las primeras no estarían de más, con todo y que casi siempre sean exclusivas de contorsionistas).
Porque resulta que rebasados los 50, los 55 para ser exactos y sinceros, no hay ni puede haber actividad más importante, porque solo el amor podrá salvarnos del olvido en ese momento que las funerarias y vendedoras de lotes residenciales de tres metros de profundidad, anuncian como el de máxima solemnidad y reflexión.
Ya lo sabemos que al final de cuentas ni cajas lujosas acolchadas con satín brilloso; ni maderas finas, ni acero con incrustaciones, funcionan para recordarle a los que deben recordar, nuestro nombre, la poca o nula obra que hayamos hecho para la posteridad. No, resulta que todo se olvida a la hora buena y solo el cariño que hayamos podido construir en vida, será garantía definitiva y conjuro absoluto en contra de la desaparición de lo que fuimos.
Sin embargo para lograr lo anterior es de vital importancia estar vivos. Porque ya difuntos el veredicto no acepta objeciones, y mal o bien solo lo que hacemos cuando podemos respirar es la posibilidad de salvar el olvido.
Es pues en lógica señalar que lo primero para construir la posibilidad de ser nombrados es la vida, y la vida deberá ser dedicada a dejar rastros del amor en cada lugar donde hayamos vivido; porque la amargura solo produce amargura, y por necesidad un ignorar de manera inmediata aquello que lastima.
Así pues se trata de trabajar a favor del amor, porque de lo contrario, insisto a estas alturas del partido, en cualquier rato nos espantan de la existencia y podría ser el equivalente al olvido eterno.
Ese es el objetivo sustancial, único del 2018, porque después de todo- comprendemos al paso de los años-, que debemos valorar el amor de las personas que nos aman y amamos; el apoyo de los pocos, poquísimos amigos que hicimos; el gusto enorme por mirarnos en las enseñanzas de los que ya se fueron, y que aspiramos no recuerden como hacemos con ellos.
Esa es la tarea primordial, la que debimos haber tenido antes de abandonar la infancia y creer que otros asuntos como la posesión de bienes, la fama efímera por ser quién sabe qué cosa en lo nuestro que es el periodismo, era lo más importante.
No era así. Nunca lo fue.
La tarea fundamental del año que se asoma será intentar construir cada día la palabra que nos recuerde, nos haga eternos, y que simplemente habrá de ser nuestro nombre, que pronunciado transforma todo en eternidades.
N.B. A todos l@s lector@s de esta espacio y RETRATOS HABLADOS, quiero desearles un espléndido año 2018. Nos reencontraremos el próximo lunes 8 de enero. En tanto muchas gracias y mis mejores deseos.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta